El triste caso del boxeador cubano Andy Cruz

Andy Cruz. Foto: infobae.com

Por Ronal Quiñones

HAVANA TIMES – Varias han sido las figuras de renombre del deporte cubano que abandonaron la isla en los últimos meses. No importa que los campeones olímpicos reciban un importante estímulo económico, así y todo el canoísta Fernando Dayán Jorge, flamante monarca en Tokio 2020, y el luchador Ismael Borrero, titular en Río de Janeiro 2016, decidieron marcharse del país.

Lo mismo hizo el medallista de plata Juan Miguel Echevarria en la cita estival japonesa, la principal promesa mundial del salto largo. Quizás a ninguno de ellos les pareció bien que cuando antes cobraban 300 CUC, que en Cuba era incluso más que un dólar estadounidense, ahora les pagaran al cambio oficial 7200 pesos cubanos, lo cual ahora mismo equivale a unos 70 dólares. Evidentemente la diferencia es bien notable.

Pero bueno, todos ellos ya respiran otros aires, y aunque algunos se desvinculen del deporte, tienen planes por cumplir y no tienen que rendirle cuentas a nadie de lo que hacen, ni hacer propaganda.

En cambio, hay un deportista de elite que se encuentra ahora mismo en una situación muy delicada y es el boxeador Andy Cruz. La gran estrella de la escuadra cubana, por sus condiciones sobre el ring, ahora es el gran apestado.

Se dice (esto solo lo confirmaremos cuando el propio Andy esté en completa libertad para hablar) que fue el capitán del equipo, Julio César La Cruz, quien alertó a las autoridades de que su compañero pretendía abandonar el país en el tope que marcó el regreso de los cubanos al boxeo profesional luego de más de 60 años.

Aquel cartel que finalmente se desarrolló en México en el mes de mayo no contó con la presencia del bailarín, quien fue borrado de la lista de participantes pocos días antes de la partida.

La venta de su auto particular levantó sospechas, lógicas porque en Cuba ese es un lujo del que nadie se desprende a menos que su situación económica esté al límite (no era el caso) o que pretenda marcharse a otra parte. Según dijo el propio La Cruz posteriormente, comentó a sus superiores que el objetivo de su compañero era comprarse un auto mejor, no abandonar el país, pero aun cuando esto fuera cierto ya es una cuestión para que se le mirara con lupa al nacido en Matanzas.

Tampoco lo ayudó el hecho de haber participado en video clip con la canción “Pesteman”, dedicada según los que saben a La Cruz.

Luego se intentó una burda maniobra publicitaria en la cual Andy, con un lenguaje corporal en el cual era palpable que no sentía lo que decía, afirmaba que no había ningún problema con él, y que esperaba reincorporarse pronto con los Domadores, nombre de la selección nacional cubana.

Sin embargo, llegó el Campeonato Nacional Playa Girón y su nombre no estuvo entre los participantes. Ahí fue cuando ya todos se dieron cuenta de que había algo mucho más profundo detrás de su figura, y no era precisamente bueno.

Pocos días después medios de otros países comenzaron a decir que el bicampeón olímpico de los 64 kilogramos se encontraba en República Dominicana, o en un destino desconocido según la fuente consultada, pero en cualquier caso, fuera de Cuba.

Aunque confío en que la intención de quienes publicaron esos informes era la mejor, ante un aparato represivo completamente engranado fue la señal de alerta para ponerse en función de localizar a Andy, dondequiera que estuviese, y para desgracia del pugilista, todavía se encontraba en suelo cubano.

Una primera nota oficial a fines del pasado mes habló de intento de salida, de que el también bicampeón del mundo estaba preso en una cárcel del oriente cubano, y que posteriormente se tomarían las medidas correspondientes.

Esta semana salió la segunda nota, en la cual, como era de esperar, se apartó oficialmente a Andy del deporte cubano, lo cual implica una lápida sobre su carrera y un pesado fardo en sus aspiraciones de vivir en otro lugar. De hecho, no tiene derecho a que se le confeccione un pasaporte, por lo cual su única salida es abandonar la isla de manera ilegal, como hicieron otros antes.

Enseguida viene a la mente el nombre de Yordenis Ugás, campeón en el profesionalismo, quien vivió una situación parecida, aunque mucho menos mediática, cuando una década atrás tuvo que irse por vías no convencionales.

Ugás perdió un par de años de carrera, y eso es lo que parece esperarle a Andy, quien tiene un futuro mucho más promisorio que el santiaguero, célebre luego de superar el pasado año a una leyenda como el filipino Manny Pacquiao.

Sin pasaporte, y solamente con la opción de “violar la ley”, en estos momentos el matancero debe ser uno de los hombres más vigilados de Cuba. Su figura es demasiado poderosa como para que escape de la Isla y pueda desahogarse personal y deportivamente en otra nación.

Si hubiera una manera de pedir la solidaridad internacional para con él la pediría, pero sé que eso no funcionará en su caso. Entonces quienes lo admiramos solo podemos desear que se quite los ojos de encima, tiempo mediante, y logre marcharse definitivamente, para que aproveche los años que le quedan en el deporte, que son unos cuantos y pueden ser también muy exitosos.

El boxeo mundial merece vivir el esplendor de este muchacho de solamente 26 años, que bailaba sobre cuadrilátero al finalizar cada pleito, y también durante, porque muy pocos representaban dignos rivales para su tremenda calidad.

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