Polémica de fe

Uno de los muchos conciertos suspendidos de Buena Fe en España

Tiene mucho sentido que la gente no esté de acuerdo con que se llene los bolsillos mientras apoya a quienes reprimen a sus compatriotas…

Por Francisco Acevedo

HAVANA TIMES – Buena Fe en sus inicios fue el grupo musical más seguido por la juventud, en gran medida por sus letras atrevidas y contestatarias, donde animaba a un gorrión a anidar en el Comité Central, “y no en algún tejado en San Miguel”.

Sin embargo, varios años después de haberse ganado el respeto de la inmensa mayoría del público, en los últimos tiempos ha provocado un creciente rechazo al convertirse en marioneta publicitaria del gobierno, con letras cada vez más complacientes y evitando constantemente los temas más peliagudos de la sociedad cubana actual.

En la última semana las redes se encendieron con el debate, aprovechando que se encuentran en España intentando realizar alguna presentación, pero son boicoteados en todos los sitios.

Rápidamente se lanzó la campaña en los medios estatales cubanos, donde diariamente salen personas alabando al grupo (ojo, curiosamente todos directivos, no personas de la calle), mientras en muchos confines del mundo el mensaje es totalmente distinto.

Salió incluso una entrevista en la televisión nacional con su director, Israel Rojas, en la que una vez más dice que cualquier cambio en Cuba va a ser sangriento (parece que teme por su vida y de paso manipula a la audiencia, porque la violencia nunca ha venido desde el pueblo desarmado).

Evidentemente se ha dado cuenta de que el emigrado cubano es diferente en el día de hoy, y ya no lo cargan en brazos, y la razón es porque apoyó la Orden de Combate del 11 de julio de 2021, y la siguió apoyando todo este tiempo transcurrido. Pensó que, como otras veces, la nostalgia le abriría las puertas en todas partes, pero ya no es así; “Lo estamos pagando muy caro”, reconoció.

En la entrevista insiste en los intereses “neocoloniales” de quienes quieren un cambio de régimen, y enfundado en la bandera de la soberanía los descalifica, cuando el resto del mundo es soberano también en democracia, y no en dictadura.

¿Realmente hoy sin tener nada somos más soberanos que antes? ¿El soberano (el pueblo) realmente decide algo?

En sus palabras, vivimos una primavera con la apertura lanzada en el gobierno de Obama, y ahora sufrimos con Trump, pero no mencionó que en esa etapa primaveral prácticamente nada cambió en Cuba.

Es lógico que la gente no apruebe que vaya a llenarse los bolsillos mientras apoya a quienes reprimen a sus compatriotas que quisieron expresar su desacuerdo con el sistema, porque para esos manifestantes no existe el derecho de libertad, y quiere que tampoco lo tenga su público potencial cuando le da la espalda.

No es capaz de pedir a su gobierno que deje actuar en La Habana a artistas como Willy Chirino, pero él si quiere buscar dólares fuera.

Para él no es un problema que en su país los jóvenes no puedan exigir sin exponerse a recibir palos, y lo que es peor, pide respeto para él en el resto del mundo. Tampoco es problema vivir en escasez, algo que a él lo afecta mucho menos, precisamente por actitudes como las que tuvo en julio de 2021.

La situación de la agricultura y la alimentación en Cuba

Y hubo que escuchar esta semana también al primer ministro, Manuel Marrero, diciendo que la culpa de la falta de alimentos en Cuba es por culpa de los productores y los intermediarios.

Según él, el 80 por ciento de la agricultura cubana está bajo gestión privada, porque las tierras se fueron entregando a cooperativas y particulares, y son los responsables.

¿Acaso alguien piensa que esas cooperativas tienen verdadera autonomía? ¿Alguna puede decidir por su cuenta cuando, cuanto, cómo y qué sembrar? ¿Alguna puede comprar por su cuenta un tractor que necesite? ¿No están sometidos a los mismos sistemas de distribución y acopio completamente estatalizados? ¿El combustible, los fertilizantes y las semillas quién las vende?

Por favor, Marrero, basta ya de echar la culpa siempre a los que al menos trabajan bajo el sol, mientras usted está permanentemente en aire acondicionado y sumando libras a su ya bien adiposo cuerpo.

Es como echarle la culpa a la ciudadanía del depauperado estado de la vivienda. Claro que la casa es propiedad de una persona, ¿pero esa persona tiene a su alcance cemento, ladrillos, cabillas, piedra, etc., para levantar o reparar su casa o edificio? Por favor.

Para uno poder realmente sacarle provecho a la propiedad que posee tiene que poder gestionar lo necesario para hacerla producir, ya sea papel o carne. La tierra de por sí, o la fábrica, no produce nada.

Eso sin contar con que si alguien quiere gestionar por su cuenta, como debería ser en circunstancias normales, y se aparece con un insumo “no autorizado”, al momento tiene encima una inspección para ver de dónde lo sacó, y probablemente pierde hasta la tierra que con tanto trabajo logró que pusieran en un papel a su nombre.

Y si se habla de intermediarios, hay que tener la cara dura porque el primer intermediario es el Estado, desde los precios onerosos que pone a los productos que vende luego de pagárselos a precios irrisorios a los que sí producen, hasta las ventas directas de baratijas que comprar en el exterior, con un impuesto de hasta 300 por ciento en las tiendas en divisas.

Pide contratos y exige penalizaciones cuando la crisis de la gasolina fue por un incumplimiento, les debían dinero a los trabajadores del tren que protestaron hace unos días, y disolvieron el Banco Central para no pagar la deuda millonaria en Londres. Hay que tener poca vergüenza.

Así pasa cuando se quiere privatizar sin privatizar realmente, con apenas un maquillaje para tapar algunas bocas, pero en el fondo sin realmente aplicar la propiedad privada, para no perder el control, que siempre ha sido el miedo del gobierno cubano. No quien imitar siquiera el “ejemplo” de China y Vietnam, que sí tienen libre mercado aunque mantienen el poder político.

Lo cierto es que han pasado 64 años y se sigue pidiendo paciencia para ver los resultados, y que quienes los apoyan se sigan enriqueciendo a costa de los emigrados. Como diría uno de sus máximo íconos: La Humanidad ha dicho basta.

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