Leyendo El mendigo bajo el ciprés

Yanelys Nuñez Leyva

HAVANA TIMES, 25 abr — Leyendo la novela “El Mendigo bajo el ciprés” del cubano Humberto Vidal, recordé amargos momentos de mi estancia en la escuela al campo.

Narra las injusticias a las que fue sometido su personaje principal, William, en su beca de La Habana, me remitieron rápidamente a las irregularidades de mi preuniversitario Sierra Maestra.

Es difícil de olvidar la violencia de las temperaturas más frías con las cuales teníamos que ir trabajar al campo a tempranas horas de la mañana; las arduas jornadas de recogida de papa cuando llegaban los meses de febrero y marzo, en los que se suspendían las clases para estar disponibles el cien por ciento del tiempo.

A esto agregarle las pequeñas tiranías instauradas por determinados alumnos y profesores, a los que les habían dado el poder de dirigir a la mayoría.

La mala alimentación, los mosquitos, los apagones, los robos, los maltratos entre estudiantes, las expulsiones, las fugas, los accidentes en los albergues por sus malas condiciones, las incontables enfermedades ante la ausencia de una adecuada higiene.

Sin dejar de mencionar las guardias nocturnas una vez al mes, las limpiezas de pasillos y albergues aún cuando hubiera carencia de agua y/o de luz.

La falta de cualquier medicamento que no fuese aspirina en la enfermería escolar, recetándose esta para todo tipo de padecimiento.

El terrible miedo de todos a quedarnos sin pase por cometer la más mínima travesura (robarse  guayabas, mangos o tomates de los árboles o plantaciones cercanas a la escuela, entrar en los dormitorios ajenos a nuestro sexo, fugarse…)

En fin, que la vida en el preuniversitario no fue fácil, uno aprende a las duras a ser independiente y a soportar en silencio los más terribles dolores.

Ahora, luego de cinco años de haber pasado por esta experiencia y de haber sido una de las últimas generaciones en “disfrutar los privilegios del estudio y del trabajo”- ya se eliminaron oficialmente los preuniversitarios en el campo – sé que siempre estaré marcada como el personaje de Vidal, quien afirma:

(…) que los recuerdos son también ese lastre, las culpas de ese otro que uno se ve obligado a pagar, las humillaciones de los de siempre, los que existieron o existirán, las trampas y los asideros de eso tan asqueroso que muchos llamaron vida (…).

Yanelys Nuñez

Yanelys Nuñez Leyva: Escribir es exponerse, desnudarse ante la mirada inquisitiva de todos. A mí me gusta escribir, no porque haya desarrollado una verdadera afición por el nudismo, sino porque me fascina componer palabras, pensarme historias, frases que conmuevan, imágenes que provoquen disímiles sensaciones. Aquí tengo un espacio donde hablar de arte, de la vida, de mí. Al final, sentirse bien con lo que uno hace es lo que importa; ya sea con ropa o sin ella.

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3 thoughts on “Leyendo El mendigo bajo el ciprés

  • Para mi tambièn recordar esas èpocas terribles” me produce sufrimiento…veo aqui como los jovenes disfrutan su escuela, y yo siento profunda envidia de eso, porque fuè mi peor etapa de vida. En secundaria, me tocò aquella època, terrible, en que tuve que becarme en Isla de Pinos…indescriptibles los trabajos que tuve que pasar, las penurias ,con apenas 12 años…Quièn no haya vivido aquella bellaqueria, no puede saber de què hablo…siempre recordarè con rencor, impotencia y amargura, aquellos tristes años.

  • Fíjate que yo cuando vivía en Cuba nunca tuve una reflexión como esta, y hasta me gustaba ir a la escuela al campo. Recuerdo a una amiga que la odiaba y yo no entendía por qué. Después he conversado con muchos cubanos que ven estas prácticas como trabajo infantil, y en honor a la verdad, sí que lo son. Pero aún cuando creo que no fueron para mi traumáticas, no me gustaría que mis hijos pasaran por eso.

    Por cierto, yanelys, felicidades. Poco a poco vas agarrando tu estilo en esto que no debe ser tan simple. Un abrazo

  • ¿Guillermo Vidal Ortiz?

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