Para hacer trascendente lo revolucionario de Cuba (II)

Por Rogelio Manuel Díaz Moreno

Fidel Castro durante uno de sus visitas a la Isla de la Juventud. Foto: islavision.icrt.cu

HAVANA TIMES — La figura de Fidel Castro generó y generará una intensa polarización. Poderosos intereses involucrados se vieron afectados de una u otra forma, en los escenarios afectados por la vida de aquel. Por largo tiempo resultarán impracticables balances y análisis objetivos sobre su legado.

Sin embargo, el proceso conocido como Revolución Cubana ha de tener claves, sentidos trascendentes, que lo han vuelto reconocido y diferente de la “normalidad” del capitalismo tercermundista. Es una necesidad estratégica, tanto para las urgencias de hoy como para la vida de mañana, buscar tales elementos, aprehender “lo revolucionario” sucedido acá.

Reivindicar democracias reales, la igualdad y respeto a todas las vidas humanas, la supremacía de las comunidades de personas sobre el capital, son hoy reivindicaciones que, en Cuba, presentan aspectos muy especiales. Encima, el acontecer nuestro, nos guste o no, tiene en vilo muchas fuerzas en todo el mundo, progresistas y reaccionarias. Nuestro futuro, indisolublemente ligado a la evolución de acontecimientos a escala mucho mayor, también significa fortuna o tragedia para innumerables seres humanos.

La premisa del oficialismo sobre la excepcionalidad del Gran Jefe acarrea ella misma un riesgo nefasto. Cualquier variante de culto personal tiene, como reverso, una naturaleza reaccionaria y fatalista, incapaz de evolucionar y salir adelante en circunstancias siempre nuevas, dialécticas, desafiantes. Si existiera un ser tan divino y tan único, el proyecto que deje al partir se quedaría sin fuerzas ni luces y empezaría a derrumbarse.

Empero, nosotros defendemos una realidad digna de trascendencia. Hay que partir entonces de comprender que lo revolucionario, en Cuba, no nació del capricho de una persona. No fue el sueño de un caudillo carismático ni la obra de un ingeniero social al que adorar o vilificar. Lo mejor y más valioso de la Revolución Cubana estuvo siempre en su base social más humilde, desde los tiempos de la colonia española en los que maduraban las primeras y tímidas ideas de libertad, soberanía y nacionalidad propias.

Foto: Juan Suárez

Si uno se remonta a las guerras de liberación del siglo XIX, ve que patricios blancos dirigieron los primeros alzamientos armados. Ahora bien, de no haber reconocido la valía y reivindicaciones de la gran masa campesina, negra, mestiza, aquellos no hubieran durado tres semanas en el monte, bajo el asedio del poderoso ejército español. La continuidad de los primeros intentos no hubiera sido posible sin el entusiasmo de extensas capas trabajadoras, dentro y fuera del país.

El mecanismo reduccionista tradicional de interpretación de historias resalta el papel de las individualidades, en detrimento de las fuerzas colectivas. En nuestro suelo, el palpitar cotidiano de los sustratos humildes ha sido, como en cualquier parte, el que genera las necesidades, reclamos y posibilidades de progreso. Estas se habrán encarnado, tal vez, en nombres específicos, pero su legitimación e impulso proviene de aquellas bases.

Los movimientos revolucionarios podían ser encabezados, circunstancialmente, por Guiteras, por Chibás [1]. Más tarde aparecerían otros nombres, y muchos de los más valiosos cayeron víctimas de las fuerzas represoras. Si el caudal no se secaba, fue debido al aporte continuo del pueblo.

Posiblemente, la gran masa carecía de las herramientas intelectuales para hablar públicamente, redactar manifiestos bonitos. No debemos olvidar que la escolaridad avanzada era un sueño para una significativa porción del pueblo. Aún sin esa sofisticación, aquel intuía lo que quería y el sacrificio que estaba dispuesto a realizar.

Personas de origen obrero y humilde encarnaban, con frecuencia, papeles sobresalientes de organización y luchas progresistas, apoyados por el entusiasmo popular. La meta era siempre la libertad, el derecho a alcanzar una vida decorosa con el trabajo propio, sin explotaciones, sin dominaciones.

Foto: Elio Delgado Valdés

La personalidad carismática que conocemos fue favorecida extraordinariamente en la dialéctica de la relación entre líder y seguidores. Sin embargo, se necesitó una numerosa masa de combatientes y colaboradores para derrotar al ejército del dictador Fulgencio Batista [2]. Tras 1959 se comienza la construcción de una sociedad bajo bases totalmente diferentes a las anteriores. Y cada pizca de lo logrado representó el trabajo de mucha gente. Significó enormes cuotas de sacrificios de personas trabajadoras, familias, compañeros y compañeras enfrascados en el trabajo.

Ningún pedagogo extraordinario alfabetizó, solito, a toda la gente iletrada en 1961. Ningún machetero o machetera cortó, individualmente, toda la caña en nuestras zafras azucareras, principal renglón de la economía durante muchos años.  Nadie ha construido, solo, las escuelas, hospitales, los embalses, las modernas plantas de biotecnología, los modernos hoteles o las instalaciones deportivas.

A veces vemos esas declaraciones de importantes especialistas, profesionales, deportistas, etc., que declaran deber todo lo que son al Gran Jefe. Se entiende el deseo de rendir homenaje, pero comprendamos la complejidad. La familia apoya el desarrollo de la juventud, y un sistema de Salud, la educación, la sociedad con todas sus complejidades y condiciones, permiten y fomentan el desarrollo de las personas, de manera colectiva.

Encima, el mayor problema del caudillismo consiste en su potencialidad para el autoritarismo y la consiguiente enajenación popular. Mina las potencialidades democráticas, apartan y reducen, y funciona idealmente como herramienta de reducidas castas, apoderadas del poder. No hacen falta estatuas ni nombres de calles, si cada espacio ideológico, noticioso, cultural, se satura de la presencia del caído.

El futuro de la Revolución Cubana es bien problemático, y nada menos que el involucramiento ciudadano a nivel nacional la puede salvar. Para ello, toca sentirse parte, sentir que se es valorado/a y valorar a los demás. De tal suerte, se alcanzará el desarrollo más libre y pleno de cada personalidad, en la interacción, integrado/a con la colectividad.

En otras palabras, la democracia socialista ha de convocarse para salvar lo revolucionario generado en Cuba. La democracia de ciudadanos/as iguales, igualados por las posibilidades educativas reales, por derechos a salud y trabajo dignos. El ejercicio de tales derechos solo será posible con el trabajo consciente, con la participación de todos/as para ejecutar las políticas, definidas entre todos/as por igual.

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[1] Antonio Guiteras, Eduardo Chibás. Líderes revolucionarios cubanos de las décadas de 1930 y 1940.

[2] Fulgencio Batista, militar que dio un golpe de estado en 1952; su dictadura fue derrotada en 1959 por el movimiento armado dirigido por Fidel Castro.

7 thoughts on “Para hacer trascendente lo revolucionario de Cuba (II)

  • Los dos ultimos parrafos valen por todo el extenso articulo. La izquierda democratica cubana debe dejar la tertulia de cafe con leche y comenzar a exigir derechos del “pueblo trabajador” como si lo hace la oposicion democralica liberal.

    Vean como a falta de protesta por una clara discriminacion laboral hacia los trabajadores cubanos frente a los importados indios, los militares siguen extendiendo esta “patriotica” practica a otros rincones de la isla. Ahora los eficientes y bien pagados obreros indios sustituyen a los ineficientes y mal pagados trabajadores cubanos en construccion de hoteles en Cayo Coco, Ciego de Avila. Al parecer esta vez les han subido el salario a los indios a 3000 usd mensual y dejado fuera a los obreros cubanos.

    http://www.cubaenmiami.com/obreros-indios-remplazan-a-trabajadores-cubanos-en-ciego-de-avila/

    Le pregunto a la izquierda que aun pretenden reciclar el socialismo antidemocratico estalinista, si no vale la pena un planton frente al PCC exigiendo igualdad de pagos a los cubanos por igual trabajo realizado que los extranjeros. O es que van a esperar que la oposicion tildada de mercenaria siga levantando la voz en la calle en defensa de todos los cubanos independientemente de su credo politico.

  • No hay nada que salvar de la tal “Revolución”, que hace más de 50 años dejó de ser tal para convertirse en una simple y llana tiranía que destruyó física y moralmente el país. Solo hay que construir desde las ruinas, y a ver si algún día el proyecto de nación cubana llega finalmente a concretarse. Desde el 59 para acá borrón y cuenta nueva con lo que se pueda, aunque desgraciadamente es mucho lo irrecuperable, empezando por lo antropológico.

    ¡Gracias Fidel!

  • Toda esa masa de macheteros, alfabetizadores, constructores voluntarios,etc son, en su mayoría, los que hoy conforman el contingente de vendedores de jabitas, paqueticos de café, que malviven de una pensión( los que no tuvieron la “luz” de arrancar para otra parte); ellos fueron olvidados (aunque se vocifere lo contrario cada 2 segundos). Lo de ciudadanos iguales está por ver, porque en estos momentos desgraciadamente marca la diferencia entre ciudadanos el que tiene un vaso de leche para desayunar y un bistec para el almuerzo y el que se va (en blanco” a trabajar y se come par de croquetas en el almuerzo .El nivel de simulación en la Cuba de hoy es descomunal, simulan los “revolucionarios” para no perder prebendas, viajecitos y demás, simulan los “gusanos” para no meterse en problemas; simulan ( o simularon) muchos que están en USA diciendo ser perseguidos y luego, ya residencia en mano, corriendo a Cuba y cantándole alabanzas al Jefe, simulan los de “arriba”, simulan los de “abajo”; mientras, los indios “echándose” un “buen baro” en Ciego de Avila; los constructores cubanos?,….aqui de bestias! (como los muñequitos de Elpidio Valdés)

  • Que fuerte!!

  • Bien defendida tu tesis. En pocas palabras . el mesianismo no salvara el pais , solo la gente comun lo puede hacer.

  • Rogelio quiero leer cómo los trabajadores pueden incidir en el rescate de sus derechos conculcados, porque como tesis es muy bonita pero en el contexto es una perogrullada.

  • Muy triste pero es así. Cuba no es un país es en serio, es una pedazo de tierra que supo ser de lo mejor de Latinoamérica y cuya esencia es oro molido, pero que por las razones por todos conocidas flota….en un mar Caribe sin rumbo fijo, sus moradores más perdidos que “turco en la neblina”, con el cerebro lavado y como único sueño el escapar, la diáspora en su mayoría ocupándose de sus propios asuntos, y los que osan levantar un dedo maniatados y/o silenciados. La consciencia y claridad políticas por los destinos de la patria, tan necesarias en estos tiempos brillan por su ausencia.

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