Lo que quitó el COVID
Por Rosa Martínez
HAVANA TIMES – Escuché hablar de el COVID-19 desde mediados de enero de 2010. El nuevo coronavirus que aparecía por allá por la super poblada ciudad de Wuhan, en el centro de China, comenzó poco a poco a robar pedazos de mi vida.
Lo primero que me quitó el desconocido virus fueron las horas de sueño.
Es que, aunque sé que antes de dormir no es aconsejable usar equipos luminosos, la curiosidad por conocer sobre el desarrollo del SARS CoV-2 por allá por el lejano Oriente, me obligaba cada noche a leer durante una hora o más las últimas noticias publicadas en Internet.
Lo segundo que me arrebató el COVID fueron los besos y los abrazos.
Había llegado a América y, como se esperaba, nuestro país no fue la excepción. Así que los cubanos, cariñosos como somos, debimos obligadamente desprendernos de nuestro saludo apretado y conformarnos con las palabras que suenan fría para la mayoría, si no están acompañadas por un caribeño apretón.
También acabó con las clases en todos los niveles de enseñanza, obligando a todos los estudiantes del país a recibir teleclases y a estudiar en casa.
El coronavirus también se apropió de la alegría de calles, parques, teatros y estadios. Igualmente, la algarabía de carnavales y otras fiestas populares.
Interrumpió, asimismo, la acostumbrada socialización entre trabajadores, pues la mayoría de los centros laborales se vieron obligados a aprobar el teletrabajo o trabajo a distancia, lo cual conlleva una carga doble para los padres, especialmente para las madres.
En Cuba, la pandemia también se llevó la comida, pues esta desapareció aún más en un país golpeado por un brutal bloqueo que se recrudeció durante la pandemia y por una economía deficiente.
El SARS CoV-2 ha robado el sueño de mis hijas y de sus amiguitos también, que extrañan sus conversaciones diarias, sus juegos e historias comunes y además temen por sus vidas y la de sus familiares.
Por último, el maldito virus me ha arrebatado un amigo querido, un allegado de la familia a quien había visto, abrazado, querido casi desde mi nacimiento.
Lamento la perdida de su amigo, el resto de las cosas quizás se recuperen algún día.