José Merino: homenaje a un luchador

Armando Chaguaceda

José Merino del Río

HAVANA TIMES — Lo conocí en la gesta del No al TLC, épico y creativo movimiento social que enfrentó (y casi detuvo) la entrada del “Libre Comercio” en Costa Rica.

Corría 2007 y una marea plural de ambientalistas y vecinos, sindicalistas y pequeños productores, estudiantes y feministas (al que nos sumamos algunos foráneos) se organizaba en Comités Patrióticos autogestionados.

Mientras, en el parlamento, un tenaz diputado daba la más brillante pelea dentro de los cauces institucionales. Era José Merino del Río.

Carismático y elocuente, con sangre hispana aclimatada en suelo tico, Merino representaba, en solitario, al izquierdista Frente Amplio dentro del poder legislativo de la bien aceitada democracia costarricense.

Combinando la defensa legal del Estado Social y de Derecho con las arengas a la movilización social, Merino constituyó un referente para un movimiento que en barrios y calles luchaba contra la implementación de un neoliberalismo que amenazaba con barrer con las instituciones y conquistas del reformismo socialdemócrata tico: el Instituto Costarricense de Electricidad, la Caja del seguro Social, la protección de empresarios y trabajadores nacionales.

Y tanto Merino como el movimiento cumplieron con altura su misión, frente al poder del derechizado partido Liberación Nacional y sus aliados del mundo empresarial. ¡Casi les ganamos aquel histórico referéndum!

Ahora que leo la noticia de su deceso no puedo menos que dedicar unas palabras al extraordinario parlamentario, luchador social y ser humano que fue Merino.

Un ser agudo en sus análisis (http://www.nacion.com/2012-09-16/ElPais/Jose-Merino-del-Rio—Es-un-momento-fatal-para-hacer-politica–Nadie-quiere-meterse-.aspx), admirado por sus adversarios políticos (http://www.nacion.com/2012-10-09/ElPais/Politicos-destacaron-la-coherencia-del-pensamiento-y-el-buen-humor-de-Merino.aspx ) y del cual amigos comunes cuentan graciosas historias.

El mismo que acompañó nuestras marchas en el apacible San José, vísperas de aquel 7 de octubre donde se libró (como hace dos días en Venezuela) una decisiva batalla por la democracia y la justicia latinoamericanas.

Una más de las muchas luchas que vendrán, pues la defensa de los derechos ciudadanos -frente a poderes políticos y empresariales de cualquier disfraz ideológico- es algo permanente e innegociable.