Muelas y novelas de la TV

Osmel Almaguer

Mientras la estomatóloga revisaba mis muelas comentaba con su asistente sobre la novela cubana de turno.

“La juventud de ahora está peor que la de mis tiempos. Ahora todo se resuelve a puñaladas y botellazos. Ya nadie quiere hablar. ¿Tú viste el capítulo de la novela de anoche? Verdad que es un reflejo de lo que está pasando, pero no educa a nadie.  Lo que están haciendo es incentivar aún más las malas conductas.”

“Y el muchacho aconsejando al socio a que ande “ensillado” (con navaja).  La novia pegándole los tarros con todo el que aparece. Tú verás que eso va a terminar mal,” le decía la asistente.

“¿Y te has fijado que ahora en todas las novelas ponen parejitas de lesbianas?  Parece que quieren corromper a la gente.  Aquí todo el mundo sabe lo que se hace cuando nadie nos ve, ¿pero quien le va a explicar a un niño de trece años porqué un adolescente se masturba en la novela?,” agrega la dentista desviando la vista hacia su asistente sin dejar de mover sus herramientas dentro de mi boca.

“Por cierto, ¿viste la que echan por la mañana?, esa si que está buenísima,” respondió la otra.

Y yo pensaba: La juventud siempre ha sido la misma, con sus virtudes y defectos, con la pasión y los ideales necesarios para hacer avanzar las sociedades, con su maleabilidad, que la expone al cambio, y su inexperiencia que la hace caer en errores comprensibles.  Así fue la de ella, y así es la de ahora.

También me permití diferir de su criterio en cuanto a la novela.  Su forma de pensar no es aislada, pero le falta objetividad.  En mi opinión la televisión cubana es una de las más didácticas y educativas entre las pocas que conozco.  No está regida por intereses de mercado, sino por políticas e ideologías, lo que no es bueno, pero tiene sus ventajas, y esa es una de ellas.

“Señora, nos toca a nosotros explicarle a nuestros hijos que lo que ponen en las novelas no son estímulos para que nuestra juventud se degrade moralmente, sino lecturas críticas de nuestra realidad, llamados de atención para que lo que creemos que está mal no siga sucediendo.  Si hay algo que no falta en nuestras novelas es “la moraleja” según la cual cada personaje recibe las consecuencias de sus malos actos,” le dije.

Ya va siendo hora de que el pueblo abra su mente, y no siga reaccionando como en la Edad Media.  Los homosexuales existen y son parte de nosotros, por eso hay que abordarlos en nuestro arte.  Sucede lo mismo con esas manifestaciones como la masturbación, que en el caso al que se refiere la dentista, es una escena que aporta mucho a la caracterización del perfil psicológico del personaje.

Esta es una buena novela cubana que aborda muchas facetas problemáticas de nuestra sociedad, incentiva los valores positivos y señala caminos sanos a seguir.  La pasan a las nueve y cuarto de la noche, horario establecido para la población adulta. Somos nosotros los irresponsables si dejamos a nuestros hijos pequeños ver la televisión cuando deberían estar estudiando. Pero si la ven, nos toca a nosotros prepararlos para interpretar esos mensajes. Claro, que para eso debemos prepararnos primero nosotros.

Me resulta chocante que se reconozca la calidad de Hombres de Honor, novela argentina bastante entretenida pero no exenta de los mismos resortes manidos de sus antecedentes románticos, por encima de Aquí estamos, que como bien expresa su título, nos refleja como seres vivientes.”

Claro, todo esto no podía decírselo, con la boca llena de metales como la tenía, pero aunque me hubiera sido posible, era mejor no poner a la dentista de mal humor.

osmel

Osmel Almaguer: Hace poco solía identificarme como poeta, promotor cultural y estudiante universitario. Ahora que mis nociones sobre la poesía se han modificado un poco, que cambié de labor y que he culminado mis estudios ¿soy otra persona? Es usual acudir al status social en nuestras presentaciones, en lugar de buscar en nosotros mismos las características que nos hacen únicos y especiales. Que le temo a los arácnidos, que nunca he podido aprender a bailar, que me ponen nervioso las cosas más simples y me excitan los momentos cumbres, que soy perfeccionista, flemático pero impulsivo, infantil y anticuado, son pistas para llegar a quien verdaderamente soy.

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