Cosas de negros… y de blancos
Dmitri Prieto
A partir de un extraño intercambio de cartas entre un grupo de personalidades públicas afro-norteamericanas y varios representantes de la intelectualidad cubana, el tema de la problemática “racial” de Cuba repentinamente adquirió un alto perfil internacional.
Con Obama de presidente, puede ocurrir alternativamente que el interés mediático por esos asuntos “se encienda y se apague” cíclicamente como el fuego de Heráclito, o bien que se trate sólo de un énfasis coyuntural, o bien que el tema se convierta en un atractor permanente. Al menos para el público de Havana Times, sabemos que el tema “racial” de Cuba es uno de sus preferidos; basta con mirar la columna de los posts más populares.
Ante esta situación, quisiera referirme a la disimilitud de las perspectivas con las que la “raza” se ve en los EE.UU. y en Cuba. Contrariamente a lo que muchos imaginan, no es sólo una consecuencia de lo ocurrido en Cuba después de 1959 (y en los EE.UU. después de los grandes momentos de la lucha por los derechos civiles de los afro-norteamericanos), sino también en gran medida de la historia previa, que se remonta a los inicios mismos de la colonización europea de América.