Pararse al borde del infinito

Por Veronica Vega (Fotos: Treche)

Ananda y Joseph Röösli frente el Catedral de La Habana. El hang es un instrumento de percusión suizo.

HAVANA TIMES – Un principio hindú reza que uno está siempre en el lugar correcto. Así que en la tarde del pasado 2 de febrero yo no hubiera podido estar en otro sitio que en la Catedral, en el axis del Casco Histórico de la antigua Habana.

Un concierto inusual, un dúo atípico: Ananda Stephan* y Joseph Röösli, padre e hijo tocando  respectivamente el hang (instrumento de percusión suizo) y el órgano.

El ambiente no destilaba fervor religioso sino exaltación. El público, heterogéneo, incluía algunos turistas. Yo misma bromeaba con los amigos mientras observaba el lugar, primorosamente restaurado.

Buscaba infructuosamente con la vista el órgano, hasta que en la introducción, el joven Ananda nos reveló que estaba detrás, en una especie de balcón interior en un piso intermedio, de modo que no podríamos ver a los músicos mientras ejecutaban sus instrumentos.

Esto me desconcertó, pero en unos segundos ya había dejado de pensar, de cuestionar. El órgano vibró, las notas invadieron el aire. Una emoción casi asfixiante me hizo cerrar los ojos, olvidar lo que me rodeaba. Con cada pulsación del órgano mis lágrimas corrían, en esa dulce depuración que sólo puede producir el arte más puro.

Por un tiempo que aún ahora juzgo incontable, Buxtehude, Pachelbel y Bach fueron los dueños absolutos del espacio y el tiempo por obra de esa misteriosa dimensión que abre la música.

En la segunda parte del programa se integró el hang, un instrumento cuyo sonido me recuerda el tradicional gong de la India, pero de una tenuidad peculiar. El hang marcaba, llamaba, seducía al órgano, que llegaba en cadenciosos pasos, tanteaba, acariciaba y se alejaba para volver, en una oleada arrasadora. Era imposible no pensar, como Carlyle, que la música: “nos conduce al borde del infinito y nos permite contemplarlo por unos momentos…”

Al final del concierto me acerqué a felicitar a los intérpretes y pude concertar una cita con el organista. A la mañana siguiente, frente a la misma Catedral, minutos antes de la misa dominical, Joseph Röösli, su esposa y el hijo de ambos, Ananda, respondieron mis preguntas gracias a la intervención de Yusimí, amiga y colega de HT, en un diálogo donde se saltaba del alemán al inglés y al español.

Joseph Röösli

HT: ¿Cuándo comenzó a estudiar música, y específicamente el órgano?

Joseph Röösli: Empecé a tocar piano a los diez años, y el órgano a los quince. A los dieciocho comencé estudios de órgano en la Escuela Superior de Música, en Suiza. Luego trabajé en varios empleos como músico: organista, director de coro y profesor de música.

HT: ¿Es popular el órgano en su país?

JR: Sí.

HT: Esta que sigue es una pregunta estúpida, pero sólo para oírlo con sus propias palabras: ¿admira a Bach?

JR: Bach… (y enfatiza con un gesto) es lo máximo, es lo más grande.

HT: Yo sentía eso ayer, su devoción por Bach mientras lo interpretaba.

JR: Sí, sí.

HT: ¿Cómo ve el trabajo de su hijo?

Joseph Röösli sonríe, también Ananda.

JR: Yo amo la música y también estos instrumentos nuevos que tienen un sonido más folclórico. Mi hijo ha viajado mucho, ha conocido muchos países, ha estado en la India.

HT: ¿Cómo surgió la idea de tocar juntos?

Ananda interviene admitiendo que fue idea suya y añade, refiriéndose al disco “Hang & Orgel”, que se interpretó en la segunda parte del programa.

Ananda: El disco surgió de una improvisación. Mi padre improvisa sobre temas míos. Pero el órgano que él toca en la grabación es mecánico, no electrónico como el de esta iglesia, y tiene cuarenta registros. De flauta, trompeta, oboe… Fue construido en 1684 y restaurado en 1914.

Ananda Stephan Röösli

HT: Ayer me parecía que por momentos era preciso contener un poco al órgano para no cubrir los sonidos del hang, y a veces lo soltaba y el órgano cubría al hang, como una ola…

Ambos asienten y Ananda explica que en la grabación él tenía tres micrófonos y un amplificador para compensar el enorme potencial sonoro del órgano.

HT: ¿Es la primera vez que vienen a Cuba?

JR: Sí.

HT: ¿Y qué les parece?

JR: Es muy interesante, la gente es muy amigable. Pero siento que la situación es difícil para la mayoría.

En ese mismo instante comienzan a tañer las campanas llamando a misa. Me dirijo a la esposa de Joseph y le pregunto si es también músico. Me confirma que estudió flauta, y ahora, retirada como intérprete, trabaja como profesora de música. Me cuenta las dificultades que tuvieron para que la iglesia aceptara la idea de ese concierto ya que la música no le parecía “lo suficientemente religiosa”.

Nos despedimos. Con admirable sencillez, el gran músico y su esposa nos dan las gracias. Yo insisto:

HT: No, no, gracias a ustedes.

En la noche escuché varias veces el disco, regalo de Joseph Röösli, improvisaciones al órgano. Como una extensión del concierto de la víspera, pensé que la música es no sólo un paliativo sino un elemento vivo de regeneración.

Pensé en Cuba, minada ahora mismo de ritmos que destilan violencia, con líricas, más que obscenas, vacías, donde la gente no sólo se libera emocionalmente sino aprende cómo ser peor.

Y recordé las palabras del teósofo de la India, C. Jinarajadasa, sobre la necesidad de que: “…el Estado del porvenir reconozca que formamos los ciudadanos no sólo en las escuelas sino que supremamente los formamos en las salas de concierto…”
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(*) Entrevista relacionada

3 thoughts on “Pararse al borde del infinito

  • Excelente cronica , mira que tener esa gran suerte de poder escuchar y ver actuar a estas personas, realmente son articulos digno de leer dos , tres veces, es necesario para nuestro pais conocer de esta actuaciones que pasan desapercivida, conocer poder nutrirnos del verdadero conocimiento , no soy un conocedor de la musica pero pienso que con estos articulos podemos conocer y aprender mucho de culturas y musica que no hemos podido escuchar , gracias por el articulo muy bien redactado, solo que se podria haber indagado mas con estos ilustres musicos, proyectos , trabajos futuro.Algo asi , nada vale mucho el articulo , nuevamente muchas gracias.

  • por favor, préstame el disco para oirlo!

  • De vez en cuando me voy a conciertos gratis de órgano en la “National Cathedral”.
    Nada como estar sentado frente a un órgano y escuchar la música inundar un espacio tan grande.
    y tiene toda la razón la música de órgano de Bach es colosal!

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