No salir de la isla como máximo castigo gubernamental

Lynn Cruz

Oscar Casanella

HAVANA TIMES – En la tarde de ayer, en la oficina del Carné de identidad, ubicada en la calle 17 entre J y K, en el municipio de Plaza de la Revolución, mientras trataba de prorrogar su pasaporte, Oscar Casanella, bioquímico expulsado del Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología (INOR), fue notificado de encontrarse bajo el anómalo estatus de: “Regulado”.

Cuando Casanella preguntó, la funcionaria que lo atendió le respondió: “Si usted está regulado, es porque le debe algo a la justicia”. Luego de que él  le narrara su situación, la funcionaria le recomendó ir a la Oficina de Atención a la Ciudadanía del Consejo de Estado o a alguna unidad de policía para que le dieran razón de esa medida impuesta contra su persona.

O sea, solo tendrá derecho a conocer las razones, no a reclamar, al menos fue lo que dejó entrever la funcionaria.  No obstante, irá a los lugares recomendados en busca de una respuesta.

Eso quiere decir que no tiene permiso gubernamental para salir del país, es decir, el Gobierno cubano emplea un nuevo método de tortura. Para las personas que mantienen una conducta ciudadana intachable, pero que no tienen reparos en criticar abiertamente las injusticias que padece el país hoy, se implementó el castigo.

Casanella comenzó a padecer persecución política por su estrecha amistad con Ciro Javier Díaz Penedo, integrante de la banda de punk rock Porno para Ricardo.

Poco a poco lo fueron acorralando hasta el punto de recibir la visita de la Seguridad del Estado en su casa, para advertirle que no podría realizar una fiesta de bienvenida a su amigo Ciro que viajaba a La Habana, procedente de Brasil. Le advirtieron que, si lo hacía, habría consecuencias.

El resultado fue la separación de su puesto como investigador en el Departamento de Investigaciones pre clínicas del INOR. Lo imposibilitaron a seguir como profesor de Inmunología en la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana, donde impartió clases de manera gratuita durante diez años.

Lo aniquilaron de la vida cívica, social y laboral dentro de su país por su forma de pensar y sus amistades. Luego comenzó a trabajar por cuenta propia como guía de turismo y logró registrar su pequeña empresa en la República Dominicana.

Hacia allá pensaba viajar esta vez. En los últimos meses también había estado muy activo durante la exitosa campaña por la liberación del científico Ariel Ruiz Urquiola, a quien condenaron injustamente a un año de privación de libertad.

Luego de protestas de cubanos y cubanas, tanto dentro como fuera de la Isla, así como la intervención de Amnistía Internacional, que declaró a Ariel prisionero de conciencia, fue liberado bajo otro anómalo estatus: “Licencia extrapenal”.

Casanella estuvo muy activo durante esa campaña, porque además de colegas les une una profunda amistad. La liberación de Ariel enojó mucho a las autoridades y en su momento citaron a Casanella para hostigarlo y prevenirlo para que se alejara de Ariel.

Hoy continúan las represalias y es forzado a abandonar sus planes personales de seguir adelante con su empresa. La medida le ha funcionado al Gobierno con activistas, a quienes han tenido castigados por un año sin salir del país y luego cuando los liberan, no regresan a la Isla.

Lo mismo sucede con Ariel, que en este momento debía estar en Alemania, pero la supuesta licencia no permite su salida al extranjero, esta es otra forma de “regularlo”, “uniformarlo”, “disciplinarlo”. Así de desproporcionada es la lucha por los derechos frente al Gobierno cubano.

Lynn Cruz

No es el arte el que imita a la vida, es la vida la que imita al arte”, dijo Oscar Wilde. Y es que el arte siempre va un paso más adelante. Soy actriz y escritora. Para mí el arte, en especial la escritura, es un modo de exorcizar los demonios. Es algo íntimo. Sin embargo, decidí escribir periodismo porque me di cuenta de que yo no existía. En Cuba sólo tienen derecho a expresarse públicamente, las personas autorizadas por el gobierno. Havana Times constituye un ejemplo de convivencia dentro de una democracia y puesto que me considero demócrata, mi sueño es integrar la filosofía de este diario a la realidad de mi país.

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