Guatemala: Agonizan aguas del Atitlán

Por Danilo Valladares* – Tierramérica

HAVANA TIMES, 20 julio (IPS) — “Ahora no vienen tantos turistas, y casi todos los hoteles están vacíos”, dice Rosa Rosales, empleada del Hotel Pa Muelle, a orillas del lago guatemalteco de Atitlán, un tesoro natural asediado por la contaminación.

“El lago tiene buena vista y el agua se mira bien azul”, describió Rosales a Tierramérica, pero los turistas no se fían, reconoció la empleada de uno de los 281 hoteles que rodean el lago, en el sudoccidental departamento de Sololá.

Según la Cámara de Comercio de Panajachel, el municipio que posee mayor infraestructura hotelera a orillas del Atitlán, más de 60 por ciento de las reservas para fin de año fueron canceladas por la aparición de la cianobacteria Lyngbya hieronymusii en las aguas.

Atitlán es uno de los principales sitios turísticos de este país, y atrae a 20 por ciento de los visitantes extranjeros, según el Instituto Guatemalteco de Turismo.

La pérdida de visitantes es una de las principales consecuencias que la contaminación de esta joya natural de unos 125 kilómetros cuadrados ha dejado a agricultores, artesanos y pescadores de los 11 municipios que bordean el lago y viven de él.

“Desde que apareció la cianobacteria la venta de pescado bajó mucho porque la gente cree que es tóxica”, dijo a Tierramérica Juan Chocoy, de la Asociación de Pescadores Artesanales Chajil Ch’upup, (guardianes del tul, en idioma maya tzutuhil), de San Juan La Laguna.

Las dos especies de tul (Typha dominguensis y Scirpus californicus) que crecen en las márgenes del Atitlán y ayudan a oxigenar sus aguas, casi han desaparecido porque su fibra fue explotada para fabricar sombreros, canastas y otros artículos.

En octubre del año pasado la superficie del lago fue cubierta por un manto marrón producido por las aguas servidas de las zonas pobladas y los residuos de fertilizantes usados en la agricultura.

Los científicos identificaron a la cianobacteria, un alga que se alimenta de fósforo y nitrógeno, capaz de producir toxinas que afectan a peces, crustáceos, plantas acuáticas y a los humanos que tengan contacto con el agua.

La noticia provocó la movilización del gobierno, ambientalistas y pobladores para buscar soluciones. Pero nueve meses después la situación no mejora.

La tormenta tropical Agatha empeoró las cosas a finales de mayo, porque “arrastró lodo y piedras al fondo del lago. Nosotros no hemos encontrado la forma de trabajar porque los peces se dispersaron y no encuentran dónde anidarse”, describió el pescador.

“Agatha dejó el lago en una situación más crítica porque los sedimentos llevaron gran cantidad de nutrientes”, que sirven de alimento a la cianobacteria, dijo a Tierramérica la directora ejecutiva de la no gubernamental Amigos del Lago de Atitlán, Anna D’apolito.

El problema real es la falta de recursos que imposibilita instalar plantas de tratamiento de aguas residuales y desechos sólidos para impedir que vayan a dar al lago, indicó.

Un estudio del Instituto de Agricultura, Recursos Naturales y Ambiente de la Universidad Rafael Landívar, encontró en 2008 Escherichia coli y otras bacterias fecales causantes de enfermedades diarreicas.

La investigación concluyó que entre 2002 y 2003 el lago recibió unas 972 toneladas de nitrógeno y 381 de fósforo procedentes del agro.

Otros factores, como la introducción de especies exóticas y el cambio climático también han favorecido la contaminación, según los científicos.

Juventino Gálvez, director del Instituto, dijo a Tierramérica que las causas estructurales siguen intactas. Asuntos como el uso de la tierra, el manejo de desechos sólidos y líquidos y la escasa capacidad de las entidades públicas ambientales “siguen funcionando igual”.

La gravedad del caso llevó al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) a incluirlo en el informe “América Latina y el Caribe: Atlas de Nuestro Cambiante Medio Ambiente”.

Según el Atlas, el 22 de noviembre de 2009, la agencia espacial estadounidense (NASA) detectó que 38 por ciento de la superficie del lago estaba afectada por la cianobacteria. Un avance de ese estudio fue presentado en la XVII Reunión del Foro de Ministros de Medio Ambiente de América Latina y el Caribe, celebrada del 26 al 30 de abril en Panamá.

“Dicen que sembraron tul y que pusieron unos aireadores, pero quién sabe si funcionan”, dijo a Tierramérica el presidente de la Asociación de Alcaldes de Sololá, José de la Cruz.

“El gobierno ha gastado más recursos en publicidad y promoción, pero su apoyo para resolver la contaminación del lago no llega”, se quejó.

En cambio, Nery Paz, director de la Autoridad para el Manejo Sustentable del Lago de Atitlán y su Entorno, dijo a Tierramérica que no es un problema exclusivo del gobierno.

“La gente sigue creyendo que el gobierno debe resolverlo todo, cuando todos somos responsables. ¿De qué sirve hacer una planta de tratamiento de desechos sólidos si la gente sigue tirando la basura en la calle?”, se preguntó.

En enero, el gobierno y las comunidades acordaron algunas acciones, como crear el Reglamento de Vertidos para Cuerpos Receptores de la Cuenca del Lago de Atitlán y su Entorno, aprobado en febrero, la reestructuración de drenajes y la instalación de plantas de tratamiento.

Las medidas están en marcha, según Paz, y “todos debemos participar”.

*Este artículo fue publicado originalmente el 17 de julio por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.