Díaz-Canel pierde la vergüenza ante las cámaras

El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel. Foto: Al Mayadeen

Diaz-Canel no alude al hecho de que prefiere comprar patrullas de policía que ambulancias para sus ciudadanos.

Por Francisco Acevedo

HAVANA TIMES – Se hicieron muy virales en los últimos días fragmentos de una entrevista concedida por el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, a la televisora árabe Al Mayadeen, en las cuales da vergüenza ajena ver la manera en que se miente sobre la realidad cubana.

De hecho, Cuba se enteró del diálogo con el director de esa red de medios, Ghassan Ben Jeddou, una semana después, pero tomando en cuenta lo que viene detrás, esto termina siendo un hecho intrascendente.

No tanto es que en su propio país la televisión nacional no la retransmitiera, cuando cuenta con miles de horas en varios canales para hacerlo. Todo se limitó a notas de prensa en las cuales los diferentes medios informaban que existió la entrevista y relató de manera muy general algunos temas abordados, con énfasis evidente en las consignas de siempre, los ataques al resto del mundo y la defensa a ultranza hasta de lo indefendible.

Pero vayamos por partes.

Lo primero que me llamó la atención es que Díaz-Canel considera que en el mundo hay “mucha desesperanza”, y de eso culpó al neoliberalismo.

Sentado muy cómodamente en el salón de actos del Palacio de la Revolución, el mandatario señaló que en este planeta se vive una situación muy difícil, con mucha incertidumbre. Vaya manera de poner el telescopio al revés y no ver el meñique de su pie, como dice aquella canción del grupo musical más cambiante de los últimos tiempos.

Según nuestro jefe de Estado, la pandemia quebró los paradigmas del neoliberalismo porque no fue capaz de resolver con igualdad y con inclusión para todos el problema de la Covid-19.

¿Perdón?

Para todos, y para el Partido Comunista de Cuba (PCC) también, por supuesto, la enfermedad supuso un reto enorme para al cual no estaban preparados. Los efectos, sobre todo económicos que todavía se viven, han sido parejos para todos los rincones del orbe.

Sin embargo, soslaya el presidente que prácticamente nadie vive peor que los cubanos en la actualidad, y que nadie tampoco se pone a cacarear constantemente en los medios todo lo que ha sufrido por la pandemia como justificante para las penurias diarias y los apagones (mal este último endémico de Cuba).

Ahí toma impulso Díaz-Canel y dice que “los sistemas sanitarios de los países capitalistas más desarrollados quebraron”. No ve que el suyo está quebrado hace tiempo y llegó a límites insospechados durante 2020 y 2021, y que todavía hoy, para hacerse cualquier tratamiento, no digo ya operación, el paciente tiene que llevarlo prácticamente todo porque en hospitales y policlínicos no tienen ni un trócar para acceder a las venas.

Quiere dárselas de sincero cuando añade que se dio cuenta en esos momentos que la Salud en Cuba “no estaba tan bien”, como si las denuncias de los disímiles problemas no dataran de hace décadas y, lejos de detenerse como en el resto de los países cuando la Covid-19 bajó su nivel de letalidad, aquí aumentó.

También aumentó, eso sí, el negocio de la exportación de médicos del régimen, que estaba casi muerto y reducido a Venezuela, y aprovechó la situación internacional para reactivarse.

Tuvo que reconocer, AL FIN, que la apertura de las fronteras cubanas en 2020 generó un “pico pandémico que duró casi un año”, por la entrada de la cepa Delta, por su tozudez a no querer hacer lo que hacían el resto de los países y querer mantener su aeropuerto (y su oxigeno) funcionando cuando ya era una verdad a voces que se avecinaba una catástrofe sanitaria.

Sin embargo, no mencionó que a pesar de todo el escenario adverso por ese panorama Cuba implementó en 2021 la llamada Tarea Ordenamiento (reformas económicas), que terminó por empeorar más aún las vidas de los cubanos, provocando una espiral ascendente de precios que deja al asalariado cada día más indefenso y con menor poder de compra.

A pesar de eso, no se detuvo la construcción de hoteles, pero sí la de viviendas, que se movía tímidamente y sin cumplir los planes, pero levantando algunas casas, antes de 2020.

Criticó los presupuestos de guerra de muchos países, porque “cuánto se puede hacer con ese dinero” por el bien de la Humanidad, pero no alude al hecho de que prefiere comprar patrullas de policía que ambulancias para sus ciudadanos.

Claro que no podía faltar la mención al bloqueo, el comodín más usado en estos 60 y tantos años, pero en ningún momento se hace referencia a que el pollo que lleva consumiendo toda Cuba en los dos últimos años viene de Estados Unidos, y estamos hablando de lo único casi que consigue el cubano de a pie a través de la canasta básica racionada.

“En nuestro país hay tranquilidad ciudadana, uno puede transitar a altas horas de la noche, por la madrugada, y no te ocurre nada, hay seguridad”, asegura él, que no sale ni a hacer el simulacro de intercambio popular con sus acólitos sin un escuadrón de escoltas, y olvidando que aumentan los femicidios, asesinatos y asaltos a lo largo y ancho del archipiélago.

Pero cuando de verdad rompió todas las agujas del polígrafo fue cuando se refirió a las protestas del 11 de julio de 2021, que (adivinen), son consecuencia del apoyo del Gobierno de Estados Unidos a “una operación de inteligencia”; incluso añadió que lo tiene demostrado, pero nadie ha visto las pruebas.

Nuestro jefe de Estado dice que “una parte de la gente”, ni siquiera la mayoría, hace “reclamos”, como si se tratara de la calidad del pan, que sale reunión sí y reunión también. Nadie pidió libertad ni cambio de sistema, sino electricidad, medicamentos y comida.

A seguidas llega lo esperado, que fueron personas pagadas, aunque se mide un poco y dice que “hubo”, sin precisar si se trató de la mayoría de los miles que tomaron las calles en esos días, y que esos elementos realizaron hechos vandálicos.

El nivel de descaro sube al máximo cuando se refiere a lo que vino después.

Sin un atisbo de sonrojo, el autor de la Orden de combate manifestó que no fueron “las fuerzas del Interior y las Fuerzas Armadas a sofocar con represión esas protestas”, sino “una parte importante del pueblo revolucionario”.

De entrada, fue él quien los azuzó en comparecencia televisiva, quien los armó con palos y quien los premió luego, sin olvidar que las imágenes de represión policial, incluidos escuadrones de elite (Avispas negras) no dan lugar a dudas.

Y como colofón agrega que nadie fue encarcelado por manifestarse y que quienes fueron procesados “con las garantías del debido proceso” fue por los contados hechos vandálicos registrados durante las manifestaciones.

Parece que más de mil familias cubanas están equivocadas y que sus esposos e hijos, algunos hasta menores de edad, no fueron víctimas de juicios exprés, sin sentencia, sin abogados, en tribunales casi militares en su mayoría.

Ni una mención al terrorífico Plan Baraguá para sofocar las manifestaciones y escarmentar a sus cabecillas, ni de los patrullajes nocturnos que todavía se viven en las calles.

Tantas mentiras (graves) en tan poco tiempo, si no son un récord, se quedan cerca.

One thought on “Díaz-Canel pierde la vergüenza ante las cámaras

  • Excelente análisis. La única mácula está en el título. Ese tipejo no perdió la verguenza ante las cámaras, es que al parecer nunca la ha tenido.

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