Conversando con Omar Luis, niño prodigio del pitcheo cubano

Por Ronal Quiñones

Omar Luis Martínez

HAVANA TIMES – Muy pocos peloteros de Cuba pueden presumir de haber dejado una huella importante en la memoria de los aficionados en solamente 11 Series Nacionales. Uno de esos casos es el del lanzador camagüeyano Omar Luis Martínez, quien marcó una época con su plantel provincial y el equipo Cuba, pese a que tenía cara de niño.

Gracias a las tecnologías nos acercamos hoy a este expelotero, recordado sobre todo por ser el hombre grande del montículo en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, pero que hoy siente mucho orgullo cuando habla de una hija voleibolista que quiere ser como Mireya Luis.

“Empecé a jugar béisbol a los 11 años, influenciado por mi hermano Andrés, y mi primer entrenador fue Conrado Pérez. Comencé como jardinero, porque me gustaba mucho batear, pero como tiraba duro mi hermano me convenció de que me hiciera lanzador, ya con 14 años.”

¿Cómo fueron esas primeras aperturas?

“Tuve seis victorias y una derrota en el Campeonato Nacional Juvenil, y me escogieron para el equipo Cuba de esa categoría en el año 1989, que fue en La Habana. Allí gané dos juegos y no perdí ninguno.

“Con Camagüey empecé como relevo largo e intermedio, para ir ganando en experiencia y porque el equipo tenía buenos lanzadores. Luego pasé a ser abridor, en el año 1992. Desde pequeño era ponchador, porque tenía buena velocidad y también buen rompimiento. Lo disfrutaba y siempre me caractericé por eso.”

Llamaste la atención de los técnicos y en poco tiempo ya estabas en la preselección nacional, hasta que irrumpiste con fuerza en la Copa Intercontinental de La Habana 1995, donde fuiste el más valioso…

Fueron tres victorias, la primera contra Corea del Sur, de relevo. Luego le gané a China Taipei, con 19 ponches, y el tercero contra Japón, que lancé ocho entradas. En total di 35 ponches en 21 entradas, casi dos por entrada.

Eso te abrió el camino para ser el pitcher número uno en Atlanta…

Así es, en Atlanta terminé como líder en promedio de carreras limpias y ponches propinados. También tres victorias, le gané a Estados Unidos y Holanda. La gente piensa que yo iba como primer abridor desde el principio, pero eso no era así, tenía que ganármelo.

Solamente dos días antes del cruce semifinal supe que lanzaría la final, contra quien fuera. En definitiva fue Japón, que tenía un equipo muy bueno. En la clasificatoria les ganamos en el último inning, que fue cuando nuestros bateadores lograron descifrar su pitcheo.

Me sentía preparado física y mentalmente. Como ya les había lanzado un año antes me sentía confiado, porque era casi el mismo equipo, y tenía una noción de cómo trabajar ante cada bateador. Además, mientras iba ocurriendo el juego el entrenador de pitcheo, Pedrito Pérez, me refrescaba como era el plan ante cada uno de ellos.

Empezamos ganando 6×0, pero los japoneses empataron y pude estar solamente hasta el sexto. En esa entrada, con dos outs y hombres en primera y segunda me dan un roletazo por tercera. Omar Linares hizo el intento de tocar al corredor, pero no pudo, y cuando tiró a primera ya no había tiempo. Luego el cuarto bate me dio jonrón y empató el juego, y tuve que dejar el box. Ese batazo me sorprendió, era una slider a 86 millas, pero se me quedó en zona bateable y le conectó con facilidad. Recuerda que era la pelota Mizuno 150 y bate de aluminio, quien le diera bien, la bola caminaba. Por suerte los nuestros también bateaban y trajimos el triunfo para nuestro país.

Sin embargo, en tu mejor momento deportivo, por poco todo cambia. ¿Cómo fue eso?

Después de eso tuve un accidente automovilístico que casi me saca de la pelota. Por suerte los mayores problemas fueron en el brazo izquierdo, y yo soy derecho. Me costó seis meses fuera, pero por suerte no hubo males mayores.

Al año siguiente volví y conseguí 13 victorias con Camagüey, y 1.77 de promedio de carreras limpias. El doctor (Rodrigo) Álvarez Cambras fue el que me operó en el Hospital Frank País y Miguel Borroto, que era el director del equipo de la provincia, me puso un entrenador para mí solo, para que fuera recuperando mi forma.

Posteriormente Omar Luis estuvo también en el equipo campeón en los Centroamericanos de Maracaibo 1998 y en el Mundial de Italia de ese año. En total, en eventos internacionales de mayores terminó con nueve triunfos sin reveses, y 76 ponches en 58 entradas.

“En Maracaibo 1998 le gané a Puerto Rico y a Venezuela. Ganamos con comodidad y arrasamos con todo el mundo. En el Mundial de Italia derroté a Corea del Sur y Holanda.”

Luego sí vino una lesión seria. ¿Qué pasó?

Se me hizo una bursitis en el supraespinoso. Me hicieron infiltraciones y bloqueos que me aliviaban, pero luego de lanzar par de veces regresaba el dolor. Terminé con una calcificación en el hombro, y el brazo dejó de responderme como antes. Me retiré y volví a mi municipio, Esmeralda, a ser entrenador con las categorías 13-14 años, y en las Series Provinciales de mayores con Esmeralda, que hemos ganado varias veces. Siento mucho orgullo cuando lanzadores que han pasado por mí llegan a la Serie Nacional.

¿Quiénes eran los bateadores más difíciles de dominar para ti?

Cuando yo lanzaba había muy buenos bateadores, pero los que más trabajo me daban eran Omar Linares y Antonio Scull, y no con facilidad, pero se me daban bien algunos estelares como Gabriel Pierre o Ermidelio Urrutia. No tenía una fórmula fija, dependía de cómo estuviera cada día. Lanzaba recta, slider, curva y cambio sobre todo, y lo que mejor tuviera ese día era a lo que apelaba en los momentos más difíciles.

¿Qué diferencias ves entre tu época y esta, a pesar de no ser tan lejanas?

Ahora los métodos de entrenamiento son distintos. Yo el control lo mejoraba lanzando, contra bateadores zurdos y derechos, y en las prácticas de bateo, que se hacían más antes. Por ejemplo, para practicar el lanzamiento pegado, tiene que ser con un bateador delante, si no, no se hace bien. También me parece que los lanzadores actuales tienen miedo a lesionarse, pero me parece que el brazo se lastima más si no lo usas con frecuencia.