Pasear, comer… y leer

Yusimí Rodriguez

Feria-1HAVANA TIMES — “La semana que viene, voy a venir con la jeva a pasear un poco, comernos unos pollos y mirar un poco de libros”. Esas palabras las decía un hombre a su amigo. Yo viajaba en el mismo ómnibus y pasábamos junto al Complejo Morro Cabaña, sede de la Feria Internacional del Libro.

No sabía si entristecerme o soltar una carcajada. Pensé en el triunfalismo oficial cuando cita las astronómicas cifras de visitantes a la fiestas del libro, como llaman a la feria.

¿Qué pasaría si hiciéramos una encuesta sobre los intereses de esos visitantes? Mientras aquel hombre pensaba en el pollo que se comería con su «jeva», yo calculaba los libritos que podría comprar con mi sueldo.

No serían muchos. Incluso los precios en moneda nacional son caros, si se tiene en cuenta que la media de los salarios está entre los trescientos y los cuatrocientos pesos mensuales. Menos, en muchos casos. ¿Qué porciento del salario representa un libro que cuesta diez, quince o veinte pesos? ¿Cuántos puede comprar una jubilada?

Pero cinco o seis años atrás, aparte de los precios de los libros, nos quejábamos de la falta de oferta gastronómica en moneda nacional. La gente pasaba horas haciendo colas para comprar libros, y salían de allí con jabas llenas. Y con el estómago (y el bolsillo) vacío.

Ahora, la oferta gastronómica se ha ido volviendo cada vez más atractiva: pizzas a su gusto, pollo frito o asado, con arroz congrí vianda y ensalada, brochetas de cerdo, dulces, refrescos, helados. Todo en moneda nacional. Carísimo, pero en moneda nacional.

Feria2Aunque también hay ofertas más económicas: torticas, galletas dulces o de soda, bocaditos de jamón, palomitas de maíz. Y todo en moneda nacional.

La oferta gastronómica se ha vuelto tan atractiva, que este año he visto más personas en los quioscos donde se venden comestibles, que en el recinto ferial propiamente.

Una vecina me contó que su sobrina había ido a la Feria, pero había regresado sin libros. “Me dijo que había paseado y mirado, pero el dinerito que llevó lo gastó en sentarse a comer”. Curioso, la muchacha es estudiante de medicina.

Ante la falta de opciones recreativas, accesibles a los bolsillos, darse un paseo hasta La Cabaña, caminar, encontrarse con amigos, mirar las atractivas ediciones de las editoriales extranjeras, las artesanías, y luego sentarse a comer algo rico en moneda nacional, no es una mala opción.

Y si además, usted se llevó a casa un libro, ya sea de cocina o una obra de la literatura universal o nacional, tuvo un día provechoso.

Sin embargo, muchos miran esta edición número veintidós de la Feria Internacional del Libro, con cierta tristeza: “es que no hay ambiente de feria, dicen”. En la liberaría en moneda nacional, se ven muchos libros publicados durante años anteriores. Pero hay pocas novedades.

Se ven pocas personas también, en comparación a otras ferias. El martes 19 de febrero, cuatro días después de que el evento abriera sus puertas al público, a las dos de la tarde, vi más personas en una cola para hacerse un tatuaje (no es permanente) en el pabellón árabe, que en la librería en moneda nacional.

Podría atribuirse al hecho de que era un día laboral, pero los stands dedicados a la venta de tarjetitas con el signo Zodiacal, los libros más pequeños del mundo (verdaderas joyitas) y otros souvenirs, estaban llenos y la gente compraba. Todos estos souvenirs se venden en la moneda libremente convertible con la que no nos pagan a los cubanos.

Feria3Sin embargo, los amantes de la literatura también tuvieron la oportunidad de asistir a presentaciones de libros como «Otras mitologías», Letras Cubanas 2012, de la poeta Reina María Rodríguez, y adquirirlo en moneda nacional, así como a conferencias, premiaciones, y lanzamientos de revistas nacionales y extranjeras, que se distribuyeron de forma gratuita.

Incluso sin tener dinero, usted podía abandonar La Cabaña con algunos libros interesantes. En el Pabellón Árabe, obsequiaron libros sobre el Islam, además de poesía y narrativa.

Siento que el libro empieza a perder protagonismo en la Feria del Libro, y que esa es la tendencia. La feria convierte en otro lugar de consumo, no solo cultural. Pero también pienso que cada uno tiene el derecho de asistir al evento con sus propios propósitos y expectativas.

Hay productos para casi todos los gustos e intereses. Incluso vi a la venta un disco de una exitosa telenovela mexicana.

De todas formas, no faltan quienes exprimen el salario, para comprar un libro, e intentan cultivar el interés de los hijos por la lectura. Quizás esos no puedan consumir otra cosa que palomitas y maní en la feria; quizás son o llegarán a ser minoría. Pero aún así serán los que den más sentido a la Feria del Libro.

NOTA: La Feria Internacional del Libro se concluyó el domingo 24/2 su segmento de la capital. Ahora, durante las próximas dos semanas abrirá en las diferencias provincias del país.

 

One thought on “Pasear, comer… y leer

  • Y aquí cabe perfectamente el dicho: “la panza es primero”!

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