Se mira pero no se toca

Daisy Valera

Una de las opciones recreativas con las que cuentan los capitalinos en este verano  está ubicada en la famosa Rampa habanera.

Este año, al igual que los anteriores, el Pabellón Cuba promueve exposiciones y peñas de diversas manifestaciones  artísticas para el disfrute, sobre todo, de los que se pueden trasladar al Vedado, el barrio bohemio de la Habana.

El evento con sede en el Pabellón y que concluirá el ya próximo  31 de agosto lleva el nombre de Arte en la Rampa.

Una abundante muestra de artes plásticas, conciertos de diferentes géneros musicales, entre ellos  trova y  jazz y puntos para la venta de películas y libros hacen de esta una opción disfrutada por muchos jóvenes y niños.

El pasado viernes me dio tiempo por primera vez en este verano a pasar por el Pabellón y pude constatar que muchos compartían conmigo el gusto por las artesanías.

Arte en la Rampa es uno de los sucesos culturales capitalinos que permite apreciar el estado de las confecciones artesanales en Cuba.

Mujeres, hombres, jóvenes y niños abarrotaban los estantes donde los artesanos mostraban sus productos.

Que iban desde cuadros, calzados, vestidos, adornos y utensilios para el hogar hasta muebles de gran tamaño.

Pasé casi con prisa entre los estantes, era un poco chistoso ver como muchos aprovechaban para probarse ropas y aretes que después no comprarían, forma de disfrutar sin gastar un medio.

Terminé enamorándome de todas los productos de orfebrería con los que me encontré y de dos jarritas rojas que me hubieran costado 4 CUC y me evitarían quemarme los dedos cuando tomo té, en mis únicos vasos de cristal.

Mi paseo concluyó en la sección de mueblería, asombradísima ante tanta belleza, y ante los  precios espeluznantes, cifras que rondaban sin vergüenza el monto, inimaginable para mí, de 1000 CUC.

No me pregunté quienes tendrían semejante cantidad, los carteles de RESERVADO que algunos muebles mostraban me decían que algunos amasan no pocos dólares en sus bolsillos.

Me fui de allí alegre, con la esperanza de ahorrar unos pesitos para el próximo año cuando se inicie la exposición.

Las artesanías cubanas son hermosas y creo que seguirán mejorando en los próximos tiempos.

Decidí no dejarme perturbar por esa sensación de no llevar en mi bolso algo que hubiera necesitado y que me hacía sentir como cundo siendo niña me decían: – se mira, pero no se toca.

 

 

Daisy Valera

Daisy Valera: Edafóloga y Blogger. Escribo desde la Ciudad de México, donde La Habana a veces se hace tan pequeña que llega a desaparecer; pero en otras, la capital cubana es una ciudad tan pasado y presente que te roba la respiración.

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One thought on “Se mira pero no se toca

  • Contéstame esto Daisy: ¿Mirar y tocar son cosas diferentes?

    Yo recuerdo que fui a comprar pizza a una paladar allá en la república y me pasó algo parecido, más o menos así:

    Había una moto salvaje afuera y la jevita que despachaba me dijo:

    Jevita- Se mira pero no se toca.
    Y yo- ¿Mirar es diferente de tocar?
    Y ella- Guardó silencio y luego de un rato díjome: No te voy a contestar.
    Y yo- ¿Por qué?
    Y ella- Porque esa conversación va en círculos.

    La tipa indudablemente la echaba, pero al final no me dijo si eran cosas iguales o diferentes, así que daisy, queridísima mía, intenta contestarme.

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