Rebrote de covid, mi primera historia
Por Rosa Martínez
HAVANA TIMES – Los estragos que ha provocado la llegada del nuevo coronavirus en mi entorno familiar se perciben desde hace mucho.
Se siente esencialmente en las comidas; en las meriendas que fueron desapareciendo poco a poco; en el olor de la ropa que dejó de recibir suavizante, entre otros; en las greñas que están cada vez más rizas; en el cansancio por las largas caminatas por falta de transporte; en mi carácter que dejó de recibir café de buena calidad, incluso de mala calidad… en fin, en casi todos los aspectos de la vida.
Pero, aunque las carencias en extremo no le hacen gracia a nadie, mucho menos a los que la hemos sufrido tanto, poco a poco nos fuimos apretando por aquí, adaptando por allá y llegué a acostumbrarme a la escasez de muchas cosas que creí no podría vivir sin ellas.
Así pasaron los meses: trabajando desde casa, intentando sobrevivir con poco, cuidando a la familia lo más que pude, priorizando lo realmente esencial, reinventando recetas de la abuela, tratando de disfrutar el tiempo con mis hijas, leyendo un poco más, ingiriendo té de plantas medicinales para no enloquecer…
Fue entonces que llegó el peor rebrote del SARS CoV-2 en el país, también a mi Guantánamo. Las noticias de muertes diarias, tanto en la provincia, como en los alrededores, así como las alarmantes cifras de contagiados, hicieron que por primera vez se sintiera el verdadero significado de la pandemia.
Mis vecinos y familiares comenzaron a cuidarse un poco más. Creí que con la nueva visión de las personas de nuestro entorno ahora sí estaríamos a salvo, pero no fue así.
La percepción del peligro demoró demasiado. Cuando la gente comenzó a encerrase en sus casas y a no permitir visitas innecesarias, ya era tarde. El virus penetró en tres viviendas, enfermó a unas 7 personas, incluidos dos niños, y cobró la primera víctima de la cuadra.
Continuará…
El comportamiento social es muy importante pero hay factores que no ayudan, las colas para todo, la falta de mascarillas adecuadas (un trapito en la boca no protege), la falta de medicamentos, y los protocolos que siguen con los enfermos, que la mayoría no recibe asistencia médica. ¿Cómo es posible que hayan fallecido tantas embarazadas? Algo está haciendo muy mal el sistema de salud.