Constitución, ley y derechos en Cuba

Fernando Ravsberg

Calle de La Habana. Foto: Raquel Pérez

HAVANA TIMES, Oct. 6 — El lunes en una fiesta me encontré con dos amigos que están eufóricos.  Uno de ellos, promotor cultural, podrá por fin poner el Lada (1) a su nombre y el otro, un profesor universitario, traspasará el carro a su hija, “sin necesidad de tener que morirme”(2).

Hay que decir que la ley de compraventa de vehículos es un nuevo paso del actual gobierno para destrabar la sociedad de tanta prohibición tonta como la de los celulares, el hospedaje en los hoteles, la compra de computadoras, etc., etc., etc.

Gracias a esto la sociedad se normaliza un poco más, decenas de miles de ventas clandestinas podrán legalizarse y los verdaderos propietarios de automóviles tendrán el “carrito” a su nombre y no a nombre del primer comprador.

Porque lo cierto es que la venta de vehículos nunca cesó a pesar de la prohibición expresa del gobierno. Los automóviles pasaban de unas manos a otras sin registrar oficialmente la propiedad y un apretón de manos sellaba el trato.

Así, en los primeros días parecerá que se desata una fiebre de compra aunque en realidad lo que estarán haciendo los notarios será poner la casa en orden, es decir legalizar todas las ventas que se han hecho durante 50 años en la clandestinidad.

La medida es sin lugar a dudas un paso en la dirección que reclaman los cubanos desde hace muchísimos años. Sin embargo, sorprenden algunos aspectos de la ley porque no da los mismos derechos a todos los ciudadanos.

Las reglas y los autos nuevos

Los periodistas nacionales le preguntaron al viceministro de transporte, Eduardo Rodriguez, por que unos cubanos podían comprar autos nuevos y otros no.  En síntesis su respuesta fue que así lo establecen los lineamientos del Partido Comunista.

Más allá de quien “lo oriente”, lo cierto es que excluyen a muchos ciudadanos, algunos incluso con poder adquisitivo como los médicos de las misiones, los campesinos y los cuentapropistas, sectores cuya importancia crece cada día.

Es difícil comprender por qué se le permite comprar un automóvil nuevo a un pintor o a un músico y se le prohíbe a un campesino que ha ganado su dinero regando con sudor los campos para que todos los cubanos coman y el país ahorre.

Vista la legislación a la luz de las prioridades de la nación se produce un cortocircuito. Sin duda la cultura es importante pero los funcionarios que redactaron la ley deberían saber que la gente necesita alimentar algo más que el espíritu.

Los otros marginados son los trabajadores autónomos, cuyo número se triplicó y un día serán la mayoría de la población laboral. No sé cómo le explicarán al hombre que se deshace las manos fabricando ladrillos que los funcionarios van a tener más derechos que él.

Pero lo más sorprendente es que a los médicos que cumplen misiones en el extranjero se les prohíba comprarse un automóvil nuevo. De hecho son los únicos “ganadores de divisas” a los que se excluye expresamente en el texto de la ley.

Parece aún más injusto cuando se piensa que el trabajo del personal de salud en el exterior es la principal fuente de ingreso de divisas del país, tanto que paga la factura petrolera nacional. Nadie debería que tener más derechos que ellos.

Tal vez el Ministerio de Justicia podría exponer los argumentos legales por los que se excluye a una parte de la ciudadanía, sobre todo cuando hace muy poco el propio Raúl Castro recordó que “todos los cubanos, sin excepción, somos iguales ante la ley”.

Por el contrario esta legislación privilegia a unos cubanos en detrimento de otros, a pesar de que la Constitución de la Republica expresa que “todos los ciudadanos gozan de iguales derechos”(3) y por ende ninguna ley debería violar este principio.

También es extraño que se exija demostrar ingresos en pesos convertibles (CUC) cuando el Estado paga los salarios en pesos cubanos (CUP), gran parte del comercio interno se realiza en esa moneda y existen casas de cambio.

El Banco Central de Cuba estableció la convertibilidad de la moneda a una tasa de 24×1, por lo tanto si el concesionario vende un automóvil en CUC10.000, lo correcto sería que el ciudadano pueda cambiar US$240.000 y comprarlo.

La experiencia en Cuba demuestra que las prohibiciones absurdas solo han servido para promover la ilegalidad, la especulación y el mercado negro. Nunca la gente las ha obedecido, simplemente han buscado la mejor forma de hacer la trampa.

Ninguna ley pudo impedir que los cubanos tuvieran celular, internet, se hospedaran en hoteles y comerciaran sus vehículos y casas. Los campesinos se saltan las resoluciones de la Agricultura y los trabajadores autónomos existieron antes de ser legales.

Desde el 2008 el gobierno ha venido rectificando prohibiciones tontas pero la presente ley marcha a contramano cuando sus soluciones crean ciudadanos de primera y segunda clase, estableciendo un precedente legal tan nefasto como innecesario.

Si en ese terreno podría implicar una violación de la Constitución, en la práctica se prestará para nuevas ilegalidades y en lo político resulta incomprensible excluir de derechos a tres sectores claves del nuevo modelo socioeconómico, los trabajadores autónomos, los campesinos y los médicos.

(1) Marca de automóvil ruso muy común en Cuba

(2) Hasta ahora la única forma de traspasar el automóvil a un hijo era tras la muerte del padre dueño del vehículo.

(3) Constitución de la República de Cuba, Capítulo VI, Artículo 41.

Publicado con la autorización de BBC Mundo.