Jose Daniel: coherencia y consecuencia

Jose Daniel Ferrer. Foto: infobae.com

Por Armando Chaguaceda

HAVANA TIMES – Cuando las turbas bolsonaristas asaltaron las sedes de los poderes federales en Brasilia, la inmensa mayoría de la opinión pública latinoamericana -y sus pares de Estados Unidos y Europa- hizo una condena inmediata y unánime de la intentona. Numerosísimos políticos, activistas y académicos, de todo el espectro ideológico, cerraron filas con la democracia brasileña.

Por esos días, José Daniel Ferrer padecía otro día más de su prolongado e ignominioso encierro en una cárcel cubana. El conocido líder disidente, aislado de sus familiares, seguía sometido a tratos crueles y degradantes e impedido de acceder a los alimentos y medicinas que aliviaran su estado.

Pese a ello, de vez en vez, José Daniel lograba sacar al mundo mensajes breves. En ellos, por escrito o con su propia voz, mostraba una lucidez y coherencia envidiables. Burlándose de las farsas electorales del sistema, aclarando su decisión de no exiliarse o fijando postura sobre eventos internacionales, Ferrer ratificaba lo que muchos sabemos. Que su estatura política, su calidad humana y su lucidez intelectual siguen siendo de las mejores combinaciones hoy posibles de encontrar en una oposición diezmada -en ese orden de causalidad- por la represión incesante, la insolidaridad foránea y los errores propios.

La actitud de Ferrer contrasta con la de aquellos políticos y académicos latinoamericanos y europeos, formalmente demócratas, que se niegan a reconocer la realidad cubana como lo que es. Como la de una nación desangrada por la migración galopante, la pésima gestión y la conculcación de libertades. Presidentes, activistas e intelectuales autotitulados “progresistas”, que suelen maquillar la dictadura con argumentos espurios; que van desde el ingenuo “queremos mantener un dialogo abierto”, pasando por el absurdo “son una democracia de otro tipo” hasta el cínico “Cuba es un símbolo mundial”. Palabras falsas y vacías, lanzadas en foros políticos y conclaves académicos, que los hunden en el fango de la Historia. Lo cual sería una decisión absolutamente personal…si no arrastraran con ello, envuelta en silencio e insolidaridad, la oportunidad de ayudar a resolver la tragedia cubana.

Que Ferrer dedicase unas palabras a lo sucedido en Brasilia sorprendió incluso a quienes lo conocíamos. ¿Como es posible que tuviese la capacidad para comprender con meridiana claridad, a kilómetros de distancia de su encierro, lo que se jugaba en el país sudamericano? ¿Qué actitud moral le impedía apoyar, como hacían otros grupos y figuras conservadoras del exilio, el intento bolsonarista de desconocer la voluntad popular expresada en las urnas? ¿Cuál claridad ideológica le permitía a Ferrer superar la lógica binaria que reza el enemigo de mi enemigo es mi amigo? ¿Por qué no cayó en la trampa de repudiar el autoritarismo comunista apoyando el autoritarismo anticomunista?

La respuesta a todas esas interrogantes es, a mi juicio, una sola: coherencia cívica, intelectual, humana. La cual va de la mano con la capacidad de Ferrer para sostener ideales con argumentos, de impulsar una lucha por la libertad apostando a la resistencia civil pacífica, repudiando los valores y armas del opresor. En mis años de amistad con José Daniel, hemos conversado y discutido de muchas cosas, desde geografía hasta literatura. Pasando, como es obvio, por las enseñanzas de la Historia para los movimientos disidentes de regímenes totalitarios.

No siempre hemos coincidido en todo, mucho menos nos hemos impedido el decírnoslo; pero hemos honrado el privilegio de converger, entre palabras, en el cultivo de la razón que nos hace humanos. De hecho, si se escuchan sus audios, podemos ver en José Daniel como las invocaciones a la historia mundial y referencia a los conceptos políticos del pasado siglo alimentan sus análisis del presente. Algo, insisto, que pocos actores políticos cubanos -de cualquier lado del espectro ideológico- consiguen.

Cada vez que el timbre personal de Ferrer llega a mi teléfono, temo inevitablemente algo malo. Uno no suele esperar buenas noticias de aquello que pasa en el peor lugar y modo posibles. Pero siempre pasa lo mismo: termino aprendiendo, admirando y hasta riendo con las palabras de José Daniel. Lo recuerdo en un sofá, hablando de las novelas de Balzac y del sabor glorioso del yogur preparado artesanalmente en una ergástula. Por eso digo a quien me lea que debemos voltear la cara al oscuro rincón de aquella isla, mirar la lucidez y valor civil de José Daniel Ferrer. Alguien que ha empeñado su vida en reclamar, para sí y para su pueblo, la esperanza usurpada. El amigo que espero abrazar pronto de nuevo, en libertad.

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Armando Chaguaceda

Armando Chaguaceda: Mi currículo vitae me presenta como historiador y cientista político.....soy de una generación inclasificable, que recogió los logros, frustraciones y promesas de la Revolución Cubana...y que hoy resiste en la isla o se abre camino por mil sitios de este mundo, tratando de seguir siendo humanos sin morir en el intento.

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