Una casa en el infierno

Warhol P

Playa habanera.  Foto: Caridad
Playa habanera. Foto: Caridad

HAVANA TIMES— No hay nada mejor para una reconciliación amorosa, que salir de la rutina. Como regalo divino nos llegó la invitación de unos amigos que habían alquilado una casa en la playa, por el ínfimo costo de 30 cuc, por un fin de semana.

Deseosos, mi pareja y yo, lo dispusimos todo para salir de casa el viernes al medio día. No contábamos con mucho dinero para un taxi colectivo, por lo que decidimos ir a la parada de la 400 que es la ruta perfecta para llegar a las playas del este.

Fue aquí donde comenzó la odisea. Como la tarde estaba lluviosa, al llegar el transporte todo el mundo quería subir, y cuando digo todo el mundo me refiero a gran diversidad de personas, entre jóvenes y no tan jóvenes. En el momento del abordaje no les interesa quién esté delante, lo mismo aplastan a un anciano, que hacen parir a una embarazada, en fin, que mas da, lo importante en estos casos es subir, y buscar un hueco donde poder ubicarse para ir lo mas cómodo posible.

Fui a la parte trasera, pensando que estaría libre del pasa pasa de la gente, que intentando bajar o subir te empujan constantemente.

Error, los asientos traseros estaban invadidos por jóvenes de hoy en día. Antes de cruzar el túnel ya todos tenían encendidos sus cigarros, incluidas las mujeres que además de echar humo se reían de los chistes de mal gusto de los varoncitos con escasas neuronas.

Solo hablaban de puñaladas y de que si eran del Cerro, de un lugar que llama El Canal, otros eran del municipio de la Lisa. En fin, que poco faltó para que se formara una trifulca cuando un hombre les pidió que apagasen los cigarros, pero los chicos se negaron rotundamente.

Yo solo miraba a mi pareja con cara de querer salir de allí, pero como iba en puntitas de pie, en realidad me era imposible dar un paso.

Fueron los peores 45 minutos de viaje que he pasado en toda mi vida, y si han existido otros momentos similares, ya mi mente se ha encargado de anularlos. Lo único bueno de toda aquella situación fue que no eran homofóbicos, porque entonces si se ponía fea la cosa.

Al llegar a la casa, todo bien con los amigos que nos recibieron de maravilla. Luego de 10 minutos de estar allí, comenzamos a sufrir de las picadas de mosquitos, jejenes, y hormigas, que al parecer habían mutado y eran voladoras.

El único lugar donde se estaba medianamente bien era en el único cuarto de la casa donde había un aire condicionado que no enfriaba mucho porque el cuarto no estaba preparado para tener un aire por la cantidad de aberturas que había en las ventanas.

Llegada la hora de dormir parecía que íbamos montados en un tractor, porque el equipo hacia un sinnúmero de efectos sonoros, difíciles de describir. Muchos de los que dormimos allí no pudimos pegar un ojo en toda la noche.

Al día siguiente hice una excursión por las casas aledañas, todas se encontraban en mal estado, allí encontré varias cisternas repletas de larvas de mosquitos que eran los mismos que se encargaban de molestarnos a toda hora. Me pregunté dónde estaba salud pública.

Para rematar en la casa no había agua potable, solo agua salobre, y en un momento de la tarde dejaba de haber agua en las pilas, por lo que no podíamos ni siquiera darnos una ducha nocturna.

Fregar la losa sucia era imposible, porque cuando intentabas hacerlo toda la cocina se inundaba de agua, los salideros eran indetenibles. Cuando ocurría esto había que limpiar, y luego volver a hacerlo.

El sábado en la noche ya estábamos ansiosos por irnos a casa, sin salir del cuarto pensábamos en el día siguiente, para volver a la cotidianidad, sí, porque en casos como estos, es mucho mejor la rutina.

Nonardo Perea

Nonardo Perea: Me defino como una persona observadora, me gusta escribir con sinceridad lo que pienso y vivo en carne propia. Para mí resulta un tanto difícil el dialogo, soy tímido y de pocas palabras, es por ello que considero que mi mejor medio de comunicación es la escritura. Vivo en Marianao y tengo 40 años.

10 thoughts on “Una casa en el infierno

  • Jaja…bueno, una vez más, lo barato sale caro, ¿no? Según se desprende del texto, parece que ya tienes nueva pareja. Ojalá sea así, y en lo personal me alegro por ello y te deseo lo mejor. De lo contrario, si estás repitiendo con el eterno abandonador, habrá que ir preparando otro himno de consuelo colectivo para el próximo desplante.

  • Isidro fíjate que habló de «reconciliación», pero nos dejó sin los detalles.

    ¿La casa? A caballo regala’o no se le mira el colmillo.

  • Exacto, ya Isidro está que se le pasan las cosas, jeje!.
    Si hubo reconciliacion, que chevere esa luna de miel Warhol , el tractor haciendo ruido y nadie sin pegar un ojo.
    Felicidades!

  • Jajajaa, los guajiros no sabemos diferenciar.

  • Lo de la 400 es cronico y lo heredo de su papa , la 62, ja ja.

  • Uhmmm…no asocié los dos hechos…nada, tantas noches de desvelo…

  • Hola a todos los comentaristas y una vez mas gracias por sus opiniones, siempre bien recibidas, ya lo saben, y sí, fue una reconciliación, y por el momento todo marcha de maravillas, por el momento, claro está.
    Saludos.

  • peor es el regreso en la misma 400 cuando de noche se llena aquello en Peñas Altas donde esta la primera parada y la gente va alcoholizada y agresiva (las guaguas que van en direccion Habana no recogen en la playa…y todo el mundo recurva a la parada cabecera y ahi se acumula, pues van ya sin dinero mientras los taxistas particulares aprovechan la demanda y cobran a 2 fulas el viaje)…

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