Reencuentro con humoristas Nos y Otros
Irina Echarry
HAVANA TIMES, 17 dic. — Quizá en otras partes del mundo un grupo humorístico no represente mucho. Mo sé. Nunca he tenido la gran oportunidad de salir de mi país. Hace unos días entré en la sala Infanta para reencontrarme con un pedacito de mi adolescencia, mi juventud.
Éramos solo 13 personas -contando a Eduardo del LLano, director del documental-; el proyeccionista se equivocó y, en vez de GNYO (título que influyó en que gran parte del público no se percatara de qué iba la historia, quizá por eso no llenó la sala), comenzó a proyectar un corto de ficción que, según las advertencias de Eduardo, no tenía nada que ver con su documental.
Por suerte, antes que eso ocurriera, el director tuvo la oportunidad de hablar al público, contar que este era un trabajo muy personal, su primer documental y, más allá de contar qué fue el Grupo Nos Y Otros, quería hablar sobre el movimiento de grupos humorísticos que surgió en los años 80, hasta mediados de los 90, en universidades y otros centros de enseñanza; quería, sobre todo, rescatar el espíritu de los años del pre, la universidad.
En medio de sus palabras la acomodadora entra a la sala y le avisa a alguien (a gritos) que pondrán “Diva” (una peícula brasileña) a las 8 de la noche, en la sala de al lado.
Tantas interrupciones, 13 personas en la sala, todo parece un sketch montado por el grupo Nos Y Otros, un último sketch de un grupo humorístico que ha hecho historia en nuestro país, que hizo reflexionar, reir y aplaudir a miles de cubanos.
El absurdo de nuestra vida cotidiana
Del Llano entrevista a todos los que pasaron por el grupo, desde su fundación en 1982, hasta el 97, años en que se desintegran.
Poco a poco sus textos -llenos del absurdo de nuestra vida cotidiana- se colaron en el Suplemento humorístico DDT, en la Revista Alma Máter. Entonces deciden entrar a escena y Frank Delgado -el trovador- los ayuda a trabajar en la Casa del Joven Creador.
Toda una generación de cubanos pasamos tardes y noches en ese lugar, no solo con Nos Y Otros, se cantaba al ritmo de guitarras, se leía poesía, habían exposiciones, monólogos teatrales. Era, como dice su nombre, el sitio perfecto para los jóvenes artistas que apenas tenían espacio en los teatros y “grandes” centros culturales.
Ahora es un museo del Ron.
Ya no existe una Casa del Joven Creador.
Alicia en el pueblo Maravillas, el film de Daniel Díaz Torres, los lanzó a la fama. De una forma un tanto negativa -desde el punto de vista oficial-.
El guión de la película fue realizado en común por el grupo (que había llamado la atención del director de cine). Recuerdo que se había armado un gran revuelo alrededor de la película. Cuenta Orlando Cruzata -miembro del grupo, hoy director de TV- que conoció algunos militantes que tuvieron problemas por reirse con la cinta.
Hay que quemar la bruja
El filme no decía nada que no supiéramos todos los cubanos. Criticaba la doble moral que desde entonces carcomía nuestra sociedad -este mal era palpable desde la década de los 80, no comenzó con el Período Especial-, reflejaba, sobre todo, el absurdo y la decadencia de un sistema plagado por la burcracia. ¡Hay que quemar a la bruja! Era una de las frases que se repetía.
Desde entonces creció aún más su fama de conflictivos.
Las anécdotas no faltan en el documental. En cierto momento una recién graduada de periodismo los invita a la emisora Radio Rebelde. El grupo, entre sus trabajo habituales, tenía un “noticiero de Nos Y Otros.”
En la emisora anuncian el espacio noticioso (sin aclaraciones). Los radioyentes comienzan a preocuparse cuando escuchan que “Atacan a los Van Van en Kenya,” pues cantaron en medio de la sequía del país “se muere de sed la tía” (tema clásico de la agrupación salsera).
Las supuestas noticias continúan en rumbos similares; pero el clímax lo alcanzan cuando lanzan la convocatoria de un concurso Los niños y el sexo, en la que los niños debían contestar preguntas tales como: ¿”Qué sientes cuando tu maestra de agacha a recoger la tiza?.”
Cortaron la transmisión.
Solo porque a nadie se le ocurrió advertir que no se trataba de un espacio noticioso real, sino de un grupo homorístico.
Y como la soga se rompe por la parte más débil, la recién graduada fue separada de su puesto de trabajo.
Los que estábamos en la sala 4 del cine Infanta tuvimos la oportunidad de reir con imágenes de algunas de sus obras, “Anodino,” “El mago” -que fue censurado, aunque recibió el primer premio en el Festival de Humor Aquelarre-, “Utopía,” “Aire” y “El asesinato de Elpidio Valdés.”
Para todos los que fuimos adolescentes o jóvenes entre el 85 y el 95, quedará el recuerdo de este grupo que, al decir de Osvaldo Doimeadiós (actor y ex-director del Centro Promotor del Humor): “eran humoristas-deprimidos, alegres-vestidos de negro, críticos-pero creían en la Utopía.”
Lo más importante eran las ideas, su expresión con esa sutileza que ya se ha perdido. Ellos fueron inspiración para humoristas, creadores cubanos y para los que pensamos que el arte debe ser subversivo.