El éxodo masivo perjudica a los negocios privados en Cuba
«Se me fueron el maestro dulcero y la económica, así que cerré el negocio»
Por Natalia López Moya (14ymedio)
HAVANA TIMES – Los clientes habituales de una panadería particular en la calle San Lázaro, de Centro Habana, se sorprendieron esta semana al ver a la propietaria del negocio amasando y también operando la caja contadora. «El cocinero se fue del país y ahora tengo que estar como la mujer-orquesta», explica la emprendedora, golpeada por un éxodo que afecta también al sector privado cubano.
«Este es el tercer cocinero que pierdo desde que abrí», explica a 14ymedio la mujer, dueña de un local especializado en panes, dulces y galletas. «Aquí él ganaba buen dinero pero, claro, no se compara». El cocinero «se había apuntado en el parole desde el año pasado y ahora fue que le avisaron que se lo habían otorgado. Desde que lo supo hasta que se fue no pasó una semana, no me dio tiempo a buscar a nadie».
La salida del empleado ha tenido un impacto muy negativo en los ingresos de la panadería. «Ya no puedo hacer dulces por encargo para bodas o fiestas porque no doy abasto. También las variedades de pan que tengo ahora en oferta están muy reducidas, he perdido miles de pesos en pocos días, si comparo las ventas con las que hacía en meses anteriores».
Para evitar sorpresas amargas, después de formar a un empleado en las características de un negocio particular, muchos dueños de mipymes prefieren contar con su propia familia. «Aquí somos mi mujer, mis dos hijas y yo», explica a este diario Luis Mario, propietario de un local que se dedica, fundamentalmente, a preparar bufés para cumpleaños en el municipio de Cerro. «Me siento más seguro porque no se me van a ir de un día para otro sin que yo me entere».
«El año pasado tuvimos contratado un mensajero y si hizo diez entregas, fue mucho. Un día no vino a trabajar y lo próximo que supe de él es que se había ido por la ruta de los volcanes [vía Managua]», cuenta. «El resto de los envíos a domicilio de esa semana los tuve que hacer yo y a partir de ahí decidí que no iba a contratar a más nadie que me pudiera dejar plantado de la noche a la mañana».
No obstante, Luis Mario advierte de que sus dos hijas están esperando también por el parole humanitario para Estados Unidos, pero que se enterará «con tiempo antes de que se suban al avión». De concretarse la salida de las dos jóvenes con sus respectivos maridos e hijos, él y su mujer emigrarán más adelante. «Cuando llegue ese momento lo liquidaré todo y cerraré, pero antes, cuando ya mis hijas no estén aquí, tendré que reducir el número de pedidos que puedo aceptar».
Los efectos más fuertes de esta fuga masiva se dan cuando el emigrado cumple algún rol especializado: técnico en montaje o reparación de equipos, chefs, enfermeras, reposteros, diseñadores y otros puestos que necesitan formación y experiencia. «Se me fueron el maestro dulcero y la económica, así que ahora mismo tengo el negocio cerrado», lamenta Yusimí, dueña de una cafetería en Nuevo Vedado, municipio de Plaza de la Revolución.
«El repostero era muy bueno y joven, la verdad es que parecía un milagro que estuviera todavía en Cuba y ahora el milagro terminó». La empleada que se ocupaba de la contabilidad y las facturas era amiga de la propietaria del local desde que eran adolescentes. «No puedo ni molestarme con ninguno de los dos porque entiendo perfectamente que quieran prosperar allá afuera y lograr sus sueños, pero reconozco que esto me ha hundido. No sé si podré volver a abrir».
Entre las preguntas que desde hace meses se repiten más en las entrevistas de trabajo está, irremediablemente, la que indaga sobre la emigración: «¿Tienes pensado salir del país pronto?», le espetaron a María Eugenia, de 57 años, cuando acudió a una vivienda en El Vedado por un anuncio para cuidar a una anciana postrada. «No me gusta mentir, así que les dije que mi hijo me había iniciado el proceso de reunificación familiar para irme a Estados Unidos», explica.
«Ahí mismo se acabó la entrevista», concluye. «Fueron amables, pero me dijeron que no podían contratarme porque la señora se iba a acostumbrar a mí, se iba a encariñar conmigo y, al final, yo me iba a quedar poco tiempo». Pero María Eugenia cree que ese requisito es excesivo: «¿Quién ahora mismo en Cuba, en edad de poder trabajar, no tiene algún plan para irse de aquí?», y ella misma se responde: «Aunque sea un plan loco, pero lo tiene».
«El mejor equipo es el que está formado por uno solo», sentencia Fernando, técnico en instalación y reparación de aparatos de climatización y refrigeradores. «Trabajé un par de años con mi hijo pero ahora está viviendo en Las Vegas, no he querido contratar a ningún otro ayudante porque esto es casi como un matrimonio, tienes que ajustarte a la otra persona, sincronizarte. Si después se te va, te quedas cojo».
Decidir no contar con un empleado trae limitaciones. Concluye Fernando: «Hay trabajos que no puedo aceptar o tengo que pedirle ayuda al propio cliente que me contrata, pero prefiero pasar por eso y no quedarme un día con las herramientas en la moto, el compromiso previo de instalar un aire acondicionado, y que mi ayudante no llegue porque está en el aeropuerto esperando para subirse a un avión».