¿Plattismo y anti-Plattismo?

Haroldo Dilla Alfonso*

HAVANA TIMES — El nacionalismo ha sido siempre un componente duro de la cultura política cubana. Y es lógico que haya sido así, como una típica reacción de una sociedad pequeña frente a inmensos retos externos.

Desde el colonialismo español (que desplegó en la Isla el ejército colonial mas poderoso de toda su historia) hasta Estados Unidos con cuya vocación imperialista la Isla siempre ha mantenido una relación de amor y odio.

La revolución que llegó al poder en 1959 llevó el asunto a un nivel sin precedentes, y se vio a sí misma como la depositaria de una reivindicación patriótica secular.

En los años siguientes, cuando ya no había revolución, el nacionalismo fue institucionalizado y usado como un recurso ideológico inherente a la propia gobernabilidad del sistema. Y como todo se hizo con la inestimable ayuda de la hostilidad de Estados Unidos, toda la complejidad del asunto fue reducida a un apotegma contra la injerencia americana: el anti-Plattismo.

Si algo me han enseñado mis recorridos por los mundos de las ideas es a huir de los lugares engañosos de los “ismos.” Ocultan más de lo que dicen.

Son refugios de inseguridades y amparos para mediocres. Y esto pasa con el asunto del Plattismo y el anti-Plattismo, dos términos arcaicos que se remiten a los inicios del siglo pasado, pero que siguen pesando en nuestro debate como si se tratara de dos verdades absolutas e irreconciliables.

Por lo general se asume que Plattismo es aquella posición política que acepta que Estados Unidos sea un actor interno legítimo de la política cubana. Y anti-Plattismo sería justamente la no aceptación en lo fundamental de la premisa mencionada.

Estos posicionamientos han existido y siguen existiendo, con mayor o menor intensidad, dentro y fuera de la Isla. Y si hay en nuestra sociedad transnacional personas que creen efectivamente en ello, tienen derecho a presentar sus puntos de vista, con lo mismo que sus antagonistas.

Me temo, sin embargo, que la distinción tiene una utilidad limitada por varias razones.

La primera habla de intensidades. Aunque pueden existir posiciones extremas en torno al tema, en la vida real predominan las gradualidades. Veamos por ejemplo, el caso del embargo/bloqueo.

En términos lógico formales, y atenidos a la definición anterior, quien legitima el bloqueo adopta una posición plattista, pues asume que a través de él EEUU realiza una injerencia legítima.

Pero en la práctica, las razones por la que muchas personas apoyan el embargo son muy diversas, y se remiten a la validez de sus orígenes, o al hecho de que ante la prepotencia inapelable del estado autoritario cubano, es legítimo usar apoyos externos como éste.

También ocurre lo opuesto: hay personas que aunque se oponen al bloqueo, han realizado enjundiosos estudios que muestran los beneficios que han tenido históricamente para Cuba los contactos con EEUU.

Y en esa historia de relaciones desiguales, han existido muchas desavenencias e injerencias. ¿Qué son estas personas?, ¿son medio plattistas o medio antiplattistas?, ¿qué porcentaje de una u otra cosa?.

Cuando Carlos Manuel de Céspedes abogaba por una invasión americana que le quitara de arriba la pesadilla de Valmaseda, ¿era el Padre de la Patria un plattista precoz?

Es que el problema principal no está en esa discusión, que los colaboradores —conscientes o no— del Gobierno cubano levantan como parteaguas definitorio del pecado y la virtud. No es posible continuar reduciendo la calidad del nacionalismo cubano al enfrentamiento de su Gobierno y su élite política al Gobierno de Estados Unidos.

No importa cuán encendidos sean los discursos antiimperialistas, es muy difícil invocar la legitimidad nacionalista de una élite cuya representación nacional no esta verificada; de un Gobierno que ha secuestrado el principio clave de la nación: la soberanía popular.

Foto: Caridad

El nacionalismo que invoca el Gobierno cubano en la actualidad es un nacionalismo autoritario y conservador. Recurriendo a un perfecto oxímoron, se trata de un nacionalismo antinacional.

La oposición “pura y simple” a la injerencia americana no es per se una solución para el problema nacional. Y ha ocurrido, y sigue ocurriendo, que desde importantes parcelas del nacionalismo antiamericano radical se han generado históricamente expedientes antinacionales tan lesivos como el llamado Plattismo.

Si pretendemos una proyección política para el futuro, no podemos criticar solamente una parte del asunto obviando la condena del otro.

Francamente hablando, la élite política postrevolucionaria siempre ha hecho lo posible por mantener vivo el conflicto con Estados Unidos como un recurso interno de gobernabilidad, lo cual, entendiendo la disparidad de fuerzas, ha sido también una tremenda irresponsabilidad antinacional.

Al calor de este conflicto colocó varias veces a la comunidad nacional al borde del holocausto, como sucedió cuando inconsultamente Fidel Castro pidió a los soviéticos el primer golpe nuclear. O cuando solicitó, también de manera inconsulta, el emplazamiento de bases y de tropas extranjeras en el territorio nacional.

No olvidemos que en aras de una supuesta “construcción del socialismo” llenaron al Estado de asesores rusos en diversionismo ideológico que conspiraron y atentaron contra los mejores valores de la cultura nacional.

Luego, se ha producido una alianza íntima con Venezuela, la nueva proveedora de subsidios, y en su momento llegaron a hablar, también inconsultamente, de federaciones supranacionales y del liderazgo nacional de Chavez.

Y en todo momento, el país ha sido llevado a un nivel de vulnerabilidad sin precedentes debido al aventurerismo político y a la incompetencia económica de una élite que no sabe hacer y de paso, no deja hacer.

Foto: Caridad

Hace 20 años se vivió la amargura del llamado Período Especial. Hoy se sacan cuentas acerca de otra posible caída como consecuencia de la desaparición de los subsidios venezolanos. Creo que a la nación cubana le falta pagar otras cuotas de sufrimiento en función del nacionalismo autoritario y conservador: ¿es esto revalidar y elevar la nación?

También el nacionalismo autoritario conduce a una suerte de Plattismo al revés, que puedo ejemplificar en un hecho que aún pide las disculpas de los culpables: en 2003 fueron fusilados, sin garantías legales mínimas, tres jóvenes que secuestraron una lancha para enfrentar una supuesta conspiración imperialista.

Poco tiempo después el Gobierno cubano solamente encarceló a otros cubanos que habían cometido el mismo delito con mayores agravantes, porque así se había acordado con el Gobierno de Estados Unidos para garantizar la repatriación.

Es decir, que Washington había decidido sobre la vida o la muerte de los cubanos usando como intermediario al propio Fidel Castro. De nuevo me pregunto: ¿es esto revalidar y elevar la nación? ¿Eran estos muchachos parte de la nación?

Si el nacionalismo —en el sentido positivo del término— es revalidar la sociedad nacional, entonces hablamos de garantizar ante todo una comunidad próspera y socialmente justa, en que ciudadanos y ciudadanas tengan acceso irrestricto a sus derechos sociales, civiles y políticos sobre bases pluralistas.

Y por supuesto, la no admisión de injerencias externas, excepto aquellas que sean parte de las cesiones de soberanía a que obliga la interacción planetaria, mas aún cuando consideramos que la sociedad cubana es hoy transnacional, y un 20 % de la población vive fuera de la Isla, la mayor parte en el denominado “enemigo histórico” de la nación cubana.

Mi eterno amigo Lichi Diego escribía una vez, no recuerdo dónde, que los cubanos arrastraban consigo el drama de no dejar que el pasado pasara. Seguir pedaleando en el mismo lugar cansado del dilema plattista/antiplattista es matar la patria.

Dejemos que el pasado pase, y miremos a un futuro en que Patria, como decía Martí, es humanidad.
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(*) Publicado originalmente por Cubaencuentro.com.

8 thoughts on “¿Plattismo y anti-Plattismo?

  • Ah, como nos gusta a los cubanos, ese papel histórico de Plañidera Patriotera…La Enmienda Platt, tuvo su momento y justificación, no hay que descontextualizarla, ni manipularla, se me asemeja mucho a la manipulación, incluso, ortográfica, semántica, que ha hecho el gobierno de la Isla, del “embargo”, llamándole bloqueo.Son bien diferentes, un embargo ,es una o una serie de multas, de carácter económico, mientras que un bloqueo, es…el primer paso para el enfrentamiento, incluso militar, entre dos naciones. Sin embargo, ha convenido al gobierno de la Isla, en su papel, en su histrión, diría yo, trocar a uno por otro en el discurso, y cuando se habla de multas, se le transmutan en agresión.Estas posturas(“Patriotismo es el último recurso del bribón”.-Ben Jonson ) extremistas, hay que dejarlas y recordar, que el patriotismo, es también , en ocasiones, un sofisma muy manipulador, carente de sentido en un mundo como el de hoy, abierto y adelantado. Y quiero citar a Santiago Ramón Y Cajal , porque viene magníficamente a colación: “Hay un patriotismo infecundo y vano: el orientado hacia el pasado; otro fuerte y activo: el orientado hacia el porvenir.”

  • Excelente discusion. Estoy de acuerdo con el, Creo que hay que librarse de todos los pesos nacionalistas si queremos mirar al futuro de frente

  • Se puede pasar al futuro,pero olvidar es otra cosa,se lo dices aun joven t en realidad tiene la vida por delante,ahora bien lo hablas con una persona de mi tiempo y las cosas no son iguales,cada cual mira hacia delante que es el amanecer, pero todo sigue igual, podrimos decir que el socialismo es como el horizonte, caminas, caminas, y caminas y nunca llegas, ademas toda la juventud de mi tiempo no entra en los cálculos ya es demasiado tarde para aquellos que vieron mutiladas sus ilusiones, además por quien vas a luchar por esa chusma que baila y se ven felices, hasta aqui llego yo, no avanso.

  • De acuerdo con eso de “dejar que el pasado pase”. Ya va siendo hora. Pero tengo la sospecha de que hará falta que los del Norte también tengan la voluntad de dejar pasar….¿O no?

  • De acuerdo contigo, la frase ““Hay un patriotismo infecundo y vano: el orientado hacia el pasado; otro fuerte y activo: el orientado hacia el porvenir.” la cité en el sentido de que andar mirando la historia, para los errores actuales, justificarlos con un pasado, que no vale remomorar…es retroceso. Yo ya cuento más de cuatro décadas, y estoy de acuerdo, ya no hago calculos, ni siquiera regresaré, ni de visita he ido…porque no me mutilaron ilusiones, nunca me hice ninguna con la revolución, me mutilaron la vida, y eso, no se revierte, ni se resarce…

  • Tu siempre culpando al Norte…el Norte no tiene nada que ver en esto , el culpable, tiene nombre y apellidos, y que yo sepa, no se llama Norte…

  • El Norte se inculpa solito…no me toca a mí. Y eso va desde la frustrada expedición de Playa Girón hasta designar en los años de George W. Bush un comisario para administrar una Cuba post-Castro, al antojo y diseño de Washington. Si eso no es meter la mano donde no lo han llamado y no es algo que tenga que ver con esto ¿qué lo es?

  • A ti te molesta que lo haga EE.UU…y te olvidas de nuestra reciente historia de anexionismo soviético…dime, esa si se valía…y por qué…digo porque si vas a ser nacionalista extremo te diré, que cada comunista presidente del Soviet Supremo, de los 60s, hasta que cayo estrepitosamente el muro de Berlìn, fue el rey en Cuba, y “el otro”, el virrey…si eso no es meter las manos en Cuba ¿qué lo es?…y dime, ahora somos la Metrópoli menesterosa de Caracas, sabes cuando ya no estè Chavez, què van a hacer con la Metrópolis menesterosa…no hay que tener mucha imaginación, así es que si de ingerencias y de “ingeridos”se trata, tampoco somos una blanca palomita, ¿o sì?…ahora falta que después de Chavez, nos volteemos al mundo musulmán, y tengamos imanes en Cuba, mezquitas y almenares…¡los petrodolares del oriente!, cuidado no veamos a las cubanas vistiendo burkas…que por ahí se ve venir la cosa, con ese apoyo “gratuito” al tirano sirio…

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