Las cartas sobre la mesa

Fernando Ravsberg

La Bahia de La Habana. Foto: Sonia Kovacic

HAVANA TIMES, 11 nov. — Con la publicación del «Proyecto de lineamientos de la política económica y social» finalmente el gobierno de Raúl Castro muestra sus cartas, le explica a la población hacia dónde se dirige el país y qué modelo pretenden construir.

Al parecer se logró el consenso entre los cuadros dirigentes e históricos de la Revolución -con y sin cargos- sobre los cambios que se necesitan. Les llevó su tiempo pero no es sorprendente, se corresponde con el estilo de hacer política en Cuba.

Gracias a este documento los ciudadanos tienen por primera vez una idea de cuál es el tipo de sociedad que se les propone. Durante 3 años se les había pedido una «confianza» que, a falta de información, se parecía mucho a la «fe».

La burocracia-mandante, camuflada en su ineficiencia y amparada en la indefinición pública del gobierno, saboteó las reformas. Algunos de ellos fueron destituidos de sus cargos y otros cumplen condenas domiciliarias y de prisión.

Desde las gradas

Sin embargo, la lucha continuará porque los mandantes defienden los privilegios que les proporciona el actual modelo. Además se consideran imprescindibles para el funcionamiento del país y muy poderosos en su omnipresencia.

La mayoría de los cubanos se ha limitado a observar el enfrentamiento desde las gradas. En realidad es muy poco probable que la gente se arriesgue y pelee si no se le explica qué es lo que va a defender y cuáles son sus beneficios.

Pero ahora los ciudadanos saben que el plan es crear un modelo descentralizado, con un Estado más «liviano», que ceda poder a los municipios, dé autonomía a las empresas y acepte diferentes formas de propiedad y producción.

El realismo se impone

El realismo se impone hasta en la solidaridad internacional que continuará pero «de acuerdo a los intereses nacionales» y tratando de que el país beneficiario pague los costos. Algo más que lógico dado los escasos recursos económicos de Cuba.

Y también se propone conocer cuánto cuesta esa ayuda, algo que a nadie parecía interesarle. El pasado año un funcionario de la cancillería me trató como a un hereje cuando quise saber el costo de la atención a los niños víctimas de Chernóbil.

Queda mucho por definir, por ejemplo dónde se adquirirá la comida cuando acabe la «liberta de abastecimientos». Porque una cosa es eliminar subvenciones y otra muy diferente es que la gente tenga que comprar sus alimentos básicos en las tiendas de divisas, pagando un 240% de impuesto.

El gobierno cubano insiste en que se trata solo de una «actualización» del modelo pero leyendo el documento uno tiene la impresión de que son los cambios estructurales anunciados hace 3 años y que se parecen mucho a los de Vietnam.

Estudiar las experiencias de otras naciones más exitosas no es algo de lo que un gobierno deba avergonzarse, le evita redescubrir el fuego. El error cometido en el pasado no estuvo en copiar, sino en la elección del modelo que se copió.

Sin dudas quedan muchas cosas por definir y eso no es necesariamente malo, por el contrario, da la posibilidad de influir en el diseño. Más aun si se abren espacios para que los ciudadanos, comunistas o no, expresen sus opiniones y defiendan sus intereses.

Apoyo y desconfianza

Es difícil saber cuánto podrán influir pero podría ser más de lo que se cree. De hecho el actual plan recoge gran parte de las propuestas de la población, empresarios, académicos y jefes políticos provinciales, expresadas en los debates del 2007.

Sin embargo, incluso entre los cubanos que apoyan los cambios hay quienes desconfían de su permanencia en el tiempo. Recuerdan otros momentos en los que se aprobaron reformas y luego fueron «minadas» por el propio gobierno.

Una forma de lograr el apoyo de las bases del Partido Comunista y de la población en general sería explicar que esta vez los cambios son verdaderamente de fondo y no simples ajustes a un modelo en el que ya muy pocos cubanos confían.

Pero además en los debates los ciudadanos querrán saber cuáles son los beneficios que obtendrán de este proyecto, porque lo cierto es que hasta ahora sólo han visto su lado oscuro, el de los despidos y la eliminación de las subvenciones.

Conquistar las mentes y los corazones de sus compatriotas será clave para la dirección cubana. Que la gente común tome partido a favor del proyecto podría ser la única posibilidad de vencer la sorda resistencia de la «burocracia-mandante».

Publicado con la authorización de BBC Mundo.