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La tierra que queremos vivir

HAVANA TIMES – Me alegra cada vez que me encuentro por las calles que transito una barrera arquitectónica transformada. Para mí es, y mucho más también, que una señal de nueva consciencia. Es además de forma palpable un acto valiente de inclusividad, como todos los actos cuando a inclusividad involucra. A la vez que es una manifestación de esperanza, superación, y muestra de respeto y amor a la vida con la actitud de hacerla más digna de la ya vivida hasta entonces.

Estos valores de nuestra cultura aunque puedan parecerlo, no nos acompañan desde siempre, ni siquiera desde hace mucho. De hecho, las discusiones sobre los derechos de la mujer, el negro, las personas con discapacidad, trans o disidentes sexuales de lo heteronormativo, el derecho a la infancia, los animales, y demás derechos, son aproximadamente propios del siglo XX y hasta la fecha. Y recordemos que tampoco son fruto de la casualidad o la espera resignada, sino de luchas continuas, tenaces, por tiempos muy prolongados, donde no se ha podido ceder ni un poco. Todo lo contrario, llevando la crítica más allá, más aguda, y las formas de llevar a la realización estos ideales que se forjan a través de las mismas.

Por estas causas me estremezco cuando encuentro en mi camino estos accesos para todas las personas. Me hacen consciente de que mi tiempo histórico es de privilegio. Pero por otra parte también me genera tristeza saber que en ese mismo tiempo histórico, donde mi cultura occidental mantiene como máximo derecho la democracia, por ejemplo, en mi país no es considerado ni por asomo en lo práctico, y solo se habla en lo formal con una interpretación tal que sólo los del poder pueden sostenerlo. El resto, por los mecanismos de opresión que estamos sometidas y sometidos, no lo creemos como cual.

Es muy contradictorio vivir en una sociedad que desde el punto de vista del discurso oficial sí declaren que abogan por una participación inclusiva, cuando en la realidad esa inclusividad depende en la medida que coincidas con la ideología política anunciada por el partido comunista que rige el gobierno.

Con la facilidad que las estructuras del país, por su propio diseño y como están pensados, pueden eliminar, marginar, minimizar, invisibilizar, o en otras palabras: torturar, encarcelar, barrer a las personas de sus centros de trabajo, de sus contextos sociales, familiares…sólo por disentir un poco. Porque en realidad en los gobiernos totalitarios no se necesita estar totalmente en desacuerdo para que una persona deje de considerarse tal y se convierta, en las mismas palabras del Estado en lumpen, escorias, o gusano. Esto último pudiera entenderse como alguien que según su criterio merece sobrevivir en la más penosa miseria, en lo podrido, no merece vivir las bondades de una revolución que solo exige la absoluta rendición de todas las voluntades humanas.

Nacer, crecer, desarrollarnos como personas en una nación bajo esta clase de gobierno en tiempos actuales después de tantos derechos ganados con sangre, es lastimoso. Realmente lamentable.

No obstante, ser todo lo posible consciente de las realidades que nos han tocado vivir es fundamental. En primer lugar, agradecer lo que hemos crecido. Segundo, luchar por aquello que nos falta aún por conquistar. Tercero, porque no hay otra manera de superar los desafíos si estos no son reconocidos en su propia medida.

En Cuba no se puede partir desde cero. Los logros alcanzados como la inclusión de la mujer en los espacios laborales y educacionales con los mismos derechos que sus pares los hombres; la educación y salud públicas para todas las personas por igual; la atención a nuestra población de la tercera edad o la seguridad con la que cuentan las niñas y los niños, son hechos, y es un deber mantenerlos como los tenemos por décadas.

Al mismo tiempo que como sociedad tenemos que reconocer que todavía tenemos mucho que conquistar. Como son en la libertad de expresión y libertad económica, el derecho a tener todos los partidos políticos que así se consideren necesarios, el respeto a la pluralidad de pensamiento, y aprender a contemplar lo distinto no como amenaza como se percibe en nuestra clase de sistemas políticos. 

Hacer profunda consciencia de lo que hemos legado, con sus aciertos y desaciertos, y crear aquellas capacidades y habilidades para construir y transformar siempre para mejor es una responsabilidad y deber de cada cubana y cubano. Porque es el camino para vivir en el país que queremos nuestro.

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Lien Estrada

Soy amante de los animales. Me entusiasma un buen libro, una buena película o una buena conversación. No dejo de lamentar el que no me guste estudiar las ciencias exactas. Me alegra haber leido a Krishnamurti desde muy joven. Mi tradición es la cristiana, pero me fascinan todas las religiones, principalmente las de Oriente. El mar es ese otro mundo que considero cautivante.

One thought on “La tierra que queremos vivir

  • En general, me parece un
    muy buen artículo. Creo que despliega
    una inteligente astucia para poder
    evitar ciertos peligros que no son del todo
    infundados y aunque eso puede verse
    como un costurón que debió no ser
    visto, es válido y no voy a ser quien diga
    a otro cómo hacer lo que puede aceptarse.
    Digo más y rectifico.
    Creo que incluso eso que considero una costura
    visible está muy bien que se
    vea. Porque escribir lo que
    uno piensa, es un riesgo y
    Cuidarse uno, un derecho.
    Muy bueno tu trabajo. Te felicito
    desde mi escaso nivel de
    apreciación.

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