La costumbre es más fuerte que…
La más alta dirección del gobierno actual, ha sobredicho que deben ser restringidas una serie de gratuidades de las que ha gozado hasta hoy la población y las que el Estado no está en condiciones de mantener.
La más alta dirección del gobierno actual, ha sobredicho que deben ser restringidas una serie de gratuidades de las que ha gozado hasta hoy la población y las que el Estado no está en condiciones de mantener.
Confieso que soy neófita en asuntos de peculio, pero sí que sé darme cuenta de cuando la cuenta no da.
Iba en un transporte público y la expresión desenfadada de un niño de unos 9 años, con su uniforme de pionero, llamó la atención de los que estábamos próximos a él y a su madre, e inmediatamente apareció la risa de todos como celebrando la ocurrencia del infante.
Mi ciudad como todas las de Cuba era pletórica de hoteles. Visitantes de toda procedencia podían disfrutar sin contratiempos del inmediato alquiler en el centro o en las periferias un sitio donde albergarse.
Hacerse Santo, recibir los guerreros o la mano de Orúla, despojarse, quitarse una wuenbá, tirarse los caracoles, ¡Aché!, son frases comunes para nuestra gente.
Hace algunos años en calles de las principales ciudades del país se han colocado unas cámaras de seguridad que en principio llamaron la atención de la población.
Como es por todos sabido la prensa en Cuba carece de muchas libertades, en sus grandes zonas de silencio están las llamadas Crónicas Rojas que refieren a tragedias cotidianas, eventos criminalísticos u obituarios donde la muerte es un denominador común que instrumenta el drama de estos tiempos convulsos.
Se inicia un nuevo año, atras quedo diciembre, donde desde muy temprano las familias cubanas se afanan por resolver con tiempo: una pierna de cerdo, una caja de cerveza, botellas de ron o el tan gustado ñame para la cena criolla de fin de año, que es una tradicion.
Nuestro país en medio de un embargo económico, sin grandes riquezas naturales y a causa de otras cuestiones a las que no quiero referirme, de hecho, inmerso en el subdesarrollo, nos hace ser testigos a diario de una abrupta subversión de valores.
Contaba mi abuela que en sus tiempos el sectarismo social era manifiesto. Los sitios de confluencias se definían por razas, status u otras formas y aunque esta era una práctica segregacionista, la actitud de las gentes denotaba normas de educación social, individual y colectiva.