Edificio Arcos, una curiosidad en El Vedado
Fotorreportaje por Irina Pino
HAVANA TIMES – Descansa sobre una furnia, un boquete vertical sobre rocas. El Edificio Arcos fue construido en los años 30, del pasado siglo. Abarca las calles E y F, en pleno corazón del barrio residencial El Vedado de La Habana.
Tiene más de 70 apartamentos y múltiples escaleras interiores; pero la más famosa de todas es la que sirve de pasaje entre las calles 19 y 21. Pues mucha gente la usa para cruzar, por su comodidad.
Se cuenta que a lo largo de los años se han producido derrumbes internos. Por lo que a veces, dudamos en atravesar el largo pasillo. Sin embargo, al final sucumbimos a ese acto, observando a cada instante la vegetación que descansa en sus cimientos y las enormes rocas que lo sostienen.
Enfrente, podemos ver casas incrustadas en las piedras, y acaso nos imaginamos que si se produce un terremoto, estas serán las primeras en venirse abajo.
La edificación me trae algunas memorias, unas agradables, otras tristes. Mientras cursaba la secundaria, visité varias veces a una compañera de aula que vivía en el interior, pues formaron un círculo de estudio en su casa. Aunque ya ni recuerdo el número del apartamento de Tania.
Aquí vivió Sandra, en los años 80. Fue un amigo gay enfermo de SIDA, que se refugió en uno de aquellos apartamentos, para huir de ser llevado al sanatorio de Los Cocos. La dueña del apartamento era una prima suya. Nadie sabía dónde estaba. Nos enteramos cuando se puso grave.
De día, se la pasaba viendo videos de Barbra Streisand y solo salía en la oscuridad de la noche, disfrazado de mujer. Travestirse era una de sus preferencias. Pero no murió allí, sino en casa de su madre, meses después.
Hace poco pasé por el lugar y no pude dejar de hacer fotos. Las imágenes nos revelan cierta magia, y la incertidumbre de lo que sucederá en el futuro. No sabemos qué catástrofe pueda aniquilar esta rarísima obra de arquitectura.
Qué pena, está hecho mierda. Gran reportaje, gracias.
La primera vez que pasé por allí, para cortar camino, quedé encantado con la atmósfera retro del lugar. La profundidad del foso, la vegetación, la penumbra, el deterioro de la edificación y la sensación de peligro favorecen un estado de alerta que, sí eres un tanto sensible a la literatura fantástica, te hace pensar que vas a ver salir lo mismo a un troll que a un elfo, de cualquier sitio. Es un hermoso lugar pidiendo a gritos una restauración personalizada que le permita continuar existiendo con seguridad y a la vez mantener esa sensación de abismo prodigioso y a la vez un tanto maléfico, para mí gusto.