Continúan las protestas en Cuba

Captura de pantalla.

Es mucho más fácil tomarla con gente desarmada y caerles a palos, meterlos presos y hacerles la vida mucho más miserable.

Por Francisco Acevedo

HAVANA TIMES – Mucha resonancia tuvo durante la semana la protesta ocurrida en Caimanera, en la oriental provincia cubana de Guantánamo, pero ni fue la única ni debe ser la última.

Al igual que casi todas, parte por una insatisfacción, cada vez más creciente y generalizada, de la población con respecto a las escaseces entre las cuales vive la gran mayoría del pueblo cubano.

El asentamiento poblacional que está más cerca de territorio de Estados Unidos, por encontrarse a las puertas de la Base Naval de Guantánamo, considerado por el Gobierno como Primera Trinchera Antiimperialista, fue precisamente todo lo contrario el pasado fin de semana.

Sospechoso pareció que de pronto se interrumpieran todas las conexiones de Internet, primero con la caída de Whats App y luego completamente en cero cualquier tipo de conectividad.

Al otro día se entendió todo, con la manifestación ocurrida en el poblado oriental, que luego la prensa oficial intentó reducir a “tres borrachos” lo ocurrido, cuando las imágenes no mienten y se ve a cientos de personas recorriendo las calles de ese territorio demandando no solo comida, sino también libertad, e incluso se escuchó gritar ¡Patria y Vida!

No faltó el lacayo que salió a pedir que “la próxima vez que se emborrachen” en vez de exigir sus derechos pidan que devuelvan al gobierno cubano el territorio que ocupa la Base Naval. No se le ocurrió pedir a quienes le pagan que vayan ellos a reclamar lo que creen que es de ellos, porque sabe con quién se meten.

Es mucho más fácil tomarla con gente desarmada y caerles a palos, meterlos presos y hacerles la vida mucho más miserable.

Ese músico (Arnaldo Rodríguez, director del grupo Talismán), tradicional propagandista del régimen en cuanta tribuna se inventa o fecha histórica se acerca, es la imagen de las figuras públicas serviles que nunca faltan en todo gobierno y levantan su mano en apoyo de cualquier barbaridad.

Nada dijo, por supuesto, de la violencia con la que fue reprimida la manifestación por Boinas Negras (policía de elite) en medio de la noche, que empezaron a tirar golpes sin importar a quién le daban, fuera hombre, mujer o anciano. Los videos mostraron a una madre intentando sacar a sus hijos de las fauces de esas fieras y recibiendo porrazos como otra cualquiera.

Al igual que en otras ocasiones, había amplia mayoría de ciudadanos contra un pequeño grupo de represores, pero pocos se involucran porque predomina el terror y todos saben las consecuencias que se avecinan. Al día siguiente había “tranquilidad” en el poblado, porque estaban encarcelados los cabecillas y al resto les amedrentaron por todas las vías posibles.

El habitual ridículo de la prensa oficial no se hizo esperar, con su infaltable acto de reafirmación para dar la imagen de que la Revolución cuenta con el respaldo de la mayoría. No importa que se vea la gran diferencia entre los cientos que salieron a las calles y los 10 o 12 que estaban al día siguiente a pleno sol coreando consignas como autómatas.

El panorama busca como de costumbre provocar el desánimo con aquello de que nada va a pasar porque mucha gente sigue en el limbo y no se mete en nada, pero hay que recordar que 20 años atrás eran realmente “cuatro gatos” los que reclamaban la libertad y nadie ni soñó con ver algo como el 11 de julio de 2021.

En Caimanera jamás voló una mosca anticomunista y ahora se vio esta situación, por eso en vez de pesimismo debe permanecer la esperanza, porque el vaso está lleno y cerca de desbordarse, pero no como ahora que es por momentos, sino de manera definitiva e indetenible.

Seguiremos viendo congas y conciertos de reguetón mientras se apalea a otras personas, pero poco a poco se va alterando ese guión y desnudando las estrategias del régimen para enmascarar y encubrir los pataleos desesperados por mantener el poder. La apatía de los ciudadanos está, pero cada vez la conciencia va ganando terreno y lo acabamos de ver con otras protestas surgidas tras lo ocurrido en Guantánamo.

El chantaje (divulgado en redes sociales) al profesor Pedro Albert Sánchez para que no fuera a exigir sus derechos en el Ministerio del Interior, cuando lo único que quería era ser escuchado, y el llamado a que bajara sus videos de sus perfiles.

Estuvo también la huelga de los trabajadores del tren Habana-Artemisa por impago de salarios, que tampoco duró mucho, pero sienta un precedente porque es la primera que sale a la palestra pública.

Por otra parte, un padre salió a la calle con un cartel donde decía que su hijo tiene hambre, y otro religioso salió en Holguín, pero clamando ¡Patria y Vida!, al que redujeron enseguida porque una vez más no tiene apoyo popular.

Volvemos al tema de si vale la pena, y claro que vale la pena, porque son cada vez más, y llegará el momento en que tengan el apoyo que se necesita para que ningún represor lo aprenda.

El volcán sigue en erupción y una vez estalle será imparable; de eso no tienen duda ni quienes intentan controlarlo a la desesperada.

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