Un balance necesario

Fernando Ravsberg

Bodega en Trinidad, Cuba. Foto: Elio Delgado

HAVANA TIMES, 6 enero — Hacer una síntesis de lo acontecido en Cuba en el 2010 no es una tarea fácil, son tantas cosas que la realidad resulta inabarcable en un solo post. Trataré de separar la paja del trigo, los hechos del discurso y los deseos de los resultados.

Derechos Humanos

Siguiendo esa línea tal vez lo más destacado sea el tema de los Derechos Humanos. Empezamos el año con la disidencia concentrada en el tema de los presos políticos y la muerte de uno de ellos en una huelga de hambre.

Inmediatamente después se inicia otra huelga reclamando la liberación de 26 presos enfermos. Raúl Castro da un viraje total, dialoga con la Iglesia Católica y acepta liberar a los 52 prisioneros de conciencia condenados en el 2003.

No solo duplica el número de excarcelaciones solicitado por la disidencia sino que lo amplía a todos los presos políticos y así abandonan las prisiones otros reclusos que también cumplían condenas por acciones pacíficas.

Incluso los violentos fueron beneficiados, se conmutó la pena de muerte a todos los condenados y los tribunales ni siquiera pidieron «paredón» para Francisco Chávez, el salvadoreño que reclutaba mercenarios para dinamitar objetivos civiles en Cuba.

En la economía

Mientras, la economía cambiaba de forma radical, comienza el despido de 500 mil empleados públicos y la apertura del trabajo por cuenta propia. Un proceso que, en 5 años, se extenderá hasta abarcar a 1.8 millones de trabajadores.

Esta medida, junto al fin de las gratuidades y subvenciones, transformará la sociedad. El hecho de que los cubanos reduzcan su dependencia del Estado, podría ser el primer paso hacia el nacimiento de un ciudadano más autónomo.

Los peluqueros dejaron de ser empleados estatales, haciéndose cargo del negocio en forma de cooperativas y se creó la primera empresa de taxis en la que los choferes alquilan los vehículos y los trabajan según su propio criterio.

Desaparecen más prohibiciones, se autorizó a la población a construir sus viviendas, ampliarlas y repararlas. Así mismo se anuncia que permitirán la compra-venta de casas y automóviles, medidas largamente reclamadas por los cubanos.

Los cambios macroeconómicos comienzan a mostrar resultados, la economía crece y también crecen las exportaciones, aumenta la productividad, se ahorran decenas de millones de dólares en combustible y se reduce el mercado negro.

Los campesinos con manos atados

En la agricultura los campesinos logran poner a producir la mitad de las tierras que se les entregó y lo hacen a pesar de que el Estado no les dio los créditos prometidos ni les vendió las herramientas e insumos necesarios para trabajar.

Los guajiros cortaron el marabú a machete, compraron el alambre de cercar a precio de mercado negro y vieron como se siguen destruyendo sus cosechas en los infinitos traslados organizados por Acopio, el sistema estatal de distribución.

Al campesino más no se le puede pedir si le atan las manos con «Resoluciones y Regulaciones» del Ministerio de la Agricultura, fríamente pensadas en las oficinas climatizadas del enorme edificio que ocupa, muy cerca de la sede del gobierno y demasiado lejos de los campos.

Los «mecanismos» burocráticos que allí crean o avalan impiden a los campesinos comprar vehículos, tractores o sistemas de riego. Ni siquiera es muy legal montar una fabriquita de conservas para salvar las cosechas que Acopio abandona en los caminos.

Solidaridad y Exportaciones

Así que en el 2011 seguiremos comiendo, como los ricos, alimentos importados. Por suerte el gobierno cambió sus relaciones con el Tercer Mundo, transformando la desinteresada solidaridad cubana en un intercambio Sur-Sur, beneficioso para ambas partes.

El crecimiento de las exportaciones tiene que ver con las decenas de miles de especialistas -médicos, enfermeros, ingenieros, arquitectos, agrónomos, técnicos deportivos- que trabajan en los 5 continentes y representan ya el mayor ingreso económico del país.

La diversificación del comercio internacional multiplicó opciones y surgieron incluso inversiones cubanas: un lujoso hotel en China, varios laboratorios en África, una empresa hidráulica en el desierto, la fábrica de helados «Coppelia» en Angola y hospitales por doquier.

Desde el cubano de a pie

Pero el cubano de a pie no acaba de creerse que esta vez los cambios sean de verdad, profundos y sobre todo irreversibles. Será por eso que la gente transitó el 2010 sin grandes cambios de mentalidad y mucho menos de actitud.

Y es lógico que piensen así los cientos de miles que serán despedidos. Ahora para trabajar por su cuenta les cobran licencia e impuestos desde el primer día, tal y como si los US$17 al mes que les pagaba el Estado hubiera sido suficiente para acumular capital.

Durante los debates sobre la reforma económica, muchos cubanos consideraron que lo más prudente era callar. A pesar de los llamados del presidente pidiendo franqueza, pocos perciben que desde el poder se aprecie el valor de la crítica ciudadana.

En mi barrio tampoco han cambiado las cosas, el carnicero se robó el pollo de mis vecinos y lo revendió en el mercado negro y un poco más lejos un bodeguero hizo lo mismo con los frijoles. Sin embargo, absolutamente nadie reaccionó.

Pero seamos optimistas y apostemos a que en el 2011 -en la taquilla de la terminal de trenes, en la reunión de la cooperativa o en la cola de la panadería de mi barrio- aparecerá una Rosa Parks que con un simple «no» pondrá todo en su lugar.

Publicado con la autorizacion de BBC Mundo.