Un viaje frustrado
Osmel Almaguer
Alfredo, aquel muchacho que les conté que vendía su ropa como nadador del equipo cubano de natación, dejó el deporte.
Aún no sabe de qué irá a vivir en lo adelante. Me dijo que probablemente la novia, que es una clavadista estelar del equipo femenino y viaja al exterior cada cierto tiempo, lo mantenga. Tal vez sus padres lo ayuden un poco a salir del bache, o tal vez se consiga algún negocio de venta de ropa, solo que ahora no será la suya propia.
Alfredo sabía que el nunca llegaría muy lejos. Era una segunda figura del equipo cubano de natación y sólo viajaba al extranjero cuando dos eventos coincidían en tiempo y las primeras figuras no podían asistir.
Poder viajar, cosa que para la mayoría de los cubanos resulta improbable, era la principal motivación de Alfredo para seguir en el deporte. Y fue por eso que, recientemente, se decidió a abandonarlo.
En este caso no se trató de una injusticia, simplemente fue una decepción. Resulta que se habían confeccionado dos equipos. Uno que asistiría al Mundial de natación en España y otro que competiría en los juegos del ALBA en Venezuela.
A Alfredo le tocaba estar en el de los juegos del ALBA, pero súbitamente, cuando estaba como quien dice, montado en el avión, decidieron llevar el mismo equipo a los dos eventos.
Se esfumaron las posibilidades de viajar de Alfredo. Sus planes, sus negocios proyectados, se fueron a bolina.
Los cubanos que tienen la suerte de viajar por cuestiones de trabajo van con la intensión de sacrificarse y dejar de comer si es necesario para traer algunas cositas que, evidentemente, aquí no pueden conseguir.