Conviviendo con la violencia

Caridad

Uniformado.

HAVANA TIMES — Cuenta el Observatorio Venezolano de Violencia que este 2016 las muertes violentas en esta nación sobrepasaron las 28.000, cifra que catapulta a Venezuela como el segundo país con mayor porcentaje de violencia letal.

Cuando llegué en el 2010 a Caracas comenté en Havana Times lo escalofriante que me resultaba encontrarme habitualmente con guardias cargando armamento largo, en el centro de la ciudad, camuflajeados entre los vistosos aparatos en parques infantiles, en bulevares, tiendas, como si el país se encontrara en situación de guerra. Comentaba que el hecho de combatir la violencia con más violencia solo podría atraer: violencia.

Hoy paso por el lado de esos hombres armados y, a veces, ni reparo en ellos. Aunque continúen provocándome la misma impresión, estoy consciente de que hay más probabilidades de recibir una bala de un arma que no esté a la vista, que de esas aparatosas ametralladoras (o como quiera que se llamen,  no me interesa conocer las marcas ni nombres de esos inútiles aparatos). La probabilidad de recibir un balazo de un arma oculta, por encima de las oficiales, no se debe en mayor medida a la conciencia de quienes la portan, sino especialmente a la mayor cantidad de civiles armados que hay a mí alrededor. ¿El motivo?

Solo salir de la casa, aunque también podría colarse una bala dentro de mi casa, pero trato de no pensar en ello.

Lo cierto es que este asunto de andar pendiente todo el tiempo de la posibilidad de un asalto no es totalmente ajeno para mí, pues aunque en Cuba no abundan las armas de fuego, solía andar muy despierta en la calle, a causa de llevar conmigo casi siempre una cámara fotográfica, a causa de, simplemente, ser mujer.

En Venezuela la violencia contra la mujer aumenta cada año; por suerte para mí los hombres son un poco más exquisitos a la hora de escoger mujeres,  y como ando muy desarreglada – para la exigente norma de belleza de las mujeres venezolanas – tengo la ventaja de que no recaigan sobre mí los habituales “piropos” cubanos.

La vestimenta también me ha ayudado a ahuyentar a probables depredadores – y la suerte, digo yo, a la que no vamos a tentar -. Pero es increíble cómo se debe intentar vivir “bajo perfil”, solo para evitar los asaltos. A quien le roban el teléfono es común que se le acuse: estaba en la bobería, ¿a quién se le ocurre sacar ese teléfono en la calle?  A quien le dan tres balazos para quitarle el carro a las 3 de la mañana: ¿pero a quién se le ocurre andar a esas horas en la calle?

Agua.

Aunque tomo mis precauciones, este último año he comenzado a sentir que ya servirá de muy poco pasar desapercibida por mi ropa de colores neutros y barata factura. Mientras en varios sectores de diversos estados se ha hecho habitual los asaltos a camiones que transportan alimentos o a centros que los venden, en Caracas suelo ver personas, incluso familias, recogiendo comida de la basura. Uno de los autobuses de la parroquia donde vivo fue asaltado hace poco y los maleantes estaban mucho más interesados en las bolsas de comida que en el poco efectivo que pudieran tener las personas.

Hoy en Venezuela me preocupa más que me quiten la compra de la comida de la semana, que un celular. Hoy es más probable que me robe alguien que nunca había pensado en robar, porque los niveles de pobreza se han multiplicado, porque a cualquiera que compre un par de barras de pan se le mira con envidia. Hoy se han multiplicado las probabilidades de recibir un balazo porque los niveles de frustración han crecido, porque el hampa está mucho mejor armada, porque el gobierno contribuye al auge de la violencia y el odio desde sus propias instituciones.

Para mí se ha hecho “normal” no pensar en salidas nocturnas, caminar mirando en varias direcciones cada cierto tiempo, andar atenta a cualquier tumulto del que pudiera escaparse un disparo o herida cortante (aunque en Cuba también hay que huir de esos tumultos), desconfiar de quienes se me acerquen a conversar en el metro; evitar el paseo por ciertas zonas, por muy bonitas que puedan lucir, no soñar con una casa en el campo, porque la mayoría han sido tomada por bandas y paramilitares.

Es cierto que hay una cantidad de muertes en Venezuela a causa de las peleas entre bandas, pero también que el sistema judicial favorece a quienes delinquen y solo cuando se enfrentan abiertamente al poder político o cuando hay que “ejemplarizar” se toman medidas más fuertes. Las cárceles están colmadas de delincuentes, pero son ellos mismos quienes mandan dentro de esos recintos, y poseen armamentos y poder como si estuvieran de este lado.

Este 2016 la muerte grupal se hizo presente de a poco, comenzó con la masacre de los mineros ilegales a principios de año, en Tumeremo,  y cerró con el escándalo de las OLP (una especie de Tropa de Élite a lo venezolano) y el hallazgo de un par de fosas comunes en el oriente.

Custodiando.

Dicho sea de paso, de las 12 personas encontradas muertas en esas fosas comunes NINGUNA tenía antecedentes penales ni órdenes de captura, y sí muchos signos de tortura. La Operación de Liberación del Pueblo ha sido de las más controversiales de este año, pero nada parece indicar el cese de su existencia, y mucho menos que sean una solución siquiera paliativa al tema de la violencia en Venezuela.

Mientras tanto, lo que me queda por vivir en este país, sigo acudiendo a la suerte, a todo tipo de espíritu para que mi muerte llegue cuando sea el momento, pero preferiblemente no a manos de un pistolero loco.

 

Caridad

Caridad: Si tuviera la oportunidad de escoger cómo sería mi próxima vida, me gustaría ser agua. Si tuviera la oportunidad de eliminar algo de lo peor del mundo borraría el miedo y de todos los sentimientos humanos prefiero la amistad. Nací en el año del primer Congreso del PCC en Cuba, el día en que se celebra el orgullo gay en todo el mundo. Ya no vivo al este de la habana, intento hacerlo en Caracas y continúo defendido mi derecho a hacer lo que quiero y no lo que espera de mí la sociedad.

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5 thoughts on “Conviviendo con la violencia

  • Excelente descripción de la Venezuela actual y todo parece indicar que la violencia se multiplicará de forma exponencial este año pues el parlamento acaba de destituir a Maduro por su incapacidad manifiesta para gobernar.

    Caridad, lo que no acabo de entender es por que sigues viviendo en ese país que es un caos total con alto riesgo de ser víctima de la violencia. Incluso los mismos venezolanos están emigrando en masas incluyendo el método cubano de las balsas.

    Según cuentas estás casada con un venezolano, me pregunto si por ley puedes hacerte ciudadana de ese país. Los venezolanos aún pueden viajar a un montón de países sin visado incluyendo España, Panamá, etc. En último caso vuelves a Cuba que por mucho trabajo que se pase nadie te va a pegar un tiro para robarte la comida o un teléfono.

  • hola bobo, no es hombre, es mujer, por eso 0 matrimonio. Si, pienso regresar este año a Cuba. saludos.

  • Regresa pronto es preferible que sivas escribiendo desde Cubita y no el infierno de Venezuela,ademas vales mucho mucho más viva

  • Me gustan mucho tus reportajes. Lamento mucho que tengas que regresar a Cuba pero mientras antes mejor, ese país donde vives va a reventar, y total para pasar miserias mejor en el tuyo donde al menos la principal preocupación del día es simplemente comer, no mantenerse vivo hasta la noche.

    ¡Gracias Fidel!

  • Suerte Caridad y a pensar en un país donde se reconozca el matrimonio del mismo sexo que en nuestra región hay algunos.

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