¿Trump o Biden, cuál conviene más a Cuba?

Por Osmel Ramírez Alvarez

Foto: Jose Céspedes

HAVANA TIMES – El próximo día 3 de noviembre tendrán lugar las elecciones presidenciales en los EUA. Siempre los procesos electorales foráneos nos dan un poco de envidia a los cubanos, y vergüenza, porque llevamos 72 años sin una elección democrática en el país.

Han pasado muchas cosas en estas siete décadas, en especial relacionadas con los EUA. El vecino país pasó de ser una potencia con grandes inversiones económicas en Cuba y mucho poder de influencia política, a convertirse en el hogar de casi el 20% de nuestros ciudadanos. Y estos representan una de las fuentes de ingresos más lucrativas de la nación mediocre en que nos convirtió el socialismo radical, mediante las remesas, la paquetería de las ‘mulas’ y las recargas telefónicas.

Para colmo, en vez de aliado pasó a ser ‘el enemigo’, a solo 90 millas. Primero por perder sus negocios en la Isla y tener que aguantar que nos volviéramos una base de su mayor enemigo, la Unión Soviética, frente a sus narices. Luego, porque allí tiene refugio y apoyo económico la oposición política al sistema del Partido Comunista de Cuba y de las organizaciones de la sociedad civil que monitorean las violaciones de derechos humanos y promueven el cambio democrático.

El cambio democrático en Cuba depende de nosotros los cubanos

Imposible entonces creer que nada tienen que ver con nosotros las elecciones presidenciales estadounidenses. Ni siquiera los que lo dicen lo creen. Tiene que ver y mucho y está presente en el discurso de campaña de ambos. Por supuesto que no somos un tema principal, pero tampoco insignificante. Evidentemente, el cambio democrático en Cuba depende de nosotros los cubanos, pero EUA por mucho está involucrado. Su política interna influye, queramos o no.

Trump representa el viejo estilo de apretar y apretar cada vez más hasta que, a base de hambre y vicisitudes, el pueblo se subleve. Para que el hambre sea mayor que el miedo y nos lancemos a la calle en masa pidiendo el cambio.

Biden, por su lado, quiere recuperar la nueva estrategia estilo Obama, del acercamiento comprometedor, con aperturas, más el ejemplo de vivir en libertad y democracia, para ganar libertades paso a paso. Esa vía no pudo comprobarse prácticamente, pues fue truncada por el triunfo de Trump hace casi cuatro años.

Me atrevo a decir que ante estas dos formas de ‘ayudarnos’ a conseguir la democracia y libertad plenas en Cuba, los cubanos residentes en EUA mayoritariamente apoyan la estrategia de Trump. Mientras lo que permanecemos en la Isla mayormente preferimos la estrategia de Biden.

¿Por qué Biden?

En el caso de los que residen fuera, aunque no lo racionalicen así, es lógico que impera el hecho de que el ser humano piensa como vive. Quien está en el mundo real sin estar expuestos a las vicisitudes del día a día en Cuba, le es más fácil preferir la estrategia dura, la de apretar el tornillo hasta que se lleve la rosca.

Es la vía que, aunque demora mucho (y tal vez tanto que no suceda nunca y venga a tener el resultado esperado por la implosión interna del sistema), va a ser por barrida completa de los comunistas. Se podría ‘limpiar la casa’ y hacer una copia exacta de una sociedad híperliberal como los EUA, con la creencia utópica de que funcionaría igual de bien (porque también hay utopía entre los liberales). Hasta se podría ajustar cuentas con ellos, llámese ‘justicia’. Además, los familiares de los migrantes generalmente reciben remesas y pueden resistir un poco mejor.

Los que estamos aquí, en el ojo del huracán, por evidentes razones preferimos mayoritariamente la vía suave y por penetración, estilo Obama. Como me dijo hace poco un amigo en una conversación: “Si fueran a tumbarlos de verdad hasta podía ser bueno que apretaran bastante. Pero a esta gente entre más los aprietan más justificaciones les dan y esto se pone más controlado, porque es como una guerra”.

Somos objetivos y sabemos que tienen el control social. La policía política ni siquiera usa armas y tiene a todo el mundo atemorizado. Todos tienen que obedecerlos sin estar escrito en ninguna ley: los cuerpos armados, los tribunales, la Fiscalía, las empresas, los CDR, ¡todos! Hasta ahora nunca han tenido que usar el ejército para calmar nada. Eso una eficaz reserva de fuerza que tienen.

Muchos quieren cambios sin despreciar al gobierno

Por otro lado, el pueblo cubano quiere cambios, apertura, mejoría y menos control, pero mayoritariamente no desprecia al Gobierno ni al socialismo. Duele a muchos escucharlo, más esa es la realidad en la Cuba profunda y real.

Muchos opositores, y las personas dentro y fuera con las que se vinculan, asumen que todos los cubanos desprecian al Gobierno. Es un espejismo. Aquí la gente mayoritariamente no cree que el Gobierno sea malo, sino que falla queriendo hacer el bien. La gente quiere cambios, pero tienen miedo a un cambio muy radical. Un miedo que nos vienen inoculando en el cerebro desde pequeños y es difícil superar.

Con Trump parece que seguiríamos asfixiándonos los de abajo, sabiendo que jamás el PCC bajará la cabeza por soberbia. Primero nos deja morir de hambre y sin medicamentos, antes que ceder por la fuerza. Recuerden que su lema es Patria o Muerte. Y si ya famélicos se nos quita el miedo, ahí está el ejército todavía esperando una orden.

Con Biden podríamos volver a respirar, los de abajo: el pueblo. No ‘los militares’ como erróneamente algunos calculan desde Miami o Washington, porque los militares siempre respiran bien. Un millón más o un millón menos solo hace que sea más suave o duro el chicotazo hacia abajo. Y con la apertura tendríamos posibilidades de empoderarnos un poco más y presionar desde la sociedad civil o la oposición por más cambios que generen otros cambios.

Pero sea cual sea el nuevo inquilino de la Casa Blanca, lo único que necesitamos los cubanos es que sigan apoyando la lucha por la democracia en Cuba. Es inconcebible esta miseria y falta de libertad política y económica en pleno siglo XXI, en una nación occidental como la nuestra, llena de talento e inteligencia.

Si vence el republicano, que no solo apriete y apriete, sino que procure negociar un mejor trato, como prometió en la campaña de 2016. Y si es el demócrata, que aproveche la experiencia y las críticas a Obama para que el nuevo acercamiento sea con un mayor condicionamiento, específicamente en materia de respeto a los DDHH. ¡Con eso tenemos para abrir la brecha hacia una Cuba mejor!

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Osmel Ramirez

Soy de Mayarí, un pueblecito de Holguín. Nací el mismo día en que finalizó la guerra de Viet Nam, el 30 de abril de 1975. Un buen augurio, ya que me identifico como pacifista. Soy biólogo pero me apasionan la política, la historia y la filosofía política. Escribiendo sobre estos temas me inicié en las letras y llegué al periodismo, precisamente aquí en Havana Times. Me considero un socialista demócrata y mi única motivación comunicacional es tratar de ser útil al cambio positivo que Cuba necesita.

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4 thoughts on “¿Trump o Biden, cuál conviene más a Cuba?

  • Me parece muy bueno y comparto tu análisis en lineas generales. Sin embargo, yo que también vivo en La Cuba profunda tengo una percepción diferente acerca del grado de apoyo o no al régimen por parte del pueblo. Esos a los que te refieres que creen que el gobierno busca el bien pero lo hace mal están mayoritariamente en la generación que nació en los 50 y 60. Quienes se criaron en el más férreo adoctrimamiento y puro romanticismo de la revolución. La generaciones posteriores, como la de nosotros y las subsiguiente han recibido todo el fiasco de una revolución fracasada en el orden económico y social. Al menos mi percepción me dice que una buena parte la la población cubana es apática, la otra odia al gobierno y una pequeña que todavía cree en el sistema, todo matizado por una doble moral asqueante.

  • Pedro Pablo Morejón: quise decir que mayoritariamente la gente quiere cambios pero no tan radicales. Es algo que lo han revelado incluso encuestas independientes. Estoy de acuerdo con tu distribución, solo aclarar que el grupo de los apáticos es más del 50% a mi juicio y entre ellos están los que más emigran. Y son apáticos por diversas razones: comprometimiento, falta de fe y miedo al cambio, creencia en la justificación del enemigo y el bloqueo, miedo a marcarse. Cualquiera, algunas o todas juntas propician que impere el deseo de cambios pero no tan radicales. Es una realidad que no podemos ignorar.

  • Es tarde para llorar por la leche derramada. Cuba menospreció las propuestas de Obama, se negó a instalar una ensambladora de tractores, jamás respondió al autorizo de un Ferry entre ambos países sin contar los ataques de todo tipo contra Obama, desde el artículo sobre el Hermano Obama, de Fidel, pasando por el artículo del Granma: negro no te hagas el sueco y terminando por el pelotón de las FAR que amenazaban con llenarle de plomo la cabeza del presidente. Cuba jamás ha estado interesada realmente en mejorar las relaciones sin ceder un ápice de su política. Si de verdad se quieren mejorar las relaciones hay que ceder en algo para ganar en otro, pero el orgullo obtuso de la dirigencia cubana no entiende esto. Para ellos el control absoluto de la verdad les pertenece

  • Muy buen análisis Osmel yo sigo manteniendo, como lo he hecho en las redes sociales, que si gana Biden debe corregir la política de Obama y para eso uso como metáfora la clásica política “imperialista” americana del Palo (garrote) y de la Zanahoria o sea según el castrismo implemente reformas políticas, económicas y de derechos humanos irles aflojándole las tuercas; porque Obama le dio muchas zanahorias al castrismo pero se olvido del palo. Caso que gane Trump debe suspender todas las medidas punitivas que sumadas a la incompetencia y el control y represión social castrista afectan a la población cubana, entre otras el restablecimientos de los servicios consulares en la embajada americana en la Habana, la liberación de las remesas y el flujo libre de cubanos y mercancías entre USA y Cuba, esto también caso que la próxima administración sea la de Biden.
    Esopo (Moustafa Hamze Guilart, São Paulo, Brasil)

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