Las montañas de basura, diana del malestar de los cubanos

Bloquear el paso de los carros con los desechos del basurero de la calle Reforma, esquina a Rodríguez en Luyanó, ha sido una alternativa para llamar la atención sobre el asunto / 14ymedio

En Luyanó los vecinos esparcieron la basura hasta bloquear la calle y en otras zonas de La Habana han prendido fuego a las montañas de desechos

Por Natalia López Moya (14ymedio)

HAVANA TIMES – Un estrecho paso para las motos y las bicicletas era lo que quedaba este lunes de la calle Reforma, esquina a Rodríguez en Luyanó, La Habana. Un vecino, molesto por los desperdicios que llevan semanas acumulándose en el lugar, los esparció hasta crear una barrera que impedía el acceso de vehículos, una de las tantas formas en que los cubanos protestan por el colapso del sistema de recogida de basura.

Desde los balcones, algunos animaban al hombre a que colocara ramas, cajas y bolsas con residuos para bloquear totalmente el tráfico. “¡Dale, dale, a ver si ahora vienen!”, gritaba indignada una mujer que añadía: “¡Esto nunca se había visto en este barrio, ni en los peores tiempos!”. Las exclamaciones de otras personas reforzaban la situación de desespero que se ha adueñado de los habaneros que llevan meses viviendo entre la suciedad y los desechos.

“Los carros tienen que virar porque cuando se acercan a la esquina se dan cuenta de que no se puede pasar”, cuenta Adela, una vecina de las cercanías que observaba todo desde la puerta de su casa en la planta baja. “Esto no es contra nadie en particular. Aquí hay gente que vive en esta cuadra y no ha podido sacar su carro por ahí, esto es para que nos hagan caso y se lleven toda esa porquería”.

Parte del basurero de la esquina de Estancia y Conill, en Nuevo Vedado, La Habana, quedó reducido a cenizas / 14ymedio

A pocos metros de ahí, un día antes, “le dieron candela al basurero de la calle Rodríguez y Villanueva”, cuenta a 14ymedio un vecino de la barriada. El muro azul tras la loma de desperdicios se veía chamuscado este lunes después de que las llamas ardieran por largos minutos y redujeran a cenizas parte de la montaña de residuos, especialmente las hojas secas, los trozos de madera y los cartones.

“Después de un rato vinieron los bomberos y hasta la Policía, pero nunca llegó la Empresa de Comunales a recoger todo esto”, lamenta el hombre. “Estaban preguntando si alguien vio quién le prendió candela, pero nadie dijo nada, la gente está muy encabronada y aquí hasta el más decente puede ser el que inició el incendio, porque todos estamos desesperados”. 

En Nuevo Vedado, el basurero de la calle Estancia y Conill también se prendió este fin de semana, durante la tarde del sábado. En esa misma cuadra, pero en la esquina contraria, se había incendiado en enero pasado la loma de escombros y restos que no ha dejado de crecer desde hace más de un año y medio, aunque la empresa Comunales ha hecho algunos intentos, esporádicos, de eliminarla. 

Entre quienes habitan en las cercanías, la opinión compartida es que ninguno de los dos siniestros fue casual. “Prender los basureros es una forma de llamar la atención”, asegura un vecino de la cercana calle Marino. “Solo vienen a recogerla cuando se reporta un fuego, llegan después de los bomberos, si es que llegan, pero cuando seguro no van a venir es si no pasa nada”.

Entre quienes habitan en las cercanías, la opinión compartida es que ninguno de los dos siniestros fue casual

En Holguín, la noche de este domingo el panorama era similar. Cuando oscureció se inició un incendio en el basurero del reparto Villa Nueva 3, donde residen fundamentalmente oficiales y miembros del Ministerio del Interior. “Mi mujer llamó a los bomberos y le dijeron que ya el fuego estaba reportado, vimos que tenía cinco puntos diferentes en los que se estaba quemando”, cuenta Luis, residente en la zona.

“Lo peor era la peste, pero la gente reaccionó de una manera que nunca había visto porque casi que se alegraban, todo el mundo decía que ahora sí se iba a resolver el problema”, detalla. A la mañana siguiente, el enorme basurero seguía en el lugar, ennegrecido por la combustión, pero intacto en sus olores y extensión.

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