Más allá de los genitales

Por Amrit

Ruben Lombida

HAVANA TIMES, 12 agosto En octubre del 2008, cuando escribía un artículo sobre la sexualidad, Rubén Lombida, miembro de GECNA (Grupo de Estudios Culturales Nuestra América) me comentó que le gustaría que lo entrevistara sobre el tema de la homosexualidad.

Con muchas dificultades de ambas partes para concertar la cita, ésta al fin tuvo lugar en la casita de Regla donde tiene su cuartel general el proyecto. Entre caricias a gatos y las irrupciones de la graciosa Chubs chubs (una perra), la intermitencia del programa de grabación conque contábamos entonces, nos hizo perder buena parte de la conversación.

¿A qué llamarías homosexualidad?

Para mí, ese conflicto de autodefinirnos como hombre o mujer, homosexual hembra o macho, es una especie de atajo. La exploración sexual puede incluir la homosexualidad como algo natural, pero lo más importante es no quedarse en ese atajo.

Quería comentar sobre algo que he notado y es cómo se promueve cierta indulgencia a la homosexualidad femenina, incluso en países más bien machistas por tradición, pero sólo porque esta relación entre mujeres es excitante para los hombres. No hay una aceptación real de la homosexualidad detrás de esto, es sólo un enfoque machista y degradante…

Realmente hay un aspecto muy machista en esa visión. Sin embargo, reaccionar contra eso es también quedarse en otro límite. Esto que digo puede parecer muy drástico pero se necesita salir del aspecto sexual, del aspecto genital, y entrar en el aspecto cognitivo.  En el caso de las mujeres, al menos en occidente, la historia lo que ha hecho es confinarla al papel de hembra, si se pasan de la raya son pecaminosas, pero incluso hoy día y a pesar de la aparente libertad, las mujeres también están atrapadas en dos alternativas: o soy feminista y me fajo contra los hombres, o soy lesbiana, sólo esas dos posibilidades de escape, sin tener en cuenta que hay otra posibilidad, no de escape, sino de liberación, como preguntarse: ¿qué soy yo más allá de esa definición que me impone la sociedad? Para entonces volver dirigirme a la sociedad con más conciencia.

El tema de la homosexualidad, tal como yo lo veo, se vuelve más abierto por un lado pero a la vez más volátil por otro, he visto que se reacciona con más agresividad, ¿es porque se ve amenazada una libertad que se ha conquistado con tanto dolor?

Observando la historia de la sexualidad humana, con todos sus conflictos y sus hallazgos, vemos diferentes escalas de libertad.  Se puede encontrar placer hasta en aberraciones porque la sexualidad no es más que otra área donde el hombre puede enfocar su atención. Esta exploración puede llevar hasta sentir placer cortándose, sacándose sangre, cosas así, casos en los que lo genital ni participa y ni siquiera esas personas está pensando en definirse como hetero u homosexuales porque están ya a un nivel de alteridad del asunto que puede parecer muy trasgresor para el resto de la sociedad pero está participando de la misma limitación: obtener placer sólo a partir de lo que perciben los sentidos o de cómo se interpreta lo que perciben los sentidos.

Hay todo un montón de clasificaciones: sadomasoquismo, pedofilia, zoofilia, necrofilia… hasta hay personas que sólo se sienten estimuladas sexualmente cuando están en situaciones de peligro. Es un tema complicado.

La complicación viene cuando no se ve que la complejidad es un llamado a simplificarlo todo. Hay un error básico en la sexualidad humana: cada vez que se habla del tema se da por sentado que el sexo es una necesidad, incluso vital, urgente.

Besando. Cuadro de Alex Grey

Eso implica que de lo único que se puede hablar es de la manera “correcta” de saciar esa necesidad. Eso limita a la sexualidad misma, que puede ser un área de exploración del universo. Sin embargo, desde la concepción común, entran en el plano de los “repudiados” aquellas personas que, simplemente no practican el sexo.

Sí la psicología considera “anormal” a las personas que no desean tener sexo, pero pienso que algunas mujeres declaradas técnicamente frígidas o algunos hombres impotentes, ¿tal vez sólo ya no desean de manera natural la sexualidad y se sienten infelices sólo por cómo se glorifica el sexo?

La psicología hace bien en clasificar porque hay personas que realmente sí desean tener relaciones sexuales y sufren por no poder expresarla, por ejemplo una mujer que tenga un trauma a nivel genital con muchas más implicaciones psicológicas, he conocido varios tipos de frigideces, y todas muy traumáticas.

¿Y no podría darse el caso de alguien que ame a una persona, sin sentir el impulso carnal, digamos pero piense que el no desearla sexualmente es una carencia, una enfermedad, ya que es lo que ha aprendido socialmente?

Eso puede ser, solo que en esos casos esa necesidad de abstinencia es producto de una experiencia autoconsciente, casi nunca de un accidente. Es poco probable que una mujer, por ejemplo, que haya tenido un trauma sexual, lo “platonice,” es decir, que la necesidad de contacto y compenetración física la transfiera completamente al plano psicológico.  Si esto sucede, puede llegar a sentir plenitud en esa condición.  Conozco a un hombre que ahora mismo, por un problema cardíaco serio, es impotente, pero conoció a una mujer que no está interesada en tener relaciones sexuales, claro que, de no haber encontrado a una mujer así, iba a sufrir terriblemente.

Entonces, ¿sí puede alcanzarse un estado de plenitud incluso por una experiencia física y psicológicamente dolorosa?

Para mí, el estado óptimo sería que una persona que está en plenas facultades genitales, es decir, que puede experimentar el estímulo sexual y satisfacerlo, decida no hacerlo. Aquí no hay una represión que se autoimpone o que imponen las circunstancias.  Hay casos en los que hay maniobras muy sutiles del subconsciente, recuerdos que parecen desplazados de la vida de vigilia pero siguen operando  por debajo y se transmutan en otras obsesiones y neurosis.  

Ruben con su esposa Hilda.

Hay un elemento que es necesario que la persona explote: si uno aleja su vida del área genital, puede ser por dos razones: porque se separó de eso abruptamente por algo que no pudo resolver o porque resolvió hacerlo de esa manera, en cuyo caso no es alejamiento.  Esa energía que, si hablamos en términos de conocimiento espiritual, está enfocada en un chacra, o centro energético determinado, decidió transferirla a otro centro, como es el caso de los monjes que logran la castidad cuando es abstinencia y no autorepresión.

Ese es uno de los aspectos que causa más confusión con relación a la religión, los casos de monjes y monjas que practicaban una sexualidad prohibida y derivaba en el aborto, o hasta en el asesinato de los bebés ya nacidos… Es muy importante que la abstinencia sea interna, que no sea autorepresión.

Sí, se precisa transmutar, no reprimir y con esa energía transmutada se cultivan otras cosas: emocionalidad, devoción… Es importante conocer que la sexualidad siempre conlleva a un desgaste energético y esto ya de por sí rompe tantos esquemas, por ejemplo el de que la sexualidad es una necesidad.  Cuando dejas de ver el sexo como una necesidad te estás viendo como algo controlable: ninguna persona se muere por no tener sexo.

Hay algo curioso que he observado en ese sentido, por ejemplo, yo tenía mi gata a la que hicieron la histerectomía, después de la operación, no tenía deseos ni atraía a otros gatos, pero conozco mujeres que después de extraérseles el útero son muy activas sexualmente.

Ahí caemos en otra complejidad del asunto: la paradoja de que el ser humano no tiene sexo para procrear, como sucede en los animales.  Para el hombre, la sexualidad, mayoritariamente, no tiene que ver con el hecho de permanecer como especie en la tierra.  Mucha gente no ha concebido nunca y sin embargo ha tenido mucho sexo.

Yo creo que esto también tiene mucha relación con la visión que se promueve de la sexualidad. Se glorifica hasta el punto de difundir que el sexo cura no sé cuántas enfermedades…

Pienso que hay muchos mitos que tumbar: uno es que el sexo es una necesidad, lo es solo en el sentido de perpetuarse, de que lo que ha sido creado, permanezca.  La sexualidad se considera y se promueve como un impulso indomable, sin embargo es indomable sólo porque no se concientiza; aquello que se concientiza pasa inmediatamente a tu dominio.  Cuando descubres que el sexo no es una necesidad, tu visión se expande.

Copulando. Cuadro por Alex Grey

Ahora, lograr salirse de este esquema es salirse de todo un amasijo de roles sexuales: ser macho o hembra, hetero u homosexual, normal o anormal… Esto que ocurre a nivel sexual puede ocurrir a nivel de pensamiento: hay maneras de pensar que la psicología define como locura.

Eso es caer en un tema que me interesa para otra entrevista… Pero con relación a la homosexualidad, por ejemplo, lo que me comentaste una vez de cómo en algunas comunidades antiguas se veía la sexualidad, me decías que no se enfocaba en términos de “culpa,” sino de “causa.”

A ver, en mi visión, la única función de la sexualidad es la procreación, y el ser humano que no esté interesado en procrear debe descubrir que puede trascender la sexualidad, eso implica que los órganos sexuales ya no tienen nada que ver, dejan de tener un papel, incluso social.  El ideal que hay detrás de esto es el de la androginia.  Es lo que te decía de, por ejemplo algunas comunidades como las de los indios de Norteamérica. Ellos consideraban la indefinición sexual como un don especial. La palabra “berdache” fue aplicada erróneamente, el término original con que nombraban a estos seres significaba algo así como: “dos almas.”

¿Cuál era la reacción de la sociedad ante esta, digamos, peculiaridad?

Se vigilaba si un niño tenía esa inclinación para ayudar a desarrollarla, en el caso de los varones berdaches eran adiestrados en las labores femeninas y los objetos que producían, si se comercializaban, valían el doble de su costo normal.

Tantra. Cuadro por Alex Grey

Claro que había diversos tipos de berdaches, los menos evolucionados no sólo practicaban el sexo homosexual sino que llegaban a sentir carencias al punto de arañarse las piernas simulando el efecto de la menstruación y hasta experimentaban embarazos psicológicos, durante los que generaban un feto fecal que luego expelían y era sepultado en todo un rito ceremonial, pues la sociedad conspiraba con estas simulaciones.

Eso tiene que ver con la forma en que esas comunidades veían el excremento, ¿no? Para ellos era también la expresión de la fuerza vital que reside en el hombre y que al evacuarse, es a su vez, reciclado.  Pero, ¿cómo se miraban a los homosexuales que tenían intereses, digamos, más espirituales?

Estos llegaban a ser asexuales, algunos desarrollaban el don de la profecía y eran empleados para interpretar los mensajes de los sueños. También se les solicitaba para pacificar conflictos, para decidir en los juicios, eran escogidos para chamanes o incluso asesores de chamanes.

Sé que muchos de estos berdaches fueron torturados o quemados vivos por los colonizadores, en nombre de lo que llamaban “moral” y era sólo incapacidad de reaccionar sin agresión ante lo diferente.  Pero he visto que incluso hoy, con toda la aparente apertura que hay respecto a la sexualidad, se han generado otros problemas como la sexualidad precoz, el auge de la prostitución y la pornografía, la imposición de cánones estéticos donde muchos se sienten excluidos, tantas campañas pro sexo que incitan a comprar juguetes sexuales, a  explotar morbos reprimidos, a aumentarse a toda costa el tamaño de los senos, los glúteos o el largo del pene…

Hay algo que en occidente hemos olvidado completamente: que el ser humano es un ser en evolución, evolución que ya no es biológica, ya el hombre biológicamente no va a dar más que engendros, incluso engendros cibernéticos.  Si te quedas estancado en un aspecto de la evolución, corres el riesgo de crear variantes de ese anquilosamiento e interpretarlas como aspectos evolutivos.

Esto también puede aplicarse al tema del machismo, como dijiste antes, o al eterno conflicto de las razas… He visto tantos debates pero al final toda la victoria parece consistir en invertir la bipolaridad, o crear otra.  Es lo mismo con la homosexualidad…

Y cada uno de los representantes de cada variante va a defender su condición como la más evolucionada.  ¡Ya hay hasta olimpiadas de gays!  Mira, yo prefiero hablar desde lo personal, y por mi propia experiencia puedo definir la homosexualidad como un momento, para aprender y para trascender.  Pero si esta energía fragua demasiado en lo carnal se estanca, se convierte en una anomalía, no anomalía en el sentido sexual, porque ya la sexualidad es una anomalía, restringir al ser humano a ser un animal no es normal.

Yo puedo decir que estoy en contra de todo lo que reprime al homosexual pero al mismo tiempo estoy en contra de los homosexuales que restringen la conciencia a algo tan limitante como el área genital o al rol social.  Si sabes que tu meta es trascender tu cuerpo no te cuestionarás si ese cuerpo debe ser masculino, o femenino, hetero u homosexual, ¿te das cuenta?

Cuando lo piensas bien, ves que es una locura… ¿Qué es ser homosexual, qué es ser heterosexual?  Sólo conformarse con la mitad de algo… En lengua nawatl el hombre se llama tlaca, que significa “mitad,” esto entraña el concepto de que estamos incompletos, con todo lo que somos carnalmente, y cualquier nivel de refinamiento intelectual.  La otra mitad no está contenida en el cuerpo: si hay que hablar necesariamente en términos de bipolaridad, esa es la única que vale la pena.