Leer al pueblo

Foto: Juan Suárez

Leer al pueblo es tener sobre todas las cosas, sensibilidad. La represión es el antónimo del diálogo y la sensibilidad.

Por Leduan Ramírez Pérez

HAVANA TIMES – Una de las carencias del Gobierno en Cuba es su incapacidad para leer al pueblo. Esa ineptitud la sustenta con un fuerte aparato represivo a su entera disposición y la garantía de impunidad plena para los represores. Pero en esas características radica justamente su punto débil.

Mientras otros gobiernos aprenden a observar los movimientos sociales como fuerzas de legitimidad a su favor mediante el diálogo, otros como el cubano lo convierten en un conflicto permanente. En esa situación asistimos entonces a un punto de no retorno.

Cansado del sacrificio permanente y la incompetencia de un sistema que no trasciende, la población cubana ha dicho basta y ha decidido contraponer a la represión, la fuerza de la legitimidad y el civismo ciudadano. De eso se trata la competencia de saber leer al pueblo.

Todo buen gobierno se caracteriza por su capacidad para la servidumbre. Mientras mayor sea el deber hacia la sociedad que se administra, mayor será el compromiso para desarrollar un Estado de Bienestar. Pero en el alcance de ese objetivo media la naturaleza del régimen que gobierna y la relación con la sociedad.

Foto: Juan Suárez

La tarea de gobernar es un diálogo permanente entre ciudadanía, sociedad y servidores. Los gobernantes en última línea, son servidores temporales de un capital político en renovación constantemente. Es lo natural por ley biológica y política.

Por tal motivo, deben emplearse a fondo para conocer, escuchar y responder asertivamente a su pueblo, y mantener sus posiciones en la dirección del poder. Todo lo contrario, es sinónimo de autoritarismo. Pero más allá de escuchar, el gobernante (presidente, partido y poderes) debe saber leer y entender.

Leer al pueblo es posiblemente una de las acciones más complejas que tiene todo gobierno. Es la medida en la que se ajustan las decisiones gubernamentales a las necesidades de la sociedad.

 Por esa razón, no es extraño que los gobernantes constantemente apelen a la legitimidad proveniente de ese pueblo para justificar sus acciones y su permanencia en los cargos. Pero pocas veces saben escucharlo y atenerse a sus decisiones.

El pueblo nunca es un hombre o una institución. En esa contradicción empírica radica la esencia de los tipos de gobiernos. Uno de ellos, la dictadura o la tiranía. Una dictadura es aquel tipo de gobierno que perdió la capacidad para leer al pueblo y ajustarse a sus decisiones.

Esto no significa que no haya acciones dirigidas a contener cualquier intento de rebeldía. El poder en esta situación no tiene otra estrategia que usar la fuerza (simbólica, real, militar, económica, social y cultural) para mantener su posición. Es lo que sucede en la Cuba actual.

Las represiones acontecidas en la Isla desde finales del año pasado, con los puntos más álgidos en el verano de 2021 evidencian la ruptura en la relación de entendimiento entre gobierno y pueblo.

Lo que se presenta en la nación hoy es la representación de la incapacidad para seguir gobernando un pueblo que ya no legitima al poder. Un país con más de mil personas presas, detenidas o sometidas a proceso por participar en su derecho legítimo a la protesta, evidencia la naturaleza misma de la represión.

La calma es pesada y los músculos están tensos. Las represiones, las actuaciones arbitrarias contra la ciudadanía, los castigos en juicios sumarios intentando gobernar en la naturaleza del miedo, son expresiones directas de la incapacidad del gobierno para escuchar a un pueblo que ya llegó hasta las puertas del palacio y solo pide justicia.

En este ambiente, al poder cubano solo le queda escuchar la voz popular para transitar hacia una apertura sin derrame de sangre. Este es el peligro de la Cuba actual, que la soberbia de unos pocos se traduzca en una venganza irremediable por parte del oprimido. Esto es responsabilidad directa del gobierno autócrata y tiránico.

La naturaleza de este tipo de gobierno se sustenta en el terror a lo Robespierre. La ley no importa y no se obedece. Impera el gobierno del terror y no de la ley. Los gobiernos dictatoriales no piensan al pueblo, porque no creen en el futuro ni en el legado posterior. Es la evidencia de la soberbia autocrática. Pero el pueblo amedrentado ya no tiene otras salidas.

Foto: Juan Suárez

Leer al pueblo es una medida de la rendición de cuentas. Aquel que es capaz de pedirle transparencia a su gobierno es también el que mejor salud tiene con sus gobernantes. Los gobernantes conocen las necesidades y saben dialogar para atender esas problemáticas y en ocasiones son capaces de prevenir los despotismos.

Leer al pueblo es tener sobre todas las cosas, sensibilidad. La represión es el antónimo del diálogo y la sensibilidad. Los gobiernos que no escuchan están destinados a desaparecer. Así también las tiranías. Así también en Cuba.

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One thought on “Leer al pueblo

  • “Todo buen gobierno se caracteriza por su capacidad para la servidumbre.”
    Se le dice hombre de Estado que sirve al pueblo, a los hombres sentados en la instituciones del Estado.
    Las instituciones del Estado son: el Parlamento (poder legislativo), el gobierno (poder ejecutivo) y los Tribunales de Justicia (poder judicial)-
    El fiscal es un servidor del pueblo, no es un servidor del gobierno, porque el fiscal es el titular de la accion penal.
    Un ejemplo reciente: Juan Francisco Sandoval, exfiscal anticorrupción de Guatemala.
    “La ilegalidad con la que fui destituido es un mensaje directo para el que se atreva a desafiar al régimen”
    Aqui el link de BBC mundo
    https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-57993177

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