El secuestro de Laura

Osmel Almaguer

Marina es una amiga que tiene casi el doble de mi edad. Con muy buenos sentimientos, porque me lo ha demostrado en más de una ocasión, pero también con un carácter muy juvenil.

Cuando conversamos me siento tan en confianza, que a veces me olvido de que estoy tratando con alguien que tiene hasta nietos.

Hablando de nietos, la más pequeña acaba de vivir una experiencia digna de las más alocadas películas de acción. Fue secuestrada por su padre, que es italiano, y por poco se la lleva casi desnuda para Italia. Si la policía se demora unos minutos más, hubiese sido demasiado tarde.

Hace siete años la hija de Marina, Alina, se casó con el italiano, Carlo, y se fue a vivir con él.  El matrimonio, como casi todos los de ahora, estuvo bien los dos primeros años, luego se fue deteriorando.

No digo que el hecho de que Carlo fuera un viejo de casi setenta años influyera, pero Alina es joven y bella, su piel canela es muy admirada en ese país, según he sabido, y puede que la diferencia en las edades se haya convertido en un abismo entre ambos.

Así tuvieron a Laura, una mulatica que bien sacó la mezcla entre el blanco del padre y el café de la madre, y que ayudó a la unión entre ellos, al menos por unos años más.

Recientemente vinieron de visita a Cuba.  Los dos estaban casi de acuerdo en que lo mejor sería una separación.  Lo que no sabía Alina, es que Carlo había preparado el divorcio secretamente para que ella se quedase en Cuba y no pudiera reclamar sus derechos al patrimonio que por ley les pertenece a ambos, y que por cierto, es bastante grande.

Alina se dio cuenta enseguida de la treta de Carlo, y aunque montó en cólera, aceptó firmar el divorcio, parece que por las ganes de alejarse de él.  Carlo, no satisfecho con haberse librado de su esposa sin tener que darle un kilo, fue al hotel, recogió las maletas con las pertenencias de Alina y Laura, y se las llevó en su auto.

Luego fue a casa de Marina, le arrebató a Laura de los brazos, y la raptó con la idea de llevársela en el avión hacia Italia.

Llanto y escándalo, pero el hombre logró lo que quería.  Entonces Marina llamó a la policía y le pusieron una perseguidora a su disposición. Todo el día cayéndole detrás al tipo.  Hasta que casi al anochecer lo encontraron a punto de montar el avión.

Allí se formó el otro escándalo y él acusó a Alina de ser una puta que se había vendido por un aire acondicionado y que se llevaba a la hija para que no viviera en la miseria de aquí.

La policía le dijo que si se descubría que había amenazado a Alina podría quedarse mucho tiempo retenido en Cuba.  Alina solo bajó la cabeza y ocultó que él la había amenazado con matarla si ella iba a Italia de nuevo.

En el juicio todo se arregló, 1300 euros de pensión para Laura, que se quedaría con su madre, y él para Italia.  Marina aquí, contándome la historia muy relajada, aunque la experiencia debe haberle resultado un poco traumática.

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Osmel Almaguer: Hace poco solía identificarme como poeta, promotor cultural y estudiante universitario. Ahora que mis nociones sobre la poesía se han modificado un poco, que cambié de labor y que he culminado mis estudios ¿soy otra persona? Es usual acudir al status social en nuestras presentaciones, en lugar de buscar en nosotros mismos las características que nos hacen únicos y especiales. Que le temo a los arácnidos, que nunca he podido aprender a bailar, que me ponen nervioso las cosas más simples y me excitan los momentos cumbres, que soy perfeccionista, flemático pero impulsivo, infantil y anticuado, son pistas para llegar a quien verdaderamente soy.

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