Proyecto Imagen en La Habana

Por Amrit

Poyecto Imagen en Alamar, Habana del Este

HAVANA TIMES, 7 enero — Después de largos años evitando mirar las paredes de mi casa, desteñidas y sucias, ruborizándome ante las visitas si parecían notar esos mapas oscuros que nunca conseguí quitar con detergente, ¡al fin!, pudimos comprar un poco de pintura para cubrir paredes y puertas.

Luego de priorizar por supuesto,  las partes más visibles de la casa, con horror me doy cuenta de que la repentina pulcritud de los muros resalta ahora las roturas del techo y ¡oh, Dios!, la inmensa colisión causada por el comején en puertas y muebles.

No pude menos que recordar a un amigo que me hablaba hace unos días del Proyecto Imagen gracias al cual, están reparando su edificio.  Este plan que ha ido rescatando del general deterioro visual a varios edificios del reparto Alamar, abarca la reparación de daños en escaleras, balcones, azoteas… La “imagen” que no se extiende al interior de los apartamentos, contempla pintar las paredes externas, ventanas y puertas “por fuera.” incluso las puertas de los balcones, no importa si se nota el violento contraste cuando están abiertas.

Los vecinos se quejan de lo superficial de las reparaciones, de que es un desperdicio pintar ventanales cuya inmensa mayoría está infectada de comején por lo que deben ser reemplazados con urgencia.  Para este propósito hay una asignación de persianas metálicas en proyecto… y cuando éstas lleguen habrá que desmontar y romper, afectando las paredes recién pintadas.  Entonces cada vecino tendrá que cubrir con el color que pueda las manchas de cemento y la “imagen” total será un collage de lo más exótico.

Aunque se dijo que la falta de capital para pintar todos los edificios obliga a priorizar los más visibles, la varita mágica de esta Imagen parece ser caprichosa: en una hilera de edificios pueden verse dos o tres recién pintados y uno en el medio olvidado… Esto rompe la monotonía del paisaje y remarca el deterioro de los otros, los que se carcomen sin escándalo mientras se improvisan vasijas bajo el techo cuando llueve o se remiendan ventanas con cartones o tablas.

Quién se acuerda ya de que en los años 70, cuando con gran ímpetu se inició este plan de microbrigadas para hacer frente a la urgente demanda de viviendas, Alamar era la ciudad levantada por y para el Hombre Nuevo…  Los fuertes vientos que asolan sus costas y destiñen los muros de sus edificios, corroyendo barandas y rejas, han roído también esa esperanza por completo.

Proyecto Imagen en Alamar, Habana del Este

Pero yo no me quedó atrás: gasto pintura en puertas huecas, que cualquier día se desprenderán de las bisagras como hojas secas, pinto muros tapando rajaduras,  grietas que hay que picar y remozar, barro cada mañana el polvo que deja el comején abriendo surcos en las entrañas de los muebles.

Después de todo, los cubanos somos improvisadores natos.

Por eso  mi amiga francesa se desconcierta al contarme que conoció gente que ostenta oro en los cuellos y en los dientes, mientras sus casas están a punto de caerse.

Qué sabe ella de los cubanos.   Este surrealismo de portar un celular cuyo importe mensual se lleva parte de la comida, (no importa si ante una llamada hay que correr a un teléfono público), de hacer chistes de la frustración, de la impotencia, de callar en las reuniones y protestar en las colas… ¿no es parte de nuestra originalidad?

Vamos a conspirar con las postales que se venden en los quioscos, con el glamur de los hoteles, con esas pintorescas calles de la Habana Vieja con parques, jardines, y fuentes, rodeados de construcciones donde no falta la pintura y el comején está bien lejos.  Con un poquito de esfuerzo, hasta podremos creernos ese país que nos muestran cada día en el noticiero.

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