Trabajadores de zona franca en Nicaragua temen una eventual cuarentena

Una obrera en la zona franca de Gildan. Archivo/Confidencial

Incertidumbre en la economía formal e informal ante las medidas necesarias para prevenir un numeroso contagio por coronavirus

Por Iván Olivares  (Confidencial)

HAVANA TIMES – Entre los trabajadores de empresas adscritas al régimen de zona franca, y el submundo de comerciantes, caponeros, y prestamistas que orbita a su alrededor, hay una mezcla de aceptación y resignación ante la posibilidad de que se decrete una cuarentena.

Raquel Rodríguez, una prestamista que ya tenía lista su mascarilla antes que se reportara oficialmente la detección del primer infectado, dijo que “desde ahorita estamos sintiendo” los efectos de la crisis sanitaria sobre la economía.

En su caso, es porque a “muchos clientes ya los han corrido del trabajo. Entonces me ha afectado un poco, pero Dios no me ha abandonado hasta hoy, pero si ya cierran todo completamente, no sé. Creo que se me subiría la presión. No sé”.

María del Socorro Chavarría vende pan con mantequilla en la entrada de una empresa de zona franca, negocio que no parece generar un alto ingreso. De ahí que señale que una orden de cuarentena “nos afectaría económicamente, porque no podríamos negociar, y el poco fondo que tendríamos, lo usaríamos para nuestro alimento”.

Judith Castro está tomando todas las medidas de prevención que le enseñaron en la empresa, y también las está aplicando en su casa, para preservar la salud de sus hijos, a los que además de ver sanos, también quiere tener bien alimentados.

Es por eso que le inquieta la idea de que se ordene a los trabajadores que se queden en casa para frenar la tasa de contagios, porque “en ese caso, ¿cómo vamos a hacer? Si no trabajamos, no hay salario. No hay comida. Y eso es lo principal, la comida. Yo no creo que podamos aguantar tanto tiempo”, admitió.

Wiston Cortés conduce una caponera, en la que transporta pasajeros desde la carretera norte, a lo profundo del barrio, además de conducir trabajadores desde la empresa a las paradas de buses y viceversa, y explica que, de alguna forma, ha tenido que priorizar el negocio por sobre su salud.

“He pensado en ponerme una máscara, como forma de prevención, pero entonces los pasajeros van a pensar que estoy enfermo, y no van a querer viajar conmigo”, refiere.

A él también le preocupa la posibilidad de que se ordene cerrar las empresas porque “nosotros trasladamos a la gente, de la parada, a la zona franca, y si cierran no tendríamos ingresos. Si cerraran el resto de empresas, tampoco podríamos trasladar a la gente del barrio hacia afuera, porque ya no irían a trabajar”, argumentó.

La fe en Dios o el Gobierno

Algunos se encomiendan a Dios para evitar la epidemia, y otros aún confían en que el Gobierno puede evitar la propagación del virus. Como doña María del Socorro Chavarría, que confía en el Altísimo, y en “el comandante y la compañera Rosario”, en referencia a Daniel Ortega, presidente del Gobierno de Nicaragua, y a su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo.

Chavarría declara estar enterada de la crisis “y estamos esperando, primeramente en Dios, que no nos afecte tanto, porque tenemos la protección del Señor, y las orientaciones que también está dando el Minsa, por medio de los medios de comunicación”, y que también le dan a los niños en el colegio.

Insistió en que “primero es la protección del Señor, que tenemos que clamarle a Él. Buscar de Él. Es lo primordial, porque venga el coronavirus, vengan todas las pestes que han venido, pues gracias al señor yo digo: Señor, inmuníceme, y a mí no me ha dado dengue, chikunguña, ni todo lo que ha venido a Nicaragua”, dijo orgullosa.

Y si da gracias a los poderes celestiales, también agradece a los poderes terrenales, recordando “las medidas que ha tomado nuestro buen gobierno para orientarnos. A través de los medios de comunicación salen hablando el comandante y la compañera Rosario, y sus comunicados salen en todos los medios independientes, y en todos los medios que existen aquí en Nicaragua”.

Rodríguez, la prestamista, opina que “el gobierno está tomando todas las medidas y 100% todas las medidas necesarias para cualquier ataque de ese virus”, destacando en primer lugar, “los doctores cubanos que van a venir, o ya están aquí. No sé. Para mí es una bendición que vengan ellos, o estén aquí por esta emergencia”.

Ella declara que confía “en Dios, pero aun así, como tengo problemas virales, me aseguro mi vida también”, usando la mascarilla, en especial en ese momento en que se dirigía a una unidad de salud.

Antonio Corea, (57) también trabaja en una empresa de zona franca, y opina que si Nicaragua pasó tanto tiempo sin que se conociera ningún caso de infección por covid-19, fue “por obra de Dios, y todas las recomendaciones que han dado el Gobierno y los medios”.

Refiere que él y su familia oyen y comentan las noticias sobre el avance de la enfermedad, y que “como la mayoría de ellos son cristianos, oran para que eso no nos afecte a nosotros”.

Finalmente, la madre de familia y obrera de zona franca, Judith Castro, cuenta con salir adelante “con la ayuda del Señor, porque todo hay que ponerlo en las manos del Señor. Doblar rodillas, y pedirle que [el virus] no nos ataque tanto, como en otros países. Que tenga compasión de los nicaragüenses”.