Colombia y la disyuntiva de erradicar cultivos de coca sin fumigación

Por Rodrigo Ruiz Tovar (dpa)

Fumigación contra el cultivo de la hoja de coca. Foto: eltiempo.com

HAVANA TIMES – Considerado por años como el principal país productor mundial de cocaína, Colombia enfrenta la disyuntiva de luchar contra el aumento de los cultivos de hoja de coca sin recurrir a la fumigación con herbicidas por razones ambientales.

Las aspersiones con el herbicida glifosato se efectuaron desde 1994 hasta 2015, cuando el Ministerio de Salud recomendó suspenderlas por los riesgos de efectos negativos para las personas y el medio ambiente a raíz de una alerta de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La suspensión del Programa de Erradicación de Cultivos Ilícitos con Glifosato (PECIG) era una estrategia de los gobiernos de Colombia y Estados Unidos que, sin embargo, era vista como insuficiente por sectores políticos colombianos porque nunca pudo acabar con las plantaciones.

El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, insiste desde entonces en una nueva visión del problema que vaya más allá de las fumigaciones y luche contra otros eslabones como el tráfico de químicos para el procesamiento de cocaína y el blanqueo de capitales, así como con campañas de salud pública para disminuir el consumo.

Frente a diversas informaciones sobre el aumento de los cultivos de hoja de coca en Colombia, el Gobierno considera que eso no es atribuible exclusivamente a la suspensión de las fumigaciones, pues las erradicaciones se hacen ahora de forma manual con campesinos que trabajan al lado de la Policía Nacional.

Santos apela al optimismo frente al escenario del acuerdo de paz con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), firmado en noviembre de 2016 y que está en la fase de implementación.

Uno de los principales puntos del acuerdo involucra a las FARC en la lucha contra las drogas mediante la sustitución de cultivos ilegales y programas de desarrollo alternativo en las zonas donde tuvieron influencia armada.

Poco antes de la firma de la paz, Santos dijo que el mayor obstáculo en los últimos 30 años en la lucha contra la erradicación de cultivos ilegales eran las FARC y que los nuevos tiempos mostrarían a unos ex guerrilleros ya no protegiendo las plantaciones sino ayudando a los planes de sustitución.

“A partir del momento de la firma de la paz las FARC se vuelven aliadas. Es un cambio de paradigma, de 180 grados”, ha dicho Santos en su constante defensa del acuerdo de paz.

Aunque Estados Unidos se ha mostrado respetuoso de la decisión colombiana de no volver a fumigar, el tema volvió al primer plano de las relaciones bilaterales cuando empezó la Administración del presidente Donald Trump.

El Gobierno estadounidense le pidió a Colombia reconsiderar la prohibición en vista de informes que indican que desde que se suspendieron las aspersiones aéreas han aumentado los cultivos.

Un informe publicado en 2016 por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito indicó que entre 2014 y 2015 los cultivos de hoja de coca aumentaron en un 39 por ciento en Colombia, cuando aún estaba vigente la fumigación.

La expectativa es grande de cara al nuevo informe que publicará mañana esa dependencia de las Naciones Unidas, aunque Estados Unidos muestra sus propias cifras.

En marzo pasado, el Departamento de Estado norteamericano publicó un informe que indica que los cultivos de coca en Colombia aumentaron un 42 por ciento en 2015 con respecto a 2014.

A raíz de ese informe fue que Washington pidió a Colombia reconsiderar la suspensión de las fumigaciones, pero el Gobierno de Santos parece seguir convencido de la poca eficacia de ese método.

“No vamos a atender las solicitudes hechas por Estados Unidos. Colombia no reanudará las fumigaciones aéreas con glifosato y esta es una posición de Gobierno. La consideramos inconveniente porque se trata de aspersiones indiscriminadas que generan afectaciones tanto a la salud humana como al ambiente”, respondió el ministro de Ambiente, Luis Gilberto Murillo.

El alto consejero presidencial para el Posconflicto, Rafael Pardo, considera que el verdadero impacto de la disminución de los cultivos tras la firma de la paz con las FARC aún no puede ser medido porque apenas está empezando la implementación del acuerdo, por lo que los informes de Naciones Unidas y Estados Unidos de los próximos años serán fundamentales.