¿Hasta cuándo “La Familia Ingalls” en Cuba?

Osmel Almaguer

HAVANA TIMES — La Televisión Cubana ha comenzado a retrasmitir, en uno de los espacios estelares del canal Tele Rebelde, la legendaria serie norteamericana “La Familia Ingalls”.

Exitosa en varios continentes entre los años 70 y 80, con actores multipremiados y talentosos, y una trama por momentos interesante, contra la que conspira su propia dilatación (208 capítulos de aproximadamente 1 hora), resulta hoy para el pueblo cubano, más que una obra para ser pasada dos veces en un lapso menor de 3 años, un fósil de museo.

La calidad de la imagen ya no es la misma; por el paso del tiempo. Las exigencias del público ya no son iguales; por los avances tecnológicos de tres décadas. Incluso las voces, presuntamente dobladas en estudios españoles, se escuchan algo distorsionadas.

Y si pensamos en los impedimentos económicos, porque “no hay presupuesto” para comprar algún material mejor, ¿debemos creer entonces que es esta serie la única opción que existe en los archivos del ICRT?

De hecho otros canales, como Multivisión, a pesar de su insistencia con los perros y gatos, y de pasar gran cantidad de esos documentales que nunca conducen a nada, tienen una mejor programación a cualquier hora del día.

En tiempos de mi infancia el espacio televisivo entre las seis y las ocho de la noche era sagrado. Se cubría con dibujos animados, rusos o americanos (cualquiera de los dos era infinitamente superior a los que pasan hoy en día), algún espacio didáctico intermedio y luego las aventuras.

Desde hace mucho tiempo, tal vez 20 años, esos espacios ya no son importantes para los niños. Al menos, no para los niños que yo conozco. Y es verdad que el mundo ha cambiado y la gente con él, pero también lo es que los espacios televisivos entre las seis y las ocho han perdido calidad, por ideas como la de televisar la maratónica “Familia Ingalls” con tanta insistencia.

Pero volviendo al tema del presupuesto, y para cerrar, cuestionaré también la calidad de las aventuras que aún se siguen produciendo para consumo nacional. Un evidente desinterés exterior por consumir este tipo de producciones cubanas, nos muestra que estamos invirtiendo dinero en algo perdido.

Esas cantidades bien podrían servir para adquirir los derechos de trasmisión de alguna que otra serie interesante. Claro está, seleccionándolas muy bien. Sin contenido ideológico “potencialmente nocivo”, o escenas “moralmente condenables”. Eso sí, violencia, toda la que quieras.