Apagones en Cuba: más jaque al sector privado

Los apagones también afectan al sector privado. Foto: David López.

Por Laura Seco Pacheco y Glenda Boza Ibarra (El Toque)

HAVANA TIMES – Tres de la mañana. El ventilador se enciende y Martha se tira de la cama. Mientras enciende la computadora se le cierran los ojos. Apenas una hora antes se había quedado dormida. No es fácil descansar durante un apagón: el calor es insoportable.

Martha es trabajadora por cuenta propia en un estudio fotográfico de Las Tunas. Además de hacer las fotos las edita luego en su casa. Cada sesión debe tenerla lista en una semana como máximo.

“Desde que comenzaron los “apagones programados” mi horario de trabajo —y de vida— es un desastre. Las fotos que antes tirábamos en un día completo ahora tenemos muchas veces que hacerlas en dos días”, cuenta.

Según el horario de los cortes de electricidad, planifican las fotos en el estudio y en exteriores. Sin embargo, a veces el cronograma de la empresa eléctrica (UNE) no se cumple y cuando el cliente llega y no hay corriente tienen que improvisar.

“A veces podemos adelantar con las fotos que son fuera, pero otras veces, no. Dependemos del transporte, la luz del día, el clima, etcétera”.

Martha cuenta que antes trabajaba durante las mañanas cuando no había ninguna sesión programada y en las noches si tenía algún pendiente. Ahora su horario de trabajo “depende de la UNE: a la hora que pongan la corriente tengo que ponerme a trabajar, no importa si es medianoche o madrugada. Cuando sea, no solo por el compromiso con los clientes, sino además porque los impuestos son los mismos. Nos quitan la corriente y nos dificultan el trabajo, pero mantienen la rigurosidad con los pagos a la ONAT”.

Apagar las producciones privadas

El sector residencial en Cuba consume el 60 % de la generación eléctrica. En muchos casos, los cuentapropistas tienen sus establecimientos en sus propias residencias, o en alquileres arrendados al Estado. La inestabilidad con el fluido eléctrico también les afecta.

Behique es una marca de joyería artesanal que ha trascendido su natal Cienfuegos y hoy llega a varias regiones de Cuba y el resto del mundo. Con una variedad de joyas, principalmente de plata, depende de un taller para crear y moldear las figuras.

Según Diana Ortega, su dueña, la ausencia de fluido eléctrico ha afectado todos los renglones del emprendimiento familiar e incluso la dinámica doméstica. “Crear en condiciones tan desfavorables se ha vuelto nuestra piedra de Sísifo”, lamenta.

“Los apagones han afectado casi todos nuestros procesos, desde el germen creativo hasta la gestión de venta porque la lamentable planificación (de la electricidad) es caprichosa e impredecible. Hemos cerrado el taller durante días. Para los padres no pudimos ni siquiera preparar un especial como todos los años”, explica.

En este contexto de irregularidad e inseguridad, el emprendimiento no ha podido plantearse una estrategia para optimizar las horas de trabajo en el taller. Para Diana, resulta incluso más difícil con una niña pequeña en casa.

“No se puede trazar una proyección con una niña de cinco años que también requiere de estrategias y tiempo. Luego de pasar noches interminables de abanicos e historias amables, hay que lidiar al día siguiente, además de con el cansancio y la desesperanza, con un público que la mayoría de las veces tiene la misma carga pesada que tú. Por eso la gestión también se afecta”.

El arrendamiento de la antigua Fábrica de Hielo de Las Tunas —detenida por más de dos años— a la mipyme Hielo Caribe SLR fue noticia hace poco más de dos meses. El emprendimiento acaparó titulares por su producción de hielo y paletas de helado de varios sabores.

Su fundador Humberto Baldoquin Labrada dijo en una entrevista a la ACN que tenían entre sus principales aspiraciones aumentar las ventas y diversificar las producciones. Sin embargo, semanas más tarde la producción correría el riesgo de comprometerse por los apagones de más de ocho horas programados de manera diaria, y las altas temperaturas.

Aunque Humberto asegura que es difícil trabajar sin fluido eléctrico, explica que tomaron la iniciativa de adaptar las producciones y ajustar el horario según el calendario de afectaciones que publica la Unión Eléctrica en Las Tunas.

Hielo Caribe SLR, con apenas un mes de existencia, no puede darse el lujo de detener ahora sus producciones y pidieron a las autoridades de la provincia mover sus puntos de venta a aquellas áreas de la ciudad donde hay fluido eléctrico.

Es cierto que estos movimientos resultan incómodos e incluso supone un gasto de recursos, pero Humberto prefiere verlo como la alternativa para no dejar de trabajar. “Donde exista fluido eléctrico, ahí estamos nosotros”, dice.

La afectación no es solo económica

Para Sara Rodríguez, los apagones han constituido un regreso al pasado. No solo por retomar la vida a oscuras a cualquier hora del día, sino porque su salón de belleza en Sancti Spíritus se ha visto directamente afectado al no poder brindar servicios que funcionan a base de electricidad.

Este es el caso del estudio de tatuajes, que a mitad de trabajo debe detenerse por un corte eléctrico no programado. La solución que ha encontrado el tatuador es una máquina inalámbrica y para la iluminación trabaja en el patio del local.

Otro servicio que se ha detenido casi por completo es el de los tratamientos faciales, pues la mayoría depende de máquinas eléctricas. En el caso de la depilación, a los pocos minutos sin electricidad, el calentador de cera deja de funcionar y los clientes también deben prescindir de ella.

Sara, que se dedica a la peluquería, ha continuado con la parte de corte y color, pero las keratinas, uno de los tratamientos más solicitados, ha dejado de hacerlas con frecuencia porque depende totalmente de una secadora y una plancha de pelo, ambas eléctricas.

La incomodidad de los clientes es creciente en medio de este panorama, pues no solo dejan de acceder a varios servicios, sino que los que reciben no cuentan con toda la calidad y confort que acostumbra a ofrecer el salón, como la climatización y el acabado necesario.

“Son dos horas con la clienta sentada, con la cabeza llena de papeles de aluminio, con la capa puesta, con el calor. Tienen sudoraciones, falta de aire… Por suerte ninguna se ha llegado a desmayar. Otras veces se tienen que ir con el pelo mojado como en los ochenta, que no se les secaba ni se les peinaba el pelo”, narra Sara.

Para los emprendimientos que dependen de la electricidad e Internet, esta nueva temporada de apagones ha sido sofocante en más de un sentido.

Desde Santiago de Cuba, Carla dirige una agencia de comunicación digital. Sus servicios están directamente asociados a la gestión de contenidos en redes sociales para negocios cubanos y extranjeros, por lo que necesita, invariablemente, de fluido eléctrico para acceder a sus dispositivos de trabajo.

Aunque a golpe de oscuridad ha aprendido que debe dejar todos sus equipos cargados desde la noche anterior, cuando los apagones son de seis u ocho horas los dispositivos se le descargan y reducen su jornada laboral. “Hay días en que solo puedo trabajar dos horas”, explica.

“Así nos pasa a todos en la agencia. Por ejemplo, la diseñadora que trabaja en una computadora de mesa, tiene que ajustarse al horario en que hay corriente, muchas veces por la noche”.

En las jornadas en que los apagones han sido más intensos y frecuentes, el circuito donde vive (y trabaja) Carla sufre los cortes eléctricos desde la mañana. La circunstancia menoscaba sus capacidades de ser 100 % eficiente.

“Hay un tipo de afectación de la que poco se habla, pero que para mí es la más grave: la psicológica. Cuando amanezco sin corriente, mi ímpetu y mi humor cambian. Empiezo a sentirme mal, a sudar, a sentir dolores de cabeza y mi rendimiento es mucho menor. Esto también influye en la gestión de equipo que tiene que sufrir mi mal carácter”, relata.

Las afectaciones eléctricas en ese horario hacen mella directamente en su relación con los clientes, pues por lo general es por la mañana cuando coordina los encuentros de trabajo con ellos.

“He tenido que suspender reuniones con clientes por esta razón. Muchos son comprensivos y cambiamos de horario, pero otros, por su volumen de trabajo, no pueden cambiar la agenda en función de la empresa eléctrica”.

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