Cosas de negros… y de blancos

Dmitri Prieto

El debate racial no es el debate sobre una sola “raza.”  Foto: Caridad
El debate racial no es el debate sobre una sola “raza.” Foto: Caridad

A partir de un extraño intercambio de cartas entre un grupo de personalidades públicas afro-norteamericanas y varios representantes de la intelectualidad cubana, el tema de la problemática “racial” de Cuba repentinamente adquirió un alto perfil internacional.

Con Obama de presidente, puede ocurrir alternativamente que el interés mediático por esos asuntos “se encienda y se apague” cíclicamente como el fuego de Heráclito, o bien que se trate sólo de un énfasis coyuntural, o bien que el tema se convierta en un atractor permanente. Al menos para el público de Havana Times, sabemos que el tema “racial” de Cuba es uno de sus preferidos; basta con mirar la columna de los posts más populares.

Ante esta situación, quisiera referirme a la disimilitud de las perspectivas con las que la “raza” se ve en los EE.UU. y en Cuba.  Contrariamente a lo que muchos imaginan, no es sólo una consecuencia de lo ocurrido en Cuba después de 1959 (y en los EE.UU. después de los grandes momentos de la lucha por los derechos civiles de los afro-norteamericanos), sino también en gran medida de la historia previa, que se remonta a los inicios mismos de la colonización europea de América.

Hace ya casi un mes (el 14 de noviembre) fui invitado a participar en una jornada de estudio y debate sobre el tema “racial” en el Seminario católico de La Habana.  El Arzobispado de esta ciudad y su revista “Espacio Laical” circularon invitaciones a un gran número de intelectuales y ciudadanos que han mantenido un visible interés público por tales problemáticas sociales.

Me llamó mucho la atención de que según el antropólogo Antonio Martínez, quien presentó una ponencia titulada “Aspectos antropológicos de la cuestión racial,” la percepción de la población cubana y en especial de los intelectuales sobre la importancia del factor “raza” desde un punto de vista biológico es opuesta a la que se observa en EE.UU. y algunos países de Europa.

Es decir, el “sentido común” cubano tiende a considerar que la “raza” biológica de las personas es un dato significativo a tomar en cuenta, mientras que el criterio contrapuesto consistía en que la racialidad –asumida desde una perspectiva biológica- no constituía un dato clave (por ejemplo, para las capacidades de la persona en el ejercicio de determinados oficios, o para su susceptibilidad a algunas enfermedades).

En tal sentido, Cuba apareció en los surveys acompañada de países como Rusia y China. También resultó notable que las clasificaciones populares cubanas según las “razas” difieren visiblemente de las que se usan en otros países.  Por otro lado, este ponente sostuvo que el mestizaje se ha incrementado notablemente en los últimos años, y la mayoría de los niños que nacen hoy son precisamente mestizos.

Otro antropólogo –Jesús Guanche- habló de los aspectos histórico –sociales, y uno de los momentos más notables de su presentación fue el reconocimiento de la existencia de racismo oculto al interior de las instituciones burocráticas; un caso importante es el bajo perfil del proyecto de la UNESCO “La Ruta del Esclavo,” dedicado a rescatar la memoria sobre el tráfico trasatlántico de africanos y la esclavitud en sí.

A pesar de que tal proyecto cuenta con todos los avales institucionales, en la vida real los cubanos de a pie y los turistas que nos visitan tienen muchas más oportunidades de apreciar la presencia histórica de las élites blancas que de los sectores oprimidos por éstas, cuyo trabajo además le proveía a tales élites su sustento.

Prácticamente todo el patrimonio histórico y arquitectónico cubano de la colonia lleva la marca de la opresión; pero normalmente se logra ver sólo el lado “elitista” de esa realidad.  No se trata sólo de la presencia africana; producto del racismo oculto acaba de desaparecer del nombre de un hotel habanero uno de los pocos vocablos confirmados que remitían a los nombres geográficos indígenas.

Esta realidad contrasta con la presencia visible que el tema de la historia de los grupos oprimidos tiene en otros países. Creo que en Cuba sólo estamos al comienzo del camino de la descolonización histórica: hemos tenido buenos aportes intelectuales, pero la opinión pública aún no está sensibilizada con la complejidad de estos problemas.

En los 50 años de intención socialista no ha desaparecido la desigualdad económica entre los grupos “raciales,” según enfatizó el sociólogo Rodrigo Espina. Pero quizás las tesis más polémicas las aportó el escritor Víctor Fowler, quien relacionó el actual interés por la temática racial por el efecto que en la intelectualidad cubana provocó el derrumbamiento de la ideología “marxista-leninista” euro-soviética, cuando muchos fueron a beber de los Cultural Studies norteamericanos, y el postmodernismo llegó a Cuba vistiendo los ropajes de las culturas “minoritarias”: femeninas, gay, afro-ancestrales.  El postmodernismo se esfumó, pero el interés por la voz del “otro” (Otro que tantas veces somos nosotros mismos) parece que llegó para quedarse.

Me gustaría insistir en que la problemática de las “razas” en Cuba sin dudas existe, pero de un modo distinto a como se ve por ejemplo en los EE.UU., en Haití, en Gran Bretaña o en Francia. Lo cual no excluye la solidaridad entre ciudadanos de Cuba que se involucran en las reivindicaciones emancipativas con los de otros países.  Todo lo contrario.  Uno de los grandes textos pioneros del Hip-Hop cubano estaba dedicado a Malcolm X.

Me parece que el camino a resolver las desigualdades y las exclusiones existentes no va por la vía de las declaraciones, sino por la del protagonismo popular.  La creciente importancia del tema “de la raza” en Cuba está visible en estos debates que al interior de Cuba se organizan, y en acciones autoconvocadas como la del 27 de noviembre de este año por el Día de la descolonización histórica, más que en el reciente intercambio  de misivas a través del Estrecho de la Florida.

Pero la clave de todo está en interiorizar que donde hay una relación social (sea esta liberadora o excluyente), ambas partes necesariamente participan.  El debate racial no es el debate sobre una sola “raza.”  En Cuba no hay “cosas de negros”… que no sean al mismo tiempo “cosas de blancos.”

Dimitri Prieto-Samsonov

Dmitri Prieto-Samsonov: Me defino por mi origen indistintamente como cubano-ruso o ruso-cubano. Nací en Moscú, en 1972, de madre rusa y padre cubano; viví en la URSS hasta los 13 años, aunque ya conocía Cuba, pues veníamos casi todos los años de vacaciones. Habito en un quinto piso de un edificio multifamiliar, en Santa Cruz del Norte, cerca del mar. Estudié Bioquímica, Derecho (ambas en La Habana) y Antropología (en Londres). He escrito sobre biología molecular, filosofía y anarquismo, aunque me gusta más leer que escribir. Imparto clases en la Universidad Agraria de La Habana. Creo en Dios y en la posibilidad de una sociedad donde seamos libres. Junto con otra gente, en eso estamos: deshaciendo muros y rutinas.