Elecciones en Cuba

Osmel Almaguer

Un mural de barrio. Foto: Caridad

Estamos actualmente en el proceso electoral de los delegados que representarán a las circunscripciones en la Asamblea Municipal.  Un delegado equivale a un concejal, pero con mucho menos poder.  Es una herramienta formal que no cumple las funciones para las que ha sido creado.  No cobra un centavo por su trabajo.

La degradación social imperante hace que sus gestiones no sean efectivas, muchos dirigentes de empresas e instancias superiores están para resolver sus problemas personales, por eso, ni cumplen con su objeto social, ni colaboran con la comunidad, que también es parte de sus deberes.  Claro que hay excepciones.

Ante esa situación, los delegados también han cambiado su actitud. Ahora muchos de los que se postulan lo hacen pensando en beneficios personales, u obligados por el Partido Comunista de Cuba (PCC), cuando nadie más está interesado.

En mi barrio hay un sujeto que ha sido elegido nueve veces, y en cada una de ellas le ha conseguido –moviendo hilos ilícitos- casas para cada uno de sus numerosos hijos.

Dentro de mis participaciones en la Comisión Electoral de mi circunscripción, descubrí muchas cosas que no me gustaron, como el fraude en la información de asistencia a las reuniones de postulación de candidatos, y la presión del PCC para inclinar la balanza a favor del candidato que le conviene.

Recuerdo una ocasión en la que solo el 51 por ciento de los electores habían asistido a la asamblea de postulación de candidatos a delegado, y el instructor municipal del PCC “orientó” que se reportara una asistencia del 95 por ciento. Un 51 no estaba mal, debido a las características rurales de la zona y lo apartado de las casas, pero él quería el 95, porque de lo contrario sus jefes lo sancionarían sin entrar a analizar las causas.

Pienso que la cadena de fraudes se eleva hasta las altas esferas, pues siempre el jefe de abajo quiere demostrar al de arriba que está trabajando bien.  Creo que todos ignoran que un buen trabajo se gana con calidad, y no con cantidad. No obstante, es a base de cifras que se anuncia a nivel internacional el apoyo del pueblo a la Revolución, mediante su asistencia a las elecciones.

Mi tío es el Secretario del PCC de mi circunscripción, y sé que es él quien decide los que se van a proponer. ¿Cómo?  Muy fácil. Ya la gente muestra una indiferencia tal por estos asuntos, que nadie propone a nadie, al tiempo que casi nadie desea ser propuesto.

Ahí entra en juego mi tío, que busca dos o tres personas de confianza, y les dice que proponga al que al PCC le conviene.  La persona propuesta por los “amigos” de mi tío, se gana el respaldo de los indiferentes electores, porque “es un golpe psicológico que una persona sea propuesto varias veces.

Debo resaltar también la poca preparación de los miembros de los Colegios Electorales. Esto se debe a que son los propios vecinos los que las integran, y a veces, en un territorio, no existe el “material humano” suficiente.

Me parece que si el gobierno está haciendo un esfuerzo por eliminar las gratuidades del Estado para el pueblo, debería ir pensando en eliminar las gratuidades del pueblo con el Estado, y formar comisiones electorales especializadas y asalariadas. Este principio se podría aplicar a innumerables casos como los CDR, las donaciones de sangre, etc.

Los defectos de las elecciones capitalistas son repetidos de memoria en nuestro país, pero creo que va siendo tiempo de alzar la voz para señalar nuestras propias manchas; ese es el punto de partida para mejorar.

osmel

Osmel Almaguer: Hace poco solía identificarme como poeta, promotor cultural y estudiante universitario. Ahora que mis nociones sobre la poesía se han modificado un poco, que cambié de labor y que he culminado mis estudios ¿soy otra persona? Es usual acudir al status social en nuestras presentaciones, en lugar de buscar en nosotros mismos las características que nos hacen únicos y especiales. Que le temo a los arácnidos, que nunca he podido aprender a bailar, que me ponen nervioso las cosas más simples y me excitan los momentos cumbres, que soy perfeccionista, flemático pero impulsivo, infantil y anticuado, son pistas para llegar a quien verdaderamente soy.

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