Aché para los impuestos
Dariela Aquique
Hacerse Santo, recibir los guerreros o la mano de Orúla, despojarse, quitarse una wuenbá, tirarse los caracoles, ¡Aché!, son frases comunes para nuestra gente.
Las religiones son de gran arraigo popular. La creencia y práctica de las llamadas Religiones Afrocubanas, es habitual y la regla de Ocha y la regla de Palo Monte son las más difundidas.
De ellas, los nombres, atributos, rituales, cantos y bailes son a todos familiares. No hay una barriada que un 3 de diciembre, víspera de Changó (Santa Bárbara) o 17 de diciembre, víspera de Babalú Ayé (San Lázaro), no tenga un bembé (fiesta para los santos con toques de tambores batá).
La Ochá (Santería) es ahora mismo una tendencia en boga que ha degenerado de su esencia ancestral para convertirse en una fuente de ingresos económicos y forma de lucro de muchos que, en nombre de la fe religiosa, cobran sumas irrisorias por los llamados trabajos u obras. Encontramos muchos iyabbós (iniciantes), vestidos de blanco durante un año entero y cumpliendo lo que les dictó el Itá (lista de prohibiciones y mandatos), según el tablero de Ifá (sagradas escrituras).
Lo cierto es que consultarse o un remedio espiritual, asciende a cifras sorprendentes. Ahora cobran sus honorarios en moneda libremente convertible. En los altares, no se encuentran ya las típicas comidas de los Patakines africanos (leyendas yorubá), sino que se les ofrendan manzanas y hasta champan.
Los practicantes compiten en cuanto a las solvencias financieras y parece que tendrá mayor poder el Santo hecho con más lujo y de mano del Padrino con más posibilidades. En euros o dólares americanos, en pesos convertibles o sus excesivos equivalentes en moneda nacional darán cuenta de la efectividad de sus fetiches.
En el centro de una zona muy folclórica en Santiago de Cuba, la casa de Jacobo, la de Rosa la china o la calle de Martí y Moncada, son sitios muy frecuentados.
En ellos se expenden objetos y materiales de toda índole para dichas prácticas: ídolos artesanales, hojas, herramientas para santos y brujerías, etc. Aquí encuentra usted cualquier cosa.
Esto hace que, por supuesto, los economistas con visión suspicaz burocraticen estas acciones y hagan que ellos no escapen al fisco y sus nuevas normativas y tarifas. Según reza en la GACETA OFICIAL, los productores vendedores de artículos religiosos y de animales con este fin, tendrán que acogerse al plan de patentes y pagos de impuestos.
Así que ahora hasta los Santos contribuyen su poquito con la “restauración” de la economía del país. ¡Aché…!