Perdón, no tengo cambio

Dmitri Prieto

Estudiante en La Habana.  Foto: Caridad
Estudiante en La Habana. Foto: Caridad

Cuando Obama ganó las elecciones, eran muchas las expectativas y las esperanzas.  No era sólo por lo del primer negro en la Casa Blanca; también transmite indudablemente una imagen de líder dinámico y carismático, hombre joven que es, sonriente, franco y laborioso, con excelente dominio de la palabra y del público, que viaja con su bella esposa Michelle y sus dos niñas.

Decididamente no era el tipo de persona que en Cuba estábamos acostumbrados a asociar con el cargo de “President of the United States.”

Barack Obama ha resultado paradójico para los analistas políticos.  Más aún lo es para el “ciudadano de a pie.”  Me alegraba el año pasado apreciar la esperanza en las voces y en las miradas de colegas de Norteamérica, me agradaba mucho ver que sentían sinceramente que su país arribaba a un momento clave para quitarse de encima la maldición geopolítica imperial, y el dudoso honor de ser el único territorio primermundista donde las leyes no prevén una cobertura universal de sus habitantes con los derechos sociales básicos.

Me agradaba solidarizarme con el sentir de esos colegas, pero la duda me roía por dentro.

A un año de las elecciones, la realidad es otra.  Y en Cuba también soplan otros aires. Lamentablemente las noticias que nos llegan a los cubanos no con alentadoras.

Obama en la Casa Blanca.
Obama en la Casa Blanca.

La base de Guantánamo con su centro de torturas sigue ahí; habrá otras 7 nuevas bases militares en territorio colombiano (no sabemos si también se les ocurre poner allí centros de torturas, pero no hay elementos que nos prohíban pensarlo).

En Honduras un golpe de Estado derribó a un presidente liberal que había emprendido tímidas alianzas políticas y reformas sociales, y EE.UU. está brindando su apoyo al reconocimiento de los resultados de las espurias elecciones en ese país.

No está claro cuál será la actitud frente a un posible diálogo con Cuba; pero en las últimas respuestas que Obama brindó a una bloguera de la isla no asoma ni sombra de la decisión y el coraje que los hombres públicos necesitan para ejercer un verdadero liderazgo.

Parece que hemos sido rehenes de determinados preconceptos que asocian el simple cambio del color de la piel del líder con un cambio histórico de una nación: un nuevo tema para los teóricos de la raza y la exclusión.

Aunque en realidad seguimos siendo rehenes de los múltiples establishments burocrático-capitalistas y militares que entran en componendas entre ellos para mantener el status quo.

En cuanto al tema de Cuba y del bloqueo, la espera de “gestos” parece una postura tímida y conformista que favorece a los elementos más retardatarios.  Sería mejor decir que a Barack no le interesa Cuba… porque sin iniciativas contundentes de su parte, todo seguirá igual.

Es una pena. Hace unos meses, varios miembros de la academia cubana solían ir a los encuentros públicos vistiendo t-shirts y gorras con la imagen o el nombre del recién electo presidente.  Era sin duda un reto a los estándares imperantes en mi país.

Pero esos mensajes cristalizaban en mi corazón en una mezcla de sentimientos de compasión, ingenuidad, y dolor.  Hoy me doy cuenta que mi pesimismo tenía fundamento.

Ahora Obama tiene también un Nobel de la Paz, y por suerte parece que su reforma de salud va viento en popa.  La reforma de salud en un país como EE.UU. es un logro válido; podría ciertamente merecer un Nobel.  Pero la “paz” en el mundo y en Nuestra América sigue con el enérgico y liberal Obama en las mismas condiciones precarias que con el canoso y fundamentalista Bush.  No hay avances.

Hoy Barack me recuerda a los cobradores de las guaguas habaneras, o las máquinas automáticas dispensadoras de refrescos en Londres: No change, sorry!

Dimitri Prieto-Samsonov

Dmitri Prieto-Samsonov: Me defino por mi origen indistintamente como cubano-ruso o ruso-cubano. Nací en Moscú, en 1972, de madre rusa y padre cubano; viví en la URSS hasta los 13 años, aunque ya conocía Cuba, pues veníamos casi todos los años de vacaciones. Habito en un quinto piso de un edificio multifamiliar, en Santa Cruz del Norte, cerca del mar. Estudié Bioquímica, Derecho (ambas en La Habana) y Antropología (en Londres). He escrito sobre biología molecular, filosofía y anarquismo, aunque me gusta más leer que escribir. Imparto clases en la Universidad Agraria de La Habana. Creo en Dios y en la posibilidad de una sociedad donde seamos libres. Junto con otra gente, en eso estamos: deshaciendo muros y rutinas.

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One thought on “Perdón, no tengo cambio

  • Muy atinado Dima, dará que hablar este post entre nuestros liberales….yo señalé todo esto en medio de la Obamomanía postelectoral, aunque confieso que creo al hombre un tipo decente entrampado en su establishment….cosa que no es privativa del Imperio

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