La luna de miel, la guerra virtual y la vida real

Fernando Ravsberg

La gente común siguen siendo averiguar si serán despidos, entender las regulaciones del trabajo por cuenta propia, especular sobre las leyes que se anuncian pero no se aprueban y calcular cuánto los afectará la devaluación del peso. Foto: Elio Delgado

HAVANA TIMES, 17 marzo — Sin lugar a dudas en Cuba debe haber habido una boda a la que yo no fui invitado y por eso es que no entiendo cuando se repite, una y otra vez, que el caso de Alan Gross pone fin a la “luna de miel” que vivían Washington y La Habana.

Un peculiar “romance” en donde se persiguen a las empresas que venden equipos médicos a Cuba y se dedican US$20 millones al año a apoyar los movimientos opositores internos con el expreso fin de desestabilizar al gobierno.

Uno puede pensar que es una “intromisión en los asuntos internos de otro país” o que se trata de “solidaridad con los que luchan por la democracia.” pero calificar estas actividades de “Luna de miel” suena muy alejado de la realidad.

Incluso, según mis cuentas, los dos “gestos” más importantes de EE.UU.  hacia Cuba -mayor flexibilidad en los viajes de estadounidenses a la isla y permiso para que Western Unión entregue los dólares al gobierno cubano- son posteriores a la detención.

Es verdaderamente curioso que Washington haya decidido ceder en temas tan delicados y más aun que lo hagan cuando, supuestamente, están “indignados” por el encarcelamiento de Gross.  A simple vista parece muy contradictorio.

Los enemigos de Barack Obama son implacables pero hay que reconocer que alguna razón tienen cuando afirman que no es lógico ampliar los viajes ni facilitar recursos financieros a un país al que se acusa de alentar el terrorismo.

 

La contradicción entre el discurso y la práctica es evidente pero al fin y al cabo tampoco es una novedad entre los políticos del mundo.  Sin embargo, el presidente de EE.UU. lo tiene más difícil porque en el tema Cuba vive en “libertad vigilada.”

Videos muy aburridos

Por suerte para el primer presidente afroamericano la televisión cubana produce videos que, además de muy aburridos, no contienen material que resulte demasiado comprometedor para los opositores ni para Washington.

Omnibus de La Habana. Foto: Caridad

Es que presentar a agentes de la contrainteligencia cubana hablando mal de los disidentes, de las Damas de Blanco y de EE.UU.  tiene la misma credibilidad que mostrar oficiales de la CIA acusando a Cuba de ser una dictadura.

Sumando desaciertos se han presentado ya tres programas sobre la “guerra cibernética” contra Cuba y no aparece ni una sola imagen de las actividades de Alan Gross, el estadounidense condenado a 15 años por participar en dicho plan.

Y no es que les faltara espacio porque tuvieron tiempo suficiente para contarnos todas las operaciones de inteligencia de Washington contra la isla desde 1959, dicho a lo cubano hicieron “la historia del tabaco” del enfrentamiento bilateral.

Sobre algo nuevo hubo muy poco, apenas unas antenas de Internet satelital camufladas en forma de tabla de surf y enviadas por el jefe de informática de la Freedom House, Robert Guerra, que además daba clases gratuitas a los ciberopositores sobre cómo escribir mensajes secretos.

Los blogueros disidentes se defienden diciendo que en Cuba no se respeta la privacidad y por eso critican las técnicas de “encriptación.” Podría ser pero apuesto a que en estos tiempos los mensajes cifrados despiertan suspicacias hasta en la nación más democrática del mundo.

A lo mejor es que conozco poca gente pero no hay uno solo de mis amigos que utilice claves para comunicarse por Internet.  No dudo que muchos internautas las usen pero yo las únicas referencias que tengo vienen de las novelas de espionaje.

De todas formas es lógico que los ciberopositores se defiendan, todos los “cañones” apuntan hacia ellos ahora que los diplomáticos de EE.UU.  los ensalzan como agentes del cambio, a la par que cuestionan la efectividad de la disidencia tradicional.

Pero lo cierto es que las denuncias no les hacen mella.  “Un internauta sabe bien de los hits que un ataque en la tele nacional puede proporcionar a un sitio cualquiera, incluso en un país con tan  conectividad como éste.” explica una bloguera disidente.

Curiosamente todo este asunto que tanto ruido está haciendo en el exterior tiene muy poca repercusión en Cuba.  Para el ciudadano de a pie no son noticia “las perversas intenciones del imperio” ni la existencia de infiltrados en la oposición.

Los problemas de la gente común siguen siendo averiguar si serán despidos, entender las regulaciones del trabajo por cuenta propia, especular sobre las leyes que se anuncian pero no se aprueban y calcular cuánto los afectará la devaluación del peso.

Exceptuando a un funcionario de gobierno que criticó la factura de los videos, el resto de los cubanos que conozco ni siquiera hablan del tema, están tan inmersos en su propia guerra que les queda poco tiempo para guerras virtuales

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Publicado con la autorización de BBC Mundo.

One thought on “La luna de miel, la guerra virtual y la vida real

  • …la escasez planificada, ha sido el método de control con mayor alcance que el gobierno cubano ha implementado…..

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