La intransigencia no es revolucionaria
HAVANA TIMES, 10 abril — El pasado domingo el Presidente Raúl Castro dio continuidad a un discurso de lenguaje flexible, que trata de brindar esperanzas para el futuro; pero sin ofrecer cambios sustanciales concretos. La vida enseña que si se quieren resultados distintos, no se puede seguir haciendo lo mismo.
“Fomentar la discusión franca y no ver en las discrepancias un problema, sino la fuente de las mejores soluciones…Debemos suprimir con toda intencionalidad cuanto alimente la simulación y el oportunismo. Aprender a colegiar las opiniones, estimular la unidad y fortalecer la dirección colectiva…” Expresó el General-Presidente en el IX Congreso de la UJC y en esto lo apoyo totalmente.
¿Qué relación tienen estas líneas, con la intransigencia de otros párrafos del mismo discurso?
¿Cómo es posible fomentar la discusión franca, eliminar la simulación y el oportunismo, colegiar las opiniones, estimular la unidad y fortalecer la dirección colectiva y, al mismo tiempo, continuar con el viejo modelo económico estatista asalariado que solo se pretende actualizar y no cambiar, íntimamente relacionado con el sistema político burocrático, centralizado, verticalista, sectario, autoritario e intransigente que ni siquiera se menciona como objeto de las transformaciones?
¿Cómo lograrlo sin diálogo real ni entre los propios revolucionarios, sin dar espacio en la única prensa del país a las opiniones de los comunistas y revolucionarios que promueven una perspectiva socialista distinta a la oficial-fracasada y expulsando de sus trabajos a quienes envían o reciben correos que tratan estos temas?
No hay duda sobre los deseos de las dirección histórica de evitar la reversión de la Revolución, pero su obstinación en continuar con el fracasado modelo de corte neoestalinista, su resistencia al diálogo y su intolerancia sí ponen en tela de juicio su disposición a dar pasos concretos en dirección a la socialización y democratización del poder económico y político, única posibilidad real de garantizar la continuidad histórica del proceso revolucionario.
No se trata de andar más rápido, sino de cambiar de senda, abandonar la lógica capitalista de la obtención de ganancias, por medio del trabajo asalariado, concentradas en poder de unos pocos que deciden sobre su uso.
¿Desde cuándo la intransigencia es revolucionaria? ¿Desde cuándo tiene algo que ver con la dialéctica marxista? ¿Desde cuándo la flexibilidad es incompatible con la disposición a triunfar? ¿Desde cuándo tolerancia es sinónimo de vacilación? ¿Negociar de capitular? ¿Conceder de perder?
Seamos tan flexibles como el acero que se dobla y no se parte, pero no tan duros como el cristal que se raja fácilmente al menor contacto.
El cerco en la Sierra no fue derrotado por la intolerancia de los alzados, sino por la disposición y la confianza en el triunfo, por la flexibilidad del “muerde y huye,” el cambio constante de posiciones y el apoyo del “Llano.” Ganamos en Girón no por nuestra intolerancia sino por la capacidad de combinar flexiblemente la milicia, con la policía, la aviación, la caballería, la artillería y la infantería. En 1962 no hubo una guerra nuclear gracias a la tolerancia de otros, no a la intransigencia de los dirigentes cubanos.
¿La Revolución Cubana sigue en pié después de la caída del campo socialista gracias a su intransigencia? ¿O a los cambios trascendentales en la economía, en las relaciones internacionales y en el propio sistema del Poder Popular entre 1989 y 1996 que luego se empezaron a desmontar cuando se sintió el apoyo del petróleo de Chávez?
¿Habrá que recordar para qué sirvió tanto estatismo, tanta “dictadura del proletariado,” tanto partido único, tanto autoritarismo, tanto comunismo extremista antidemocrático en Europa?
¿Habrá que recordar para que sirvió tanta intransigente lucha armada en América Latina? ¿Habrá que recordar cuánta tolerancia ha tenido el pueblo cubano con los fracasados planes económicos en medio siglo de mismo gobierno? ¿Habrá que recordar que solo la tolerancia de muchos comunistas y socialistas cubanos de hoy mismo, ha evitado una escisión del campo revolucionario ante tanta intransigencia de la dirección histórica?
La paz solo puede conseguirse por medios pacíficos, el socialismo por medios socialistas, la democracia por medios democráticos, la libertad por medios libertarios, el entendimiento por medio del diálogo, un mundo nuevo con medios y métodos nuevos.
La gloria que se ha vivido es mucha, pero mucha mayor e imperecedera pudiera ser hoy, y muy distinto sería este mundo, si todos los revolucionarios del siglo XX hubieran sido más tolerantes y verdaderamente democráticos y libertarios como corresponde al socialismo.
Si la dirección histórica no desea ella misma enterrar la revolución cubana, deberá abandonar esa intransigencia pedestre, que más parece guapería suicida heredada de ancestros belicosos, que política martiana, científica y revolucionaria.
¿Habrá que recordar que la viril, valiente e intransigente actitud del General Antonio Maceo en la Protesta de Baragüá, tuvo que ser trocada, en flexible actitud, poco tiempo después, por una retirada pactada con el enemigo para evitar su innecesaria inmolación, la de muchos otros mambises y la frustración de la revolución misma?