Decepción azul: Industriales fuera

Por Yusimí Rodríguez

Fanaticos en el estadio Lationamericano. Foto: Caridad

HAVANA TIMES, 25 marzo — Se desconoce aún quién será el equipo campeón de la Serie de Oro del béisbol cubano, pero para muchos aquí en la capital, el campeonato ya llegó a su fin.

Industriales, el actual campeón nacional, el equipo insigne de la pelota cubana, el más ganador en la historia de las Series Nacionales, no clasificó para los play off.

En Cuba, cuando alguien ha perdido una pelea suele decir: “No hay como un día detrás del otro.” Hay una carga vengativa en la frase o tal vez un halo de esperanza ante la adversidad.

Las cosas cambian

Ahora podríamos decir: “No hay como un año detrás del otro.” Por esta fecha, en el 2010 los cubanos se sentían bastante seguros en sus empleos, no pensaban demasiado en su idoneidad, no parecían existir posibilidades de que se otorgaran nuevas licencias para realizar trabajos por cuenta propia. La vida transcurría sin muchas esperanzas de cambios.

La etapa clasificatoria del Campeonato Nacional de Béisbol estaba en su fase final y parecía que Industriales no clasificaría. A nadie le extrañaba, habían sido campeones por última vez en el 2006. La Aplanadora Santiaguera los había aplastado en la final del siguiente año. En el año 2008, Industriales impuso record de más anotaciones recibidas en un partido cuando Pinar del Río les hizo 23 carreras en el play off.

En el 2009, el primer campeonato en el que Germán Mesa fungió como manager del equipo, tampoco llegaron a la final. No había mucho que esperar en el 2010 después de todas las derrotas que habían sufrido. Pero increíblemente, en el último juego Industriales clasificó. En el octavo lugar, en tablitas, pero clasificó. Claro, eso no significaba que fueran a ganar.

Solo en películas

Esas cosas ocurren solo en películas como Ligas Mayores I y II. Pero en la realidad, cuando un equipo clasifica en octavo lugar, no gana el campeonato. Lo más que hicimos los fanáticos fue suspirar de alivio cuando le ganaron el primer juego a Sancti Spíritus. Al menos no los iban a barrer en cuatro juegos.

Pero le ganaron a Sancti Spíritus y pasaron a discutir el primer lugar de Occidente con el equipo de La Habana —tenían el mejor staff de pitcheo del país—. Por supuesto que Industriales no podía ganar, nos conformábamos con que hicieran un buen papel. Pero ganaron y fueron a discutir la final con Villa Clara, el equipo más estable del béisbol cubano en los últimos años —pero que nunca gana—, y tenían la espina de que Industriales los había barrido en las finales del 2003 y el 2004.

Pero las cosas eran diferentes ahora, no hay como un año detrás del otro. Villa Clara estaba muy acoplado, tenía además un buen pitcheo, su nómina incluía bateadores experimentados como Ariel Pestano y rápidos como su primer bate Leonis Martín.

Hablando pelota en el Parque Central de La Habana. Foto: Irina Echarry

Industriales tenía sus lesionados de costumbre y el pitcheo bastante maltrecho, aunque contaba con Armando Rivero y Dennis Suárez. Perdieron los dos primeros juegos como era de esperar. Era el año de Villa Clara.

En la capital los Leones dieron un par de zarpazos para demostrar que no estaban muertos, que iban a caer con las garras puestas. Pero perdieron el quinto juego y regresaron a la tierra de los Naranjas con un juego de desventaja. La lógica dice que cuando usted llega a su terreno con un juego de ventaja, faltando solo un juego, usted no puede perder.

Esa era la lógica de Eduardo Martín: “Te dije que esto se acababa en seis juegos” —dijo a la periodista Julia Osendi.

Pero la realidad fue diferente. Industriales ganó el sexto y el séptimo juego. Lo que resulta inverosímil en las películas sucedió en la vida real. “Es que ellos no son jugadores de pelota —me dijo un amigo—, son jugadores de play off.”

Por eso cuando arrancó la Serie número 50 a nadie le preocupó que perdieran los primeros juegos: “Así son los campeones —decían algunos—, comienzan perdiendo.”

Y el tiempo siguió pasando. La vida en el país iba tomando otra forma: anuncios de despidos que van haciéndose realidad, nuevas licencias para trabajar por cuenta propia, mucha gente creando cafeterías en sus propias casas o en terrenos alquilados —otras tantas las cierran y devuelven su licencia.

Eterno opitimismo

La gente es optimista. Las cosas cambian, Industriales ganaba un juego y perdía tres, pero la gente se mantenía optimista. Aún cuando Industriales estaba a cuatro juegos de Sancti Spíritus y logró ganarle el primer juego de la segunda sub-serie a Ciego de Ávila, oía decir: “Ahora es cuando van a levantar, que se preparen los otros, porque ahora van pa’rriba.” O: “No hay quien los pare, si clasifican, ganan.” Incluso cuando sólo existían remotas posibilidades matemáticas de clasificación, en la calle decían: “Si clasifican, ganan.” Pero no clasificaron. Ya es una realidad.

Algunos lo achacan a que se quedaron sin pitchers. Al salvador del equipo el año pasado (Rivero), y al héroe del partido final (el bisoño Johán Socarrás logró dominar a la tanda más fuerte de Villa Clara) los detuvieron intentando irse del país.

Al menos eso es lo que comentan en las paradas de guaguas, en las colas de la bodega, en la peña deportiva del Parque Central de La Habana Vieja. Nuestra prensa oficial no dice nada, pero estamos acostumbrados —tampoco explicaron la exclusión del capitán Frederic Cepeda del equipo que participó en la Copa Intercontinental de Taipei de China.

Lo cierto es que el bateo de Industriales, que estaba entre los mejores de la serie, se desmoronó. Hay quien piensa que Guantánamo cedió ante Sancti Spíritus para que Industriales no pudiera clasificar. Otros dicen sencillamente que los Azules de La Capital “son unos descarados, siempre nos decepcionan.” La espectacular victoria de la campaña pasada quedó atrás, perdida en el tiempo. La vida cambia de un año a otro.

Con el comienzo de los playoff este viernes, en La Habana se habla poco de pelota. No importa quién de los clasificados va a ganar. Lo importante es que Industriales, el equipo cubano con más seguidores y detractores, está fuera. En la calle se escucha: “Ya no es igual, sin los azules no tiene gracia.” O: “La serie ya perdió el colorido.” Como si el único color de la pelota cubana fuera el azul. Las caras de los aficionados muestran ese rostro típico del que regresa de un entierro.

Da tristeza pasar en ómnibus por la avenida 26 y ver un edificio orgullosamente pintado de azul con la letra inicial de Industriales, bien grande, en la fachada. ¿La borrarán? Cuando regreso a casa en las rutas P-6, P-8 o P-9 y el ómnibus toma la calzada de 10 de Octubre, puedo ver una bandera de los Azules y el letrero: “Industriales Campeón.” y en letras más pequeñas: “Para el año que viene.”