La epopeya del 11-J y el cambio democrático en Cuba

Por Osmel Ramírez Alvarez

Manifestantes por el Malecón de La Habana el 11 de julio de 2021. Captura de pantalla

HAVANA TIMES – El 11 de julio pasado nuestro país vivió una jornada inolvidable de despertar cívico del pueblo. De manera espontánea estalló una manifestación popular en San Antonio de los Baños, en Mayabeque, y se produjo un efecto dominó. Hora tras horas el contagio cívico fue escalando a numerosos pueblos y ciudades de toda la geografía nacional. Los gritos eran de ¡Patria y Vida!, ¡libertad! y ¡queremos cambio!

De nada sirve que el gobierno del PCC trate de quitar el mérito al pueblo cubano, atribuyendo la idea y la supuesta organización al fantasma de siempre, ‘el imperialismo norteamericano’. De nada sirve que reduzcan los hechos en la prensa oficial a los ataques de la población a las antipopulares tiendas en MLC (USD); y de nada servirá la represión, la militarización del país y la ‘cacería de brujas’ que desde entonces tiene lugar: el mensaje está dado.

Duele ver cómo se ha sofocado el estallido social; duele ver a nuestros hermanos policías, tropas del MININT, reclutas de las FAR o trabajadores gubernamentales, utilizados para reprimir, para golpear, para patear y hasta disparar a su propio pueblo. Cubanos dañando a otros cubanos por orden del gobierno, respondiendo al llamado irresponsable y cruel del presidente y primer secretario del Partido Comunista, Miguel Mario Díaz Canel. Una mancha que quedará para la historia.

Cuando escuché su mensaje, sabía que habría muertes. Cualquiera lo podía predecir. Y las hubo. Sabía que habría abusos y violencia, y los hubo; sabía que se mancharía las manos de sangre y se las manchó. La propaganda de la revolución, o del sistema socialista radical cubano, siempre se ha basado en la engañosa tranquilidad ciudadana. Y el engaño quedó desmontado, en su raíz.

Se basa en que el pueblo no se lanza a las calles masivamente por apoyo a la revolución y sus dirigentes.  Los cubanos sabemos cómo funciona el miedo y el control social, y los opositores sabíamos ya cómo funciona la represión, (ahora lo sabe todo el pueblo), y a pesar de que todo el mundo sabe que cuando hay totalitarismo es muy difícil que suceda una manifestación, muchos encontraban en esa justificación un escape moral para estar en contubernio con el régimen.

Ha sido más de una semana de militarización del país. En cada ciudad, en cada pueblo y en cada barrio los uniformados campean en busca de potenciales manifestantes. Los agentes de choque, listos para salir en ómnibus a reprimir con palos a los que lograsen, eventualmente, burlar tal vigilancia. Ha habido muchos intentos, pero enseguida han sido sofocados y detenidos. La cacería de brujas convierte en delincuentes a todos.

La mayoría sale con una multa o prisión domiciliaria o fianza, y muchos con el compromiso en acta de no volver a ‘alterar el orden público’, es decir, a protestar contra el gobierno. Pero otros esperan penas mayores. Y las cifras de detenidos verificados con nombre y apellidos son de varios cientos, pero es una tarea compleja porque no ofrecen cifras y presumiblemente se trata en más de mil ciudadanos.

Madres desesperadas por localizar a sus hijos; denuncias de personas desaparecidas llevadas por la policía; numerosos testimonios desgarradores, tanto como las imágenes pinochetistas de represión policial. En fin, un caos de brutal, ausencia de una justicia imparcial y de leyes que protejan los derechos del pueblo.

En los propios acontecimientos de los últimos días estaría la justificación misma del estallido social. Pero ha sido el hastío de un sistema económico injusto que no funciona ni va a funcionar jamás, y de un sistema político autoritario, completamente antidemocrático.

Nada será igual en Cuba después del 11J. La protesta ha sido apaciguada a base de violencia y miedo, pero el deseo y la necesidad de protestar y de que el país cambie no. Todo lo contrario, se ha multiplicado.

Fue una experiencia inolvidable ver la alegría de la gente en las calles y en las redes, por el despertar cívico del pueblo. Y aunque hubo lugares donde no se produjeron protestas, sucedieron muchos intentos y no faltó el apoyo a los manifestantes en ningún rincón del país. Fue una euforia generalizada en nuestro pueblo, dentro y fuera de Cuba. El gobierno no tiene cómo destruir eso, porque está en el alma de la gente.

No cabe duda de que el cambio se avecina, sea por una vía o por otra. Esperemos que sea pacíficamente. Esperemos que la comunidad internacional apoye más a nuestro pueblo y comprenda, ahora observando los miles de vídeos y fotos, por qué no estábamos antes en las calles y por qué no podemos continuar ahora, a pesar del deseo. Que no nos exijan enfrentar desarmados a esos militares pertrechados y dispuestos a tirar.

Todo está demostrado ya, y el mejor camino es presionar por una salida pacífica y consensuada entre el régimen y el pueblo, con observación internacional confiable. Que sea el soberano el que decida y que la violencia no sea el único camino que nos dejen. Sería una tremenda miopía política del PCC si no se percata ya de que, a estas alturas, su sistema es insostenible y no hay más camino que la democratización.

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Osmel Ramirez

Soy de Mayarí, un pueblecito de Holguín. Nací el mismo día en que finalizó la guerra de Viet Nam, el 30 de abril de 1975. Un buen augurio, ya que me identifico como pacifista. Soy biólogo pero me apasionan la política, la historia y la filosofía política. Escribiendo sobre estos temas me inicié en las letras y llegué al periodismo, precisamente aquí en Havana Times. Me considero un socialista demócrata y mi única motivación comunicacional es tratar de ser útil al cambio positivo que Cuba necesita.

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2 thoughts on “La epopeya del 11-J y el cambio democrático en Cuba

  • Los policías NO son nuestros hermanos, como tampoco son las Boinas Negras, los esbirros armados de palos y tubos, los chivatos del CDR, los del PCC y la UJC; a esos sus acciones violentas y terroristas los definieron como Traidores y Enemigos del Pueblo.
    Estamos en guerra, y vamos a ganar.

  • Ay polo! Te entiendo pero qué triste que pienses así. Si, es verdad que estamos enfrentados y tal vez no quede más remedio. Pero aún en medio de esa confrontación somos todos cubanos y por eso hermanos de origen. Igual que el policía represor, que el comunista con el palo den la mano, lo es también el que pide que maten a todos los comunistas o cosas como esas del otro bando. Hay extremistas en todas las sociedades, lo horroroso es que gobiernen como pasa en Cuba.

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