¿Cómo afrontan los cubanos la crisis de harina y pan?

Foto: El Toque

Por Glenda Boza Ibarra (El Toque)

HAVANA TIMES – Tres panes cortados a la mitad son seis, y en cada lonchera van tres pedazos. Así garantiza Marianela las dos meriendas diarias de sus hijas en la enseñanza primaria. En la escuela ellas lo distribuyen de la manera que deseen. Marianela también vive con su madre. El cuarto pan que reciben por la libreta se corta a la mitad y garantiza el desayuno de las niñas.

“Antes, con el pan liberado más el de la tienda se podía bandear, pero ahora se depende exclusivamente del de la bodega”.

Marianela cuenta que a veces les regalan algún pan, o ella guarda si le dan en el trabajo. Al cortar la corteza, ella y su madre pueden probar un pedacito. Los fines de semana los pican en varios pedazos y los tuestan.

Como Marianela, otras madres y padres hacen malabares para garantizar la merienda de sus hijos o de familiares enfermos o con edad avanzada.

La más reciente crisis con la harina de trigo en el país ha añadido una preocupación a la deficiente alimentación que existe hoy en la isla.

EL PAN SALVA

Una familia cubana con uno o más niños en casa sabe que el pan es la salvación. “Es chiquito y de mala calidad, pero garantiza el desayuno de mi hija”, comenta Nersa. “Hace tiempo que yo no sé lo que es comer pan —dice—. Somos ella y yo solas, y el mío se lo dejo para la merienda”.

Antes, la merienda de los niños en la primaria casi siempre incluía pan: tostado, en disco, bocadito, con aceite y sal, pero siempre pan. Hoy en las loncheras pueden verse croquetas, pastelitos, chicharritas y cualquier otra alternativa que encuentren los padres para la alimentación de sus hijos.

Algunos deciden hacer pan por su cuenta. Otros prefieren comprar grandes cantidades y congelarlo. “Sí, el pan se puede congelar y luego se tuesta y está apto para comer”, cuenta una madre mientras hace una cola en una de las panaderías de la Cadena Cubana del Pan en Cienfuegos. Allí, las personas marcan desde la madrugada sin saber siquiera si podrán alcanzar. “Me da lo mismo lo que saquen: pan de ajo, pan de gloria o los palitroques”, dice ella.

“Si antes la oferta era poca, imagínate ahora”, coincide a casi 300 kilómetros de distancia un señor de más de 60 años en la panadería de 31 y 42 en el municipio Playa de La Habana.

Según cuenta, una bolsa con diez panes pequeños pasó de costar 80 pesos un día a 150 otro. “Mi mujer es hipertensa y come poco pan, pero a veces untado con aceite y sal puede ser el desayuno y hasta el almuerzo”, se lamenta.

Sentado en el banco sin espaldar del parque cercano, a la espera del comienzo de la venta, recuerda aquellos días en que compraba “choricitos o croquetas” en el quiosco contiguo a la panadería y “desayunaba como un rey”.

“Valían 10 centavos de CUC, pero se lo echábamos al pan especial (de corteza dura) y mejorábamos los fines de semana”, evoca. “De eso han pasado como diez años. Primero se acabaron los chorizos, luego las croquetas, y ahora tampoco hay pan”.

LA BOLA DEL PAN

La publicación de una madre preocupada por la circular 8/22 de la Dirección Municipal de Educación del municipio La Lisa confirmó que el pan no alcanza ni para los círculos infantiles.

El documento fue compartido en redes sociales. En él se explicaba que, debido al déficit de pan, estas instituciones educacionales debían garantizar las dos meriendas diarias a base de jugos, frutas, yogur, natillas, queso y otros alimentos.

El menú propuesto dejó con dudas de su posible cumplimiento a unos cuantos. Pero lo más preocupante para los padres fue que no les permitieran a sus hijos llevar merienda.

“¿Cómo no nos pueden permitir a los padres poder garantizar lo mínimo (señor mío, que solo hablo del pan de la bodega), para que no pasen tanta hambre y poder contribuir en algo a la situación? ¿Cómo no nos van a permitir ayudar, cuando el Estado no puede? Por las razones que sean, pero no puede”, increpó la madre.

Finalmente, no se supo qué respuesta tuvo a su queja, que recibió más de 400 comentarios de aprobación y solidaridad, y fue compartida medio millar de veces.

Días antes, la Empresa Provincial de Comercio de La Habana publicó que habría problemas con el abastecimiento de harina. Una nota del Ministerio de Comercio Interior (Mincin) declaraba que “el país ha buscado alternativas para asegurar la producción del pan de la Canasta Familiar Normada”.

La información de tres párrafos del Mincin aludió a las principales causas del problema con la harina de trigo en Cuba: “recrudecimiento del bloqueo, la actual crisis logística internacional y las limitaciones financieras del país”.

Julio Martínez Roque, coordinador del Gobierno en la capital, explicó que se debe a “atrasos ocurridos con el arribo del trigo y la harina, y los altos precios que tienen hoy en el mercado los servicios marítimos”.

Aunque todavía no hay datos del año en curso, según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información, en 2021 Cuba importó unas 614 mil toneladas de trigo, sémola, harina de trigo y morcajo o tranquillón sin moler. La cifra es la menor de los últimos 17 años.

Martínez Roque anunció que se había decidido “reducir el consumo de harina en la capital” y que no se podía garantizar el pan de consumo social de un grupo de organismos, el de la Gastronomía y el de Educación. El de la bodega, la población penal, los niños sin amparo familiar, hogar de ancianos, hospitales psiquiátricos y el de la Cadena Cubana del Pan “y un nivel para Salud pública” sí estarían garantizados.

Algunos rumores aseguraban que el pan de la canasta básica estaba “comprometido”. Sin embargo, la principal preocupación de las personas era respecto al “pan liberado” y otros alimentos a base de harina. Esos que son la “salvación” de muchas meriendas de niños, ancianos y personas enfermas.

Cada día se repiten las largas colas para comprar pan. Foto: El Toque

NO ESTÁ PROHIBIDA LA VENTA POR PARTICULARES, PERO…

Rumores, información imprecisa, comunicados oficiales y “aclaraciones a la población” sobre la situación del pan en Cuba fueron la comidilla de los últimos días de agosto e inicios de septiembre. La principal preocupación giraba en torno a que sería prohibida la venta de cualquier alimento que llevara harina de trigo. No pocos medios de prensa informaron que eso era solo una bola.

No obstante, aclararon que “todo aquel que tenga sus papeles en regla puede continuar produciendo, ya que hay formas de gestión que están importando la harina”.

Tras la declaración, en muchos sitios se dejaron de vender productos que se confeccionaban con harina de trigo. Algunos negocios tuvieron que cerrar temporalmente, otros simplemente los sacaron del menú.

Las opiniones en cuanto al pan que venden los particulares se dividen en dos, fundamentalmente: aquellos que critican que la harina usada se saque de establecimientos estatales y otros que agradecen a las producciones particulares que puedan tener acceso a productos variados y de calidad.

Marcos es un joven vendedor en un quiosco en Las Tunas. Desde que sacó su licencia de trabajador por cuenta propia como elaborador de alimentos se ha preguntado cómo es posible que aprobaran estas figuras económicas sin ofrecerles garantías de un mercado mayorista estable de materias primas e insumos.

 “Compraba por la izquierda el saco de harina entre seis mil y diez mil pesos. El jarro de harina de cinco libras cuesta 150 pesos o 200 pesos”, confiesa Marcos.

Él cuenta que una vez compró la bolsa de 25 kilogramos en 70 MLC en La Habana y hasta intentó comprarlo a través de cuentas online, pero de ninguna de esas formas le era rentable.

“La gente no quiere que subamos los precios, pero si tengo que comprar la harina en MLC y vender mis productos en CUP, tengo que hacer magia porque si no, la cuenta no da”, concluye.

¿A FALTA DE PAN?

En Las Tunas un casabe de 20 centímetros de diámetro cuesta 20 CUP. En la provincia no ha dejado de consumirse y se vuelve más popular en dos momentos del año: en diciembre, para acompañarlo con carne de cerdo asada y yuca con mojo, y durante las crisis recurrentes con la harina.

El casabe o también conocido como “pan de los indios” es un alimento a base de yuca que cocinaban los aborígenes. El alimento conserva hoy, casi idénticas, las técnicas e instrumentos utilizados en su elaboración.

Varios siglos después, es todavía fuente de alimentación —y salvación— de muchas familias ante la ausencia de pan. Mojado con agua salada; con queso, salchichas o cualquier embutido, como si fuera pizza; o tostado en un poquito de aceite son algunas de las formas de presentación del casabe en las familias orientales.

Casabe cubano

“Salvó a mi hijo durante las vacaciones”, cuenta aliviado un padre. “Se lo servía en el desayuno y el pan podía guardárselo para la merienda. Antes también resolvía con galletas, pero esas están mucho más perdidas”.

En Las Tunas, un paquete de galletas vendidas por “particulares” pasó de 35 y 40 a 160 y 200 CUP en una semana. En Sancti Spíritus de 80 a 110 o 120 CUP. En Cienfuegos, de 30 a más de 50 y 90 pesos. Las bolsas de pan es posible encontrarlas en más de 100 pesos y el llamado pan de flauta o especial pasó de 3, 4, 7 y 10 pesos a 50 o más de 100 CUP en dependencia del lugar.

En Caraballo, un poblado de Ranchuelo conocido por sus galletas saladas, tampoco hay casi oferta. Allí solían detenerse las personas que se desvían por esa carretera desde la Autopista Nacional. En varios puntos del pueblo era posible encontrar galletas a 25 y 30 pesos. Era. Ahora los paquetes valen entre 130 y 150 pesos… cuando aparecen.

Yunia Morales las encontró por Revolico y las compra para la merienda de su hijo. “Le echo cinco o seis en la jabita y así lo mando para la escuela. A veces me dice que se queda con hambre y se me parte el corazón”.

Yunia vive muy cerca del bulevar de Santa Clara donde hay una de las panaderías de la Cadena Cubana del Pan que mantiene las ofertas más estables durante las épocas de crisis con la harina.

“Es como un ciclo”, dice. “Desde que nació mi hijo en 2013 no sé cuántas veces hemos tenido que pasar por esta incertidumbre con el pan. La suerte es lo céntrico que vivimos y podemos alcanzar productos cuando sacan cosas”.

En Santa Clara las Unidades Empresariales de Producciones Especiales —puntos de ventas y dulcerías— hoy se encuentran prácticamente paralizadas.

La Empresa Cubana del Pan ha tenido que adoptar algunas alternativas como el uso de “extensores al 30 %, sobre la base de viandas y pulpa de frutas”, según reconoció a la prensa Nieves Lebeque Rabeiro, subdirectora adjunta de la entidad. Sin embargo, la mala calidad del pan normado también ha hecho a varias personas sospechar que los extensores también se usan en la confección de este.

Algunos niños, durante la actual escasez y el inicio del curso escolar, no llevan merienda alguna y en la escuela no siempre la garantizan.

“Mi hija de diez años me cuenta que a la hora del receso, si no hay nada en el comedor, la maestra le pide a los niños que compartan la suya con quienes no traen nada”, cuenta Marianela. “Es un lindo gesto entre tanto sufrimiento por la escasez, pero ojalá ningún padre, ningún niño tuviera que pasar por eso”.

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