“Es dificil, pero hay que hacerlo”

Por Miriam Gathigah

HAVANA TIMES, 4 marzo (IPS) – El monte Elgon, en la frontera occidental de Kenia, es una de las regiones más marginadas del país, al punto de no tener ni un metro cuadrado asfaltado. En la zona perviven prácticas culturales que discriminan a las mujeres, como la mutilación genital femenina (MGF) y el matrimonio infantil.

Hasta hace muy poco estaba mal visto que las niñas fueran a la escuela y que se educaran, y se considerada una falta de respeto y una abominación la simple idea de que pudieran servir la comida a su padre.

La región se caracteriza, además, por enfrentamientos violentos por la propiedad de la tierra.

En esas duras condiciones se crió Jennifer Masis, quien, contra todos los pronósticos, se convirtió en una fuerza arrolladora decidida a conferir valor y poder de decisión a las mujeres.

Nacida en 1970 en la comunidad de Sabot, una comunidad fuertemente patriarcal, Masis debió soportar la gran marginación que pesa sobre las mujeres en el oeste de Kenia.

“Crecí sabiendo muy bien que el lugar de las mujeres en la sociedad es el de ser vistas y no escuchadas. No podíamos ni sentarnos frente a los hombres, cuanto menos hablar”, relató.

“Los varones gozan de todas las oportunidades disponibles para crecer y desarrollarse, en tanto a las niñas las pueden casar a los 12 años para tener ganado y poder venderlo para pagar los gastos escolares de él”, añadió.

La ablación genital era la norma. Se entendía como una marca de crecimiento y un ritual para distinguir a las niñas que la tenían, de las que no.

“Las mujeres que no estaban mutiladas eran consideradas niñas y no podían casarse”, explicó.

Por suerte para ella, su padre le permitió ir a la escuela, aunque su presencia fue considerada por muchos integrantes de la comunidad como una vergüenza para su familia.

La muerte de su madre cuando estaba por dar un examen, fundamental para decidir a cuál facultad iría, si lograba ir, fue uno de los varios motivos que complicaron su educación. Pero finalmente se destacó en la Universidad de Moi, donde obtuvo un título en desarrollo comunitario.

Allí desarrolló su pasión por el trabajo comunitario y, tras graduarse en 1994, se convirtió en una activista por el derecho de las niñas a educarse.

“No fue fácil, pero había que hacerlo”, indicó.

“Las mujeres me apoyaron mucho porque vieron cómo mejoró mi vida gracias a la educación y me hizo una persona diferente. Al haber sido yo misma mutilada pude usar mi propia experiencia para denunciar la práctica y defender la educación como forma de distinción y de refinamiento, y no la MGF”, remarcó.

Su papel en la comunidad como cruzada por los derechos femeninos atrajo a las mujeres mayores, que vieron que tenía lo necesario para liderar. Así fue cómo se plantó en ella la semilla de la política.

“Esa fue la primera vez que realmente pensé en dedicarme a la política.
El apoyo de las ancianas fue muy importante porque sabía que toda mi familia, incluidos los parientes políticos, harían lo mismo, y así fue”, relató Masis, madre de cinco niños.

“Me zambullí en política y en 2002 me presenté como candidata a un escaño parlamentario en el distrito de Kwanza”, indicó.

“Su periplo electoral estuvo plagado de amenazas e intimidaciones, pese al gran apoyo de actores clave, de su familia, de las ancianos y sus partidarios”, recordó.

“Sufrí todo tipo de abusos. Hasta me amenazaron con mandarme 14 jóvenes a violarme”, apuntó. “Seguí y hasta fui designada para figurar en la lista del partido Unión Nacional Africana de Kenia”, añadió.

Pero no sospechó que era el principio del fin.

“Me llamó un directivo avisándome que el partido había decidido que no les interesaba una mujer y que el número dos tomaría mi lugar”, relató.

“Quedé muy sorprendida, pero me mantuve firme hasta que recibí otra llamada, esta vez de la figura más influyente, quien no anduvo con rodeos. Me dijo que no sólo no estaba interesado en mujeres sino que, al tener 32 años, tenía todo un futuro por delante para perseguir mi sueño”, añadió.

Masis llevó el caso a la Comisión Electoral, pero como ya había terminado de recibir la documentación de los aspirantes, la dejó afuera. Pero no se amedrentó.

En 2004 fue delegada a la Conferencia Constitucional Nacional en el centro cultural Bomas de Kenia, en las afueras de Nairobi, para redactar una nueva Constitución.

Masis vivió la oportunidad como una forma de ayudar a crear estructuras que facilitaran la participación de las mujeres en política y evitaran que fueran discriminadas e intimidadas por los propios partidos.